En la introducción de su obra Capitalismo, democracia y liberación nacional, que venimos comentando desde hace 6 entregas, Bosch introduce temas que desarrollará en el libro -que fue fruto de series de artículos en Vanguardia del Pueblo- aprovechando los debates que sostenía con el Partido Comunista Dominicana al inicio de la novena década del siglo XX. Ya vimos como él defendía la necesidad de un partido de liberación nacional en el momento histórico de nuestra sociedad, entonces y ahora, y la inviabilidad de un partido comunista.

Citando a Lenin, Juan Bosch ausculta el problema de las vanguardias y la materialización de la revolución. “Para Lenin era escandaloso que los líderes de los partidos comunistas europeos no se dieran cuenta de que el hecho de que esos partidos fueran las vanguardias del proletariado en cada país no significaba que tuvieran asegurado el triunfo de la revolución. “Con la vanguardia sola es imposible triunfar”, decía él”. (Bosch, v. XIV, p. 57) Aunque los partidos comunistas representan los intereses de los obreros y buscan organizarlos para impulsar la revolución socialista o comunista, en su seno la mayor parte de sus miembros son pequeños burgueses y ocupan los miembros de dicha clase los puestos más altos de dirección. Basta analizar la revolución soviética, la china, la cubana y la vietnamita para entender ese hecho. Por tanto el partido comunista, en cuanto vanguardia del proceso revolucionario no representan nunca la cantidad, ni la calidad, de los hombres y mujeres que harán posible la transformación revolucionaria de una sociedad.

Continua Bosch argumentando con Lenin. “Lanzar sola a la vanguardia a la batalla decisiva, cuando toda la clase, cuando las grandes masas no han adoptado aún una posición de apoyo directo a esta vanguardia, o, al menos, de neutralidad benévola con respecto a ella y no son incapaces por completo de apoyar al adversario, sería no sólo una estupidez sino, además, un crimen”. (Bosch, v. XIV, p. 57) Esa lógica histórica y humana que Bosch destaca en Lenin, la aplicó él como en otras ocasiones he afirmado. Únicamente en dos ocasiones Bosch movilizó a hombres y mujeres para tomar las armas y lanzarse a la batalla, la primera en Cayo Confites, la segunda en Abril del 1965. En ambos casos Bosch midió detenidamente las posibilidades de éxito de ambas acciones militares y si ambas no tuvieron éxito, en la primera porque fue abortada por el ejercito y la mariana cubana que respondía más a Trujillo que al presidente cubano, y en la segunda porque en su análisis no integró que efectivamente los Estados Unidos estaban detrás del golpe de Estado contra él y no permitirían que se revirtiera ese proceso.

Y es que la improvisación nunca es buena consejera, ni siquiera el análisis profundo de un evento político revolucionario garantiza su éxito. El estudio demuestra que si las vanguardias y las masas no aprenden de sus errores y procuran acumular experiencias que les guie en procesos a futuro de los cuales no pueden captar todas las variables que entrarán en juego, las posibilidades de fracasos se incrementan. El mismo Bosch señaló eso cuando indicaba que el grave problema en la lucha contra Trujillo fue que no hubo manera de que unos luchadores pudieran comunicar a otros sus experiencias, por tanto los errores se repitieron y hasta llegaron más allá de la tiranía.

No es el momento para abordar este tema con la profundidad que amerita, pero nuestra historia demuestra como en la lucha por lograr una sociedad más justa y desarrollada centenares o miles de supuestos revolucionarios traicionaron ese ideal, sobre todo por la naturaleza pequeña burguesa de las autodenominadas vanguardias, y no valió, en el caso de Bosch, el esfuerzo por educar políticamente a los dirigentes del PRD y el PLD, al final respondieron más a sus apetitos perversos de clase social que al ideal de construir una sociedad mejor, llámese como se llame.