Desde hace 15 años, al más haitiano de mis hermanos dominicanos, el distinguido sociólogo Inocencio García, no olvido nunca en este momento del año, comentar la energía desplegada por el primer dominicano de entonces y su gobierno. Al día siguiente de la tragedia, el Presidente Fernández cruza caminando la región fronteriza para ver cómo puede ayudar a quienes lograron sobrevivir al terremoto del 12 de enero, que acababa de destruir casi toda la capital de Haití. Cada 12 de enero, no olvido recordar a Inocencio que «la tierra sigue temblando»…
Unas semanas después del 12 de enero de 2010, Inocencio llegó a una importante reunión internacional. Durante el año del terremoto hubo varias asambleas de este tipo en el hotel Karibe, en El Rancho, y también en el complejo Tara’s. Yo participaba como traductor.
Respetando nuestro viejo ritual de los años 90, Inocencio me trajo el ejemplar del Listín Diario de la víspera, cuando salía de la capital dominicana para ir a Puerto Príncipe.
Tratando de analizar los bellos discursos del año 2010, sobre todo los pronunciados en las reuniones de alto nivel que se celebraban casi cada semana en los hoteles mencionados y también en las grandes embajadas, el observador se pregunta con la mayor sabiduría si el pueblo haitiano comprendió que el terremoto de enero 2010 inaugura en la historia nacional una increíble sucesión de terremotos y réplicas mucho más peligrosas que la de 7.3 en la escala de Richter, que provocó en menos de un minuto casi 300.000 muertos.
Todos los equipos que se sucedieron en el gobierno del país destruido el 12 de enero de 2010 provocaron con alegría terremotos de otro tipo. Los cielos y la tierra de Haití siguen temblando… Lo que queda de ello son trozos de barrios mártires abandonados; ciudades reducidas a ecos de recuerdo; y nuestros recuerdos profundamente trágicos.
Cuando las élites del país haitiano comprendan el sentido de las realidades geográficas en el siglo XXI, deberán venir a sentarse en la República Dominicana, alrededor de un liderazgo de experiencia, para pensar en construir otro Haití.
Cordial Abrazo fraternal desde Puerto Príncipe.
Gilbert Mervilus