Haití y RD. No es cuestión de especialistas. Hay historiadores que no tienen grandes conocimientos sobre historia dominicana, sobre historia de Haití, sobre historia Europea. Hay sociólogos y politólogos de formación, que sin tener el título de historiadores, son grandes conocedores de parcelas, países o épocas históricas.

Confieso que, por mi parte, no soy gran conocedor ni de la historia de Haití ni de la RD.  Es decir, mi saber sobre ambos países no supera –supongo-, la media. Empero, sé a ciencia cierta que hay quienes les sobran los datos y les falta la mínima capacidad analítica para poder interpretar de una manera rigurosa y no digamos acertada, los hechos que conocen, pero que como agua se les escurren entre las manos.

En la RD hay numerosos profesionales de muy diferentes áreas que han hecho de la defensa irrestricta, apasionada de Haití, su razón de vivir. Como contrapartida, la minusvaloración de la historia, cultura, epopeya y defensa del  territorio y la formación de la nación dominicana son constantes.

Un hecho histórico relevante, la rebelión de los esclavos negros de Haití, fue el hecho social que les soldó como nación y se ha convertido, no sé si para los haitianos, pero si para algunos dominicanos, en el “acto justificatorio”  de todo lo que ha ocurrido posteriormente. Haití como, toda nación, se ha formado de mitos, leyendas y “enemigos” que contribuyen a forjar una masa humana más o menos semejante e incluso disímil, en un “hecho nacional”.

La rebelión antiesclavista  es lo que permite,  a quienes me refiero,  tachar  la ocupación de la parte española de la isla de ser un acto “liberador”. Dominar durante veintidós años  a los dominicanos  o los españoles de la parte no-haitiana, fue para ellos una “bendición” y, por ende, fue un “crimen” lo de Núñez de Cáceres de proclamar la Independencia y no digamos lo que hicieron Los Trinitarios. Duarte, Sánchez y Mella, son maldecidos sea por blancos o por mezclados, pero en el fondo, lo que se les condena es que ellos no estuvieran dispuestos a subordinar la parte dominicana a los haitianos. Este es el verdadero quid del asunto. La liberación dominicana es una afrenta para los haitianos y para los haitianófilos.

La gran coincidencia de estos sujetos  se encuentra en ese rechazo de que se constituyera la República Dominicana. Ellos sueñan, como si de un opio del pensamiento se tratara, en que Haití hubiera subordinado a los dominicanos y, como están inmersos en esa ensoñación, no ven, no escuchan, no comparan y no se dan ni cuenta, de que el único hecho histórico del que Haití se puede sentir orgulloso es de haberse rebelado contra la esclavitud, haber asesinado a miles de blancos, quemado parte de los cultivos y haber creado una república africana en el Caribe. También en su haber, ayudado a Bolívar para comprar armas en la lucha de la Independencia de España.

La historia de Haití a continuación de su rebelión ha sido una sucesión de gobiernos efímeros, de alzamientos constantes, de quema de ciudades, pueblos, bosques, de super explotación del pueblo por las élites negras y mulatas. Y puestos a decir verdades, los mejores tiempos para Haití fueron cuando los mulatos en coalición con negros ilustrados  y viceversa, gobernaron en Haití. Mientras, con François Duvalier, el “teórico”  de “la negritud” en Haití, sabemos lo que ocurrió. Se persiguieron a los mulatos, los mezclados y a los blancos. Ningún alto cargo podía no ser negro. Y se impuso una dictadura brutal y un oscurantismo (nunca mejor dicho) cultural. Ese racismo haitiano encarnado por Duvalier y sus ton ton macoutes fue el cénit de la negritud en Haití. La etapa suprema del atraso haitiano que ha continuado después, incluyendo a Aristide, reproduciéndose a escala cada vez mayor. Haití es un fracaso como Estado. Es un no Estado.

En RD se alaba con razón la participación heroica en la Revolución de abril de haitianos como Jacques Viau. Antonio Isa Conde, escribió un artículo reciente donde expone, como miembro o jefe del comando dónde murió, como consecuencia de un mortero lanzado por las tropas de USA, el gran poeta. Hay que difundir que Viau era un perseguido político de Duvalier. Su padre era un mulato más blancoide que negroide y su madre lo era también pero más negroide. Yo los conocí bien y si mal no recuerdo, su padre me impartió clases y era amigo  ocasional de su hermano. Las minorías no negras eran perseguidas en Haití. Y los padres de Jacques Viau vinieron huyendo de la persecución político racial de Duvalier. Esto forma parte también de la historia que debe ser conocida. Haití es racista incluso contra sus propios ciudadanos.

Lo que quiero insistir es que, más que lamentar que los dominicanos no siguiéramos bajo la bota haitiana, lo que debemos hacer y hacemos, la mayoría de los que nos sentimos parte de la RD, de Quisqueya, es celebrar nuestra Independencia y estar orgullosos de haber formado una nación de acuerdo a nuestras características culturales, con gran predominio cultural no sólo por la lengua, de España sino de muchas manifestaciones culturales, imbricadas como un todo, con nuestra parte mestiza o mezclada, mulata y negra.  Somos un país fundamentalmente no racista. Que pese a malos políticos hemos progresado y seguimos creciendo, avanzando.A pesar de todo.

Roberto Cassá tiene una gran autoridad en RD como historiador. Ha demostrado con creces su capacidad analítica y es considerado uno de los más notables historiadores del país junto a Frank de Moya, y otros, que están en la mente de todos. Cassá es un alto cargo, es parte de la élite intelectual archi reconocida y, por todo ello, sus palabras gozan de una gran autoridad. Y eso es bueno. Me uno a quienes se regocijan con las declaraciones de Roberto Cassá  y que las mismas se hayan convertido en centro de la atención pública y mediática, en un acontecimiento nacional. He dicho que ese “vacío” lo tenía que ocupar la izquierda.

Esas declaraciones coinciden con lo que se ha venido escribiendo desde hace décadas sobre los efectos perversos de la inmigración descontrolada y masiva haitiana hacia la RD, entre otros muchos, por quién esto escribe. En lo que se puede considerar en sentido amplio las izquierdas, sólo una minoría ha tenido el valor y el coraje de  tomar el toro por los cuernos y decir la verdad dura y desnuda sobre Haití  y la RD. Los otros se han movido en las frases altisonantes y los conceptos genéricos liberales  y humanistas vacíos de contenido. Y por todo ello, entre otras cosas, la izquierda dominicana solo avanza en su retroceso constante.

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Uno no sabe si echarse a llorar o morirse de risa, cuando lee que se le critica a Roberto Cassá que haya dado testimonios personales (¡sic!) sobre su experiencia en Haití. Y es que para algunos haitianofilos si no se alaba a Haití y a los haitianos el deber  es callarse. Alabar o callar, es la consigna.  Pues insisto, tengo confianza en la percepción de Cassá y estoy seguro que ha expuesto fielmente su experiencia.

Añado la mía. Un antiguo jefe de los comunistas haitianos exiliado en París, acordó con la dirección del PCD, que algunos militantes  de retorno a Haití, esperaran el momento propicio para regresar. En París, dónde él vivía  y dónde es de suponer había una red de comunistas haitianos, no sé por qué motivo, los enviaban a una ciudad española bajo el cuidado y resguardo de los dominicanos.

Esos militantes haitianos apenas hablaban español. En España  en esa época no había mucha población negra. No hablaban español. No eran blancos. Tenían pasaporte de un país de habla española y si por accidente hubieran sido detenidos, la Policía hubiera descubierto su falsa identidad y hubieran tirado de los hilos. En París, eran más fáciles de mantener seguros. Pero los dominicanos siempre generosos los acogían.

Cuando el jefe haitiano venía a interesarse por el militante, en vez de agradecer el trato recibido, encontraba siempre motivos de quejas. Y siempre encontraba algo que criticar del PCD. Recuerdo con nitidez como se burlaba de las comunicaciones del PCD  diciendo que usábamos un método muy atrasado. Con papeles enviados a través de personas que viajaban a Europa desde diversos puntos geográficos, mientras ellos tenían máquinas de fax en París, en Canadá, en USA,  y se comunicaban ágilmente.

Posteriormente se reveló que los faxes, al igual que los correos electrónicos, tenían un programa que enviaba automáticamente a las agencias de seguridad e Inteligencia norteamericanas, en función de palabras  claves, los mensajes que las contuvieran. Moraleja, el método “primitivo” del PCD era más seguro para comunicarse y soslayar al adversario que el super moderno y tecnológico de los  haitianos.

Pero lo que quiero resaltar es, por una parte, la generosidad de los dominicanos, frente a la prepotencia y la mordacidad de algunos haitianos. ¿Pretenden los haitanofilos que no digamos la verdad?  Las experiencias personales son parte del acervo de conocimientos de las personas.  Para mí esa fue una experiencia que nunca he olvidado. Y aún al escribirla me encolerizo porque soy rebelde ante las injusticias y las bajezas humanas.

Para no extenderme en demasía resumo y concluyo. Celebro las declaraciones de Roberto Cassá. Me solidarizo con ellas. Sus ideas son también las mías y creo que al exponerlas con la claridad expositiva que él tiene hace un gran bien a muchos que son tímidos, renuentes, temerosos, pusilánimes, en expresar lo que realmente piensan sobre la situación que está provocando la ola inmigratoria masiva, constante, hacia territorio dominicano.

Somos cada día más los dominicanos conscientes que hemos llegado a un punto de no retorno: o se para en seco la haitianización progresiva de la RD o estamos abocados a hundir a la RD en un infierno de atraso, conflictos y sangre.