Regularmente salen en redes sociales comentarios de tontos o maliciosos que le adjudican a Bosch el ser comunista, incluso tan temprano como en 1961, 1962 o 1963. Quienes eso divulgan son individuos que no han leído ni un solo texto de Bosch y que propiamente son de tendencia autoritaria (trujillistas en términos locales) y defensores de la extrema derecha antidemocrática. La intensa campaña contra Bosch desatada a inicios de los años 60 por elementos fascistoides, incluso miembros del clero católico inspirados por el Nacional Catolicismo franquista, dejó una huella en el sentido común de nuestra sociedad que ubica a Juan Bosch como promotor del comunismo. Pero tal como acabo de afirmar ese juicio de panfleto no soporta el análisis de la obra política de Bosch y mucho menos el estudio de sus textos.

Poco después de las elecciones del 1982, donde el PLD multiplicó por diez su votación del 1978, debatiendo con los dirigentes del PCD señalaba Bosch que: “…año y medio antes de las elecciones de 1982, en las cuales (el PCD) no sacaría ni siquiera un regidor o representante municipal en todo el país, y desde luego, mucho menos un solo diputado, declaró que su partido era nada menos que una opción de poder para esas elecciones, y cuando yo he dicho que la instauración del socialismo en nuestro país no está a la vista, que puede tardar muchos años”. (Bosch, v. XIV, p. 54).

Bosch concebía que la humanidad marcha hacia un ordenamiento social y político donde la vida de todos, su bienestar pleno, en un contexto de libertad y participación popular, superará la codicia y explotación del capitalismo. Usualmente esa meta se le llama socialismo y a veces hasta comunismo. Históricamente ninguna sociedad ha alcanzado ese grado de desarrollo y, al igual que el capitalismo que nació luego de siglos de incubación y no podemos adivinar (ahí Popper es necesario) cuánto le falta a este sistema de evolución histórica, no es posible determinar en qué momento en el futuro llegaremos a tener sociedades poscapitalistas.

Intuimos que la evolución de la tecnología y la producción juega un papel importante en la superación del capitalismo -como lo fue con el capitalismo en su nacimiento respecto al modelo feudal-, pero también el grado de conciencia y voluntad política de pueblos y dirigentes desempeña un rol importante (como lo fue para el capitalismo la Revolución Norteamericana y la Francesa). Un fenómeno como China y Vietnam, donde sus respectivos partidos comunistas (autoritarios plenamente) en el poder han implementado el desarrollo del capitalismo y creado un escenario mundial inimaginable al momento de Bosch escribir ese juicio del párrafo anterior. Las experiencias latinoamericanas actuales (Cuba, Nicaragua y Venezuela) de sistemas autodenominados socialistas o comunistas, en lugar de avanzar han retrocedido, tanto en su capacidad productiva, como en la generación de mayores grados de libertad política y social.

Al crear el Partido de la Liberación Dominicana en 1973 (nada que ver con la aberración que representa esa organización en el presente) Bosch lo hizo entendiendo que el momento histórico que vivía el país en ese momento -y en la actualidad- demandaba una organización partidaria que llegara al poder mediante una alianza de clases sociales -incluida una parte de la burguesía criolla- que impulsara el desarrollo económico, social y político del país, en el contexto de un capitalismo con fuerte acento de justicia social, para dentro de varias décadas poder pensar en procesos hacia el socialismo. Es por eso que Bosch afirma cuando el PCD le demandaba: “…que el Partido de la Liberación Dominicana haga suyo un programa comunista (socialista, dicen ellos) para demostrar que no es un partido de derechas, lo que indica la escasa capacidad que aplican al tratamiento de los asuntos políticos, puesto que si el PLD es un partido de liberación nacional no puede ser un partido comunista dado que éste es, y debe ser nada más, el partido de la clase obrera y aquél tiene en su seno una alianza de clases y sectores de clases a las cuales se debe con la misma seriedad y la misma honestidad que los miembros del PCD deberían usar en sus relaciones con los trabajadores”. (Bosch, v. XIV, pp. 55-56)

Reconozco que para muchos este tipo de debates y argumentos les suenan arcaicos, pero no es debido a la falta de condiciones objetivas para pensarlas y trabajar en esa dirección, sino al hecho de que la pequeña burguesía en la jefatura de los principales partidos dominicanos (PRM, PRD, PLD y FP) han convertido esas organizaciones, sobre todo al acceder a las diversas instancias del poder estatal, en fuentes de enriquecimiento personal, sobre todo mediante el saqueo del erario, tal como demuestran los procesos judiciales en curso. La vida política dominicana dominante en la actualidad es una competencia entre ladrones y potenciales ladrones de los bienes del pueblo y carecen del más mínimo compromiso con el bienestar y progreso de nuestro pueblo.

El atraso de la sociedad dominicana en el orden político y social es debido precisamente al atraso de su sistema capitalista. El potencial del pueblo dominicano para alcanzar altos niveles de desarrollo dentro del sistema capitalista es evidente con las tasas de crecimiento anual que nuestro país viene logrando por décadas y al hecho de que es una economía de renta media. Es mi parecer que el grado de desarrollo que hemos alcanzado desde hace 50 años se debe más al talento de los dominicanos y dominicanas, y las iniciativas de la burguesía local y extranjera, en cuanto inversionistas, que a la voluntad política de los gobiernos que hemos tenido desde el 1964 hasta el presente. Sin una burguesía como clase dominante, la pequeña burguesía como clase gobernante seguirá esquilmando la productividad de nuestro pueblo para enriquecer a una minoría corrupta e incapaz de dirigirnos hacia el progreso.