América Latina en el siglo XX está marcada por dos fechas esenciales. El 20 de noviembre de 1910 que fue el punto de partida de la Revolución Mexicana y el 2 de diciembre de 1956 cundo un grupo reducido de combatientes bajo el liderazgo de Fidel Castro desembarcaron en el municipio de Niquero, en Cuba, para iniciar la Revolución Cubana. Entre una y otra fecha ocurrieron transformaciones esenciales en el mundo. Las dos guerra mundiales, el ataque terrorista de Estados Unidos con bombas nucleares contra la población civil de Hiroshima y Nagasaki, y la Guerra Fría que sumió al mundo en múltiples guerra locales, golpes de Estado y horribles matanzas. Una tercera fecha importante para nuestro continente fue la disolución de la Unión Soviética el 25 de diciembre de 1991, a partir de ese hecho América Latina pudo comenzar a celebrar elecciones que diversos partidos de izquierda ganaron sin que Estados Unidos ejecutara golpes de Estado como era su costumbre, salvo el caso de Bolivia que el 20 de noviembre del 2019 sufrió un golpe de Estado de la extrema derecha pero en un año pudo recuperar su ordenamiento democrático con el triunfo de la izquierda. Por supuesto no podemos olvidar que en octubre del 1962 el mundo estuvo a punto de una guerra nuclear fruto de la instalación de misiles nucleares en Cuba por parte de la Unión Soviética, pero la diplomacia pudo superar ese trance.

Cuando Bosch regresa al país en abril del 1970 tenía en agenda reformar el PRD para convertirlo en un partido de cuadros, pero la crisis de 1973 con la llegada de Caamaño y sus compañeros en un esfuerzo guerrillero con vocación de martirio aceleró colapsó el liderazgo del PRD y Bosch optó por formar el PLD, saliendo del partido blanco con unas pocas decenas de dirigentes. Que este nuevo partido se llamaba de la Liberación Dominicana no fue una decisión al azar, ni coyuntural, ya Bosch tenía claro que ese era el camino que debía seguir para lograr la transformación de su pueblo. Esa decisión no fue entendida por los partidos marxistas dominicanos, por lo que Bosch tuvo que explicar en varias ocasiones la naturaleza de su opción política y su partido. Comparándolo con el caso cubano él señala que: “El partido de los comunistas cubanos, que según creemos recordar se llamaba todavía Socialista Popular (PSP), se había ido a la clandestinidad desde el momento en que Batista dio el cuartelazo del 10 de marzo de 1952, y el día del asalto al cuartel Moncada algunos de sus líderes estaban de visita en Santiago de Cuba, entre ellos su secretario general, Blas Roca, su líder sindical, Lázaro Peña, y Carlos Rafael Rodríguez. Como era natural que sucediera, los tres fueron arrestados y acusados de ser cómplices de la acción que habían llevado a cabo Fidel Castro y sus seguidores sin que ellos tuvieran la menor idea de lo que iba a suceder” (Bosch, v. XIV, p. 104). Los comunistas cubanos ni tenían idea de lo que los jóvenes ortodoxos ejecutarían en Santiago de Cuba ese 26 de julio de 1953.

Los dirigentes del Partido Socialista Popular cubano lo dijeron explícitamente y Bosch los cita: “El Partido Socialista Popular no tenía nada que ver con los hechos del 26 de julio y su dirección iba a decirlo así en una declaración que hizo publicar los días 5 y 10 de agosto en el Daily Worker, el periódico que publicaba en Nueva York el Partido Comunista de los Estados Unidos, porque no podía publicarlo en Cuba” (Bosch, v. XIV, p. 104). Fidel y sus compañeros estaban ejecutando una acción ajena completamente a un proyecto socialista, semejante al propósito de Bosch con el PLD. Para Bosch en el caso dominicano no era posible una revolución socialista porque la sociedad dominicana no había madurado un capitalismo donde la clase obrera fuera la vanguardia de un hecho semejante, lo que se imponía una revolución de liberación nacional donde todos los actores sociales, incluida la burguesía local no comprometida con los intereses imperialistas participaran. Los que no leyeron su libro Dictadura con respaldo popular, o al leerlo no lo entendieron, no podían comprender el propósito de Bosch. Por supuesto Bosch había avanzado hacia un pensamiento de izquierda durante su estancia en Europa (1966-1970), pero no era una revolución socialista.

No obstante es bueno señalar que los comunistas cubanos tenían un proyecto no necesariamente socialista. “El partido de los comunistas cubanos “formula la necesidad de crear un frente unido de las masas contra el gobierno (de Batista), para conseguir una salida democrática para la situación cubana, la restauración de la Constitución de 1940, derechos civiles, elecciones generales, y el establecimiento de un gobierno de Frente Democrático Nacional, con un programa de independencia nacional, paz, democracia y reforma agraria” (Bosch, v. XIV, p. 104). La sociedad cubana estaba mucho más avanzada que la dominicana en los años 50, con una clase obrera numerosa, pero con una inmensa población pequeñoburguesa que no compartía, por su naturaleza de clase social, la idea de una revolución socialista. No será hasta el 16 de abril de 1961 que Fidel Castro proclamó la naturaleza socialista de la revolución, luego de los muchos ataques provenientes de Estados Unidos contra Cuba, buscando el apoyo de la Unión Soviética. Esta proclama la hace Fidel justo en medio del intento de la invasión de Bahía de Cochinos, donde Estados Unidos, valiéndose de expedicionarios cubanos intentó derrocar el régimen revolucionario cubano.

Los comunistas cubanos tenían claro que no podían en su momento (1953) impulsar una revolución socialista por lo que su propuesta, que ya mencionamos, era afín a la liberación nacional. “Los comunistas de Cuba sabían que en la situación política en que se hallaba el mundo desde hacía años, muy semejante, por cierto, a la actual, con la diferencia de que ahora hay riesgo de una guerra nuclear, un partido como el suyo, de un país pequeño y débil, tenía que comportarse como los que ahora se llaman partidos de liberación nacional. Lo sabían a tal punto que no usaban el nombre de Partido Comunista de Cuba o Cubano, como sin duda les habría gustado llamarlo, sino el de Partido Socialista Popular” (Bosch, v. XIV, p. 105). Ese hecho es una demostración de la maduración política de los cubanos en los años 50, pero una vez logrado el movimiento 26 de julio el poder del Estado y frente a las acciones golpistas de Estados Unidos, a Castro no le quedaba otra opción que buscar el apoyo soviético. Personalmente siempre he tenido dudas sobre la naturaleza socialista de la revolución cubana, pero ese es un tema que trataré en otra oportunidad.