Retomo el análisis de la obra de Juan Bosch titulada Capitalismo, democracia y liberación nacional. Este libro, que es el compendio de varios artículos que había publicado representa un esfuerzo de precisar el uso que él hace de los tres conceptos que representan su título, por lo que es la puerta de entrada al análisis de otras obras de Bosch donde los usa de manera extensa. Luego de la fundación del PLD en el 1973 nuestro autor hace un gran esfuerzo por aclarar lo que es la Liberación Nacional y como en países como Cuba la revolución triunfante de 1959 se hizo bajo esos lineamientos, aunque luego se declara socialista.
Fruto de los cuestionamientos que le hacían los partidos de izquierda en nuestro país, que le demandaban asumir como tarea una revolución socialista o comunista, sobre todo los dirigentes del Partido Comunista Dominicano (PCD) él explica como partidos comunistas, como el cubano de los años 50, entendieron que el tiempo era para lograr un proceso de liberación nacional, por eso defendían la recuperación de la constitución de 1940 una vez derrocado Batista. “Como es posible que (…) algún miembro del PCD ponga en duda que el partido de los comunistas cubanos contribuyó a redactar una constitución burguesa, nos adelantamos a decir que sus diputados no sólo participaron en la elaboración de esa Constitución, sino que sus militantes votaron en las elecciones que se celebraron en el mismo año de 1940 para elegir presidente, senadores, diputados y concejales o regidores de los ayuntamientos del país; que su candidato presidencial fue Fulgencio Batista y que algunos de sus líderes fueron ministros sin Cartera en el gobierno que Batista encabezó entre 1940 y 1944, un gobierno, por otra parte, que no fue parecido al que presidió el antiguo jefe militar cubano en los años 1952-1958” (Bosch, v. XIV, pp. 105-106). No solo los comunistas cubanos -no me refiero al Movimiento 26 de Julio de Castro- contribuyeron con la constitución del 1940 y al final de los años 50 buscaban su implementación, sino que fueron aliados a Batista en el 1940 y participaron en su gobierno. Por supuesto fueron feroces opositores a Batista a partir del golpe de Estado del 1952.
Bosch destaca la sagacidad política de los comunistas cubanos en el contexto del desarrollo de la sociedad cubana, que teniendo claro que no era posible en dichos momentos impulsar una revolución socialista, empujaron la democratización de la Cuba de los años 40. Mediante ese argumento no solo Bosch justificaba que el momento en que esto escribía, en los años 80, la tarea era lograr la liberación del pueblo dominicano, sino que las izquierdas dominicanas estaban totalmente equivocadas al fantasear con una revolución socialista inminente como se llegó a plantear.
Bosch señala que: “…queremos agregar que en las elecciones de 1944 el Partido Socialista Popular llevó de candidato presidencial al Dr. Carlos Saladrigas, que era el candidato de Batista, lo que indica que la asociación política de los comunistas cubanos con Fulgencio Batista duró varios años sin que eso perjudicara el crédito del PSP y de sus líderes, porque lo que ellos hicieron a lo largo de esos años lo hicieron para servirles a su partido y a Cuba, no para servirse a sí mismos, y eso lo sabía en Cuba todo el que tenía criterio político y no vivía, como les pasa a tantos comunistas dominicanos, preso de emociones pequeño burguesas o de intereses personales” (Bosch, v. XIV, p. 106). Esa crítica a las organizaciones de izquierda dominicanas las repitió en varias ocasiones. Y es bueno aclarar que Batista en los años 40 no era un militar progresista, ni cosa que se le parezca, pero los comunistas cubanos buscaban garantizar el ordenamiento democrático cubano en lo que se creaban las condiciones para avanzar hacia el socialismo.
Es importante destacar que las izquierdas dominicanas fueron afectadas por los largos años de dictadura trujillista, que no permitía el desarrollo de la inteligencia política, y el atraso económico y social de la sociedad dominicana. Cuba era otra, mucho más desarrollada que la sociedad dominicana, por lo menos hasta finales de los años 60.
Bosch conocía la sociedad cubana como posiblemente ningún otro dominicano exiliado lo hizo, porque no solo vivió allá por cinco lustros, sino porque fue un actor de primer nivel en la vida del Partido Revolucionario Cubano Auténtico y del Partido Revolucionario Dominicano. Eso le permite explicar lo siguiente: “Cuando el autor de esta miniserie de artículos llegó a Cuba, en enero de 1939, el partido de los marxistas-leninistas de aquel país tenía el nombre de Unión Revolucionaria Cubana (URC), pero todo el mundo llamaba comunistas tanto a sus miembros como a sus simpatizantes. El nombre fue cambiado, si la memoria no nos falla, poco antes de las elecciones de 1944 por el de Partido Socialista Popular (PSP), pero los cubanos siguieron llamando a los afiliados y seguidores del PSP comunistas a secas. No recordamos ni un solo caso de alguien que les dijera a Juan Marinello, Blas Roca, Carlos Rafael Rodríguez, Lázaro Peña o Nicolás Guillén urcistas o pesepeístas sino comunistas, con lo que dejamos dicho que el pueblo de Cuba identificó siempre a los marxistas-leninistas de su país como comunistas sin importarle para nada el nombre oficial del partido en que militaba” (Bosch, v. XIV, pp. 106-107). A los miembros y simpatizantes del Movimiento 26 de Julio no los llamaban comunistas, porque no lo eran, a lo sumo pudieron llamarles ortodoxos porque eran miembros del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxos) o Partido Ortodoxo, y el asalto al Cuartel Moncada y las guerrillas de Sierra Maestra se hicieron desde la óptica de lo que pretendían los ortodoxos hacer al llegar al poder, hecho que fue cercenado por el golpe de Estado de 1952.