En su debate con el Partido Comunista Dominicano (PCD) entre los 70 y los 80 del siglo pasado Juan Bosch no solo discutía con ellos, a través de artículos, sobre la naturaleza de clase social del PCD y el PLD, sino también acerca de la táctica y estrategia política que debían seguir un partido de esa naturaleza para alcanzar el poder. La citación del caso cubano era obligada por la cercanía y el impacto que tuvo la Revolución liderada por Fidel Castro en la sociedad dominicana.

Mucho se ha debatido sobre la influencia marxista de Fidel Castro y del mismo Bosch, sobre todo su punto de partida. Bosch cita a Fidel para ilustrar la claridad de miras del líder cubano posterior al golpe de Batista del 1952. “…desde que nosotros decidimos lo del Moncada elaboramos, se puede decir, las ideas generales de todo lo que hicimos después. En todo ese período yo mantenía los contactos con los comunistas. Ellos tenían determinadas consignas en aquella situación. Pero bueno, no se les podía pedir tampoco que tuvieran confianza en lo que íbamos a hacer. A un partido educado en la forma clásica, con sus esquemas, sus concepciones, le era difícil. Es más, un partido comunista no podía proponerse la conquista del poder en Cuba, si se partía, digamos, de un rótulo comunista. El poder, revolucionariamente, se podía conquistar en Cuba. Lo que no podía [era] hacerlo como partido comunista, con el dominio que tenían aquí los Estados Unidos” (Bosch, v. XIV, pp. 53-54) Esta cita de Fidel la toma Bosch de un artículo de Mario Mencía en la revista Cuba Internacional de julio del 1983.

El argumento de fondo de Bosch en ese tema era que se imponía históricamente la necesidad de un Partido de Liberación, como lo era el PLD y lo fue el Movimiento 26 de Julio. Asumir un proyecto revolucionario de la toma del poder, por la vía armada o electoral, no era posible en América Latina en el siglo pasado bajo el rótulo de un partido comunista porque sería acosado y reprimido por el imperialismo de los Estados Unidos desde su nacimiento. Ocurrió con Playa Girón en Cuba y con el golpe de Estado en Chile en 1973. El testimonio de Fidel era importante para Bosch, ya que provenía de un partido político típico de la democracia representativa (el Partido Ortodoxo) y que su acceso al gobierno fue cercenado mediante el golpe de Estado de Batista del 1952. A partir de entonces Fidel y sus colaboradores más cercanos iniciaron acciones netamente bélicas, como el Asalto al Cuartel Moncada al año siguiente del golpe de Batista, y desde el exilio lograron ingresar a territorio cubano como una expedición guerrillera que en dos años logró derrocar el régimen batistiano y establecer un régimen revolucionario con un claro acento nacionalista, de justicia social y antiimperialista que devino al poco tiempo en un régimen que se identificaba como comunista.

La cuestión es si ese proceso, sobre todo desde el poder, obedeció o no a una necesidad de sobrevivencia que llevó a Cuba a buscar rápidamente la protección de la Unión Soviética frente a la inminente invasión de Estados Unidos, y que se concretó en la crisis de los misiles de octubre del 1962 que estableció un acuerdo entre las grandes potencias de que Cuba no sería invadida por los Estados Unidos. Estamos hablando de un proceso muy intenso que duró 4 años, entre el 1 de enero del 1959 y noviembre del 1962. Cierto que desde su inicio la revolución cubana enfrentó los intereses de las empresa norteamericanas en Cuba, tal como hizo Arbenz en Guatemala pocos años antes, sobre la base de un discurso nacionalista antiimperialista.

Bosch argumenta con más fuerza el propósito de Fidel Castro en todo el proceso desde 1952, citando sus palabras en el Informe al Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, celebrado el 17 de diciembre de 1975. “Se hicieron y se proclamaron en cada etapa los objetivos que estaban a la orden del día y para (comprender) los cuales el movimiento revolucionario y el pueblo habían adquirido la suficiente madurez. La proclamación del socialismo en el período de la lucha insurreccional no hubiese sido comprendida por el pueblo, y el imperialismo habría intervenido directamente con sus fuerzas militares en nuestra patria” (Bosch, v. XIV, p. 54). Esta declaración de Fidel Castro le sirve a Bosch como anillo al dedo ya que al momento en que escribía ese artículo (que luego sería parte del libro Capitalismo, Democracia y Liberación Nacional), con un Ronald Reagan como presidente de los Estados Unidos, las posibilidades de alcanzar el poder de manera revolucionaria (aunque fuera por votos) le era más propicia a un partido de liberación nacional que a uno comunista.