Pedro Rodrigues Filho, alias Pedrinho Matador, asesino serial, nace en Brasil, en el año 1954. Mientras estaba en el vientre de su madre, sufrió un daño cerebral por una fractura en el cráneo como consecuencia de una patada propinada por su padre a su madre. En su niñez comienza a trabajar en un matadero de aves. Fue víctima de maltrato infantil, y presenciaba los abusos de su padre hacia su madre y hermana.
Su actividad criminal comienza con el intento de homicidio a su primo, a los 13 años de edad. A los 14 años, comete su primer homicidio cuando asesina al jefe de su padre por haber despedido a su padre. De este modo, inicia una larga carrera delictiva, que incluyó el asesinato de su padre, ya que éste había asesinado a su madre. A los 19 años es condenado a 126 años de prisión. Durante el período que se mantuvo en prisión, asesinó a 47 personas. La condena ascendió a 860 años. En total se calcula que asesinó a 71 personas. Obtuvo su libertad debido a una modificación el ordenamiento penal. El 5 de marzo de 2023 es asesinado.
Fue diagnosticado de psicopatía.
Su modus operandi incluía la utilización de distintas armas para cometer sus crímenes: armas blancas, armas de fuego, golpes, lo cual no es usual en el caso de los asesinos en serie.
Su motivación, aunque en sus inicios fuera la venganza; si observamos su historial, está claro que sentía una especie de fascinación por matar. Él presentaba su actividad criminal como una misión, entendía que hacía un bien social cuando asesinaba a violadores, narcotraficantes y ladrones. Ciertamente, en sentido general, elegía a sus víctimas por su pasado criminal, pero, es indiscutible que mataba por placer, frase que, incluso, se tatúa en el brazo. No obstante, Garrido y Redondo (2013), manifiestan que “(…) en todos los casos podríamos encontrar un móvil esencial que uniría a todos los asesinos en serie, y quizás a los asesinos múltiples: la necesidad de control y poder, es decir, que su acción influye de manera crítica, extrema, en su ambiente inmediato, lo que les confiere una gran sensación subjetiva de dominio”.
Por otro lado, se verifica que el historial de este asesino serial reúne una serie de factores de riesgo que predisponen al comportamiento antisocial, tales como:1) daño cerebral; 2) violencia intrafamiliar; 3) maltrato infantil; 4) no escolaridad; 5) trabajo en matadero de aves. Maltrato animal; 6) amigos delincuentes.
Los factores de riesgo, básicamente, se entienden como aquellos elementos que propician o estimulan la aparición de conductas delictivas.
Robert Ressler (1992), agente del FBI que acuñó el término asesinos seriales, señala lo siguiente: “(…) permítanme dejar bien claro que nadie pasa de repente, a los 35 años, de ser una persona perfectamente normal a tener un comportamiento profundamente malvado, disruptivo y homicida. Los comportamientos precursores del asesinato siempre han estado presentes y llevan mucho tiempo desarrollándose -desde la infancia-.”
Por tanto, en este análisis me centraré, específicamente, en el estudio de los factores de riesgo, esencialmente, el daño cerebral. Es importante resaltar que el maltrato infantil puede provocar cambios a nivel cerebral, lo que supone una alteración de la personalidad, configurando una personalidad violenta. (Moya-Albiol, Sariñama-González, Vitoria-Estruch, Romero-Martínez, 2017).
Un daño cerebral puede implicar la alteración de ciertas zonas fundamentales, sobre todo, las encargadas de lo que tiene que ver con la capacidad de sentir miedo y características emocionales (amígdala y corteza prefrontal). Adrian Raine (2004), refiriéndose al estudio de las complicaciones en el parto, señala: “Piquero y Tibbetts (1999), en un estudio longitudinal prospectivo de 867 varones y mujeres del Philadelphia Collaborative Perinatal Project, encontraron que aquellos sujetos que habían tenido tanto complicaciones pre/perinatales como un entorno familiar desfavorable tenían también una mayor probabilidad de ser delincuentes violentos en la edad adulta.”
En este sentido, Adrian Raine (1999) sostiene que “se piensa que las complicaciones en el parto (…) contribuyen a provocar daño cerebral y que pueden ser una de las muchas causas tempranas de las deficiencias cerebrales que se ven los niños y adultos antisociales. Aun así (…) puede que las complicaciones en el parto no predispongan al crimen por sí mismas, sino que requieran la presencia de circunstancias ambientales negativas para desencadenar la violencia posterior. Además, mientras las complicaciones en el parto probablemente contribuyan a que se produzcan lesiones prefrontales, lo más seguro es que sus efectos no se limiten a una sola región, sino que afecten múltiples zonas del cerebro.”
En definitiva, este caso puede ilustrar cómo factores biológicos, ambientales y personales adversos van moldeando la personalidad de un individuo hasta convertirlo en un criminal violento y peligroso. Por tanto, es preciso señalar que, de acuerdo con los estudios, aunque alguno de ellos tomados por sí solos no sean determinantes para crear una personalidad violenta, un daño cerebral sumado a una mala crianza tiene como resultado una personalidad violenta.