En torno al esfuerzo de Fidel Castro de mantener al movimiento 26 de julio en guerra de guerrillas contra Batista en Sierra Maestra dentro del espectro de un movimiento de liberación nacional, Juan Bosch detalla muchos aspectos y uno de ellos fue la respuesta de Castro al Pacto de Miami firmado en noviembre del 1957. “Fue a fines de 1957 cuando Fidel Castro se refirió por primera vez a la política exterior del 26 de Julio, y lo hizo en un documento que envió a los autores del Pacto de Miami, en el cual figuraban algunos seguidores del 26 de Julio sin que la dirección del Movimiento hubiera autorizado esa participación. En ese documento Castro se quejaba de que los autores del Pacto de Miami no tomaron en cuenta la intervención extranjera en la política cubana, pero no pasaba de ahí, y en cambio decía que el gobierno que sería llevado al poder por la revolución “estará regulado por la Constitución de 1940, garantizará todos los derechos reconocidos en ella, y se mantendrá al margen de todo partidarismo político” (Bosch, v. XIV, pp. 113-114) Tal como señalé en otras ocasiones el Castro del 1957, y hasta el de 1960, seguía moviéndose dentro del espectro político ortodoxo que había formulado Chibás para romper con el PRC-A. Por eso es tan importante el compromiso con la Constitución de 1940 que fue el horizonte democrático que se dio el pueblo cubano y que a pesar de que Batista fue el primero en ser beneficiario de la misma al ganar las elecciones de ese año, fue a la vez el verdugo que la cercenó en 1952.

¿Qué fue el Pacto de Miami? Fue un acuerdo firmado en la ciudad de Miami por varias organizaciones políticas cubanas convocadas por Felipe Pazos. Pazos era uno de los firmantes de un acuerdo anterior, el Manifiesto de la Sierra Maestra, junto a Fidel Castro y Raúl Chibás. En ese Manifiesto se convocaba a todas las organizaciones revolucionarias cubanas a unirse para derrocar la dictadura de Batista. Ese manifiesto se firmó el 12 de julio de 1957, mientras que el Pacto de Miami se firmó en noviembre de 1957. El Pacto se hizo a espaldas del Movimiento 26 de Julio y pretendían los firmantes de Miami decidir el rumbo de la guerra contra Batista y el tipo de gobierno de que se establecería. Por supuesto en el Pacto de Miami la influencia Norteamérica se hacía evidente y es por eso que Castro lo rechaza.

Mientras Fidel debe maniobrar por los intentos de aliados de entregar el proceso revolucionario, todavía en armas, a la influencia de los Estados Unidos, dirigentes del PSP, los que eran los comunistas en Cuba, impulsaban un acuerdo con los dirigentes del PRC-A y evitar todo tipo de discurso antimperialista. “…un sector del PSP, el que tenía como vocero a Carlos Rafael Rodríguez, opinaba que no debía hacerse propaganda antinorteamericana y además decía que Fidel Castro haría bien en ofrecerles a los auténticos de Grau y de Prío Socarrás posiciones en el gobierno que el 26 de Julio iba a establecer cuando derrotara las fuerzas de Batista” (Bosch, v. XIV, p. 114). La propuesta iba en contra de todo el devenir político que había vivido el mismo Castro, ya que siendo parte del Partido Ortodoxo fundando por Eduardo Chibás (el Raúl Chibás que hemos mencionado era hermano de Eduardo) como escisión del PRC-A que estaba hundido en la más fétida corrupción, buscar el apoyo de los auténticos era traicionar la veta esencial del Movimiento 26 de Julio. Semejante fue el caso de Bosch cuando en 1990 rechazó el apoyo de Peña Gómez y Majluta.

Mantener la revolución en el carril del centro demostró que Castro tenía una capacidad política envidiable. En mayo del 1958, es decir 7 meses después del Pacto de Miami y a 7 meses de triunfar la guerra contra Batista, Castro da las siguientes declaraciones al periodista norteamericano Jules Dubois: “El 26 de Julio nunca ha hablado de socialismo o de nacionalizar las industrias… desde el principio hemos proclamado que luchábamos para poner en vigor nuevamente la Constitución de 1940 (…) Nosotros estableceremos garantías, derechos y obligaciones para todos los elementos que participan en la producción, incluidos la empresa libre y el capital invertido” (Bosch, v. XIV, p. 114). En la medida que la guerrilla avanzaba y se hacía evidente que los días de Batista en Cuba eran pocos, más y más grupos, en el exilio o en la Habana, intentaban tomar el control de los acontecimientos, pero el volante lo tenían los barbudos de la Sierra Maestra y su líder Fidel Castro.