Recientemente se hablaba más del concierto de Coldplay que de cualquier asunto económico. En los medios, vemos todos los días un montón de noticias. Hablamos de la final de la Champions, que se la llevó el Real Madrid, aunque el Liverpool tuvo mejor juego.

El Real Madrid fue a la Cibeles no sin antes ir al Bernabéu. Más tarde, todos vimos el accidentado Gran Prix de Mónaco en el que el mexicano Sergio Pérez, con su equipo Red Bull, se llevó el deseado cetro. Entre muchas otras, la siguiente noticia consistió en las elecciones colombianas entre Fico, Petro y Hernández, que exigirán un ballotage entre los dos segundos en junio. Otra noticia importante nos remite a la reunión de la OTAN el mes que viene: se han reunido el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez y Jens Stoltenberg, secretario general del organismo.

Protagonistas de un viejo juego, hoy necesitamos que se nos diga de qué pata cojeamos (control de la inflación, deuda, ahorro nacional, déficit fiscal, producción nacional). Uno me dice que, ahora mismo, necesitamos una alta dosis de economía. Se espera un esfuerzo que venga a solucionar muchos entuertos. Somos seres económicos (Homo Economicus como lo ve la Revista de Occidente), que necesitamos soluciones plausibles, rentables y de largo plazo.

Como ellos también tenían vidas movidas, la sensación de realidad no es más intensa que la de la gente de 1901. Aun así, la gente cree que vive más rápido que en cualquier otra época. En la carrera de Mónaco pudo correrse pero hay que estar claros: la lluvia afectó todo el acontecimiento.

Analizando algunos hechos históricos, Mitt Romney ha publicado este sábado un artículo en el New York Times donde, se puede decir, no es muy optimista con Putin y dice que hay que esperar lo peor. ¿Qué de verdad hay en esas palabras? ¿En Davos se habló en este tono? Para este evento, los líderes mundiales de seguro tenían preparado unos discursos que escandalizaran a otros con motivo de la guerra en Ucrania. En otra era, nos hemos convertido en una especie guerrerista (pero siempre lo fuimos). Desde sus escritorios muy lúcidos hace algunos años, ya lo veían Nixon y Eisenhower. En su discurso de los últimos días, Zelensky pide más armas. Y no vemos una solución en los próximos dos meses.

En la guerra, las armas de ataque son diferentes a las de un día normal de cacería. Para el estratega militar Edward Lutwakk, de la John Hopkins University, autor de Coup dEtat: a practical handbook, London, Allen Lane 1968 y The Middle of Nowhere, London, Atlantic Books, 2008, la guerra es un atractivo para ciertos jóvenes. Y vimos esto en las fílmicas a algunos que iban de otras partes del mundo para luchar en las trincheras.

“Debemos refugiarnos, dirá alguno, en las palabras de los más sabios”. Sucede entonces que estos sabios, como dijo algún poeta, se pueden encontrar en los sótanos de las catedrales. Sin embargo, el ejemplo de la guerra no puede dejarnos en un pozo de pesimismo. La situación económica dominicana es algo manejable desde la previsión, no vaya a ser cosa que nos suceda como al índice S&P 500 en los últimos días. No se espera por ahora que la bolsa despegue como la espuma de una soda carbonatada o de una intensa cerveza.

Desde la conspiranoia, algunos pronostican hambrunas, guerras y mas epidemias. Creo que esta visión pesimista nos mantiene con temor al futuro, una manera que no es la más inteligente de aproximarse a los días porvenir.