Uno de los aportes más importantes del libro de Bosch Capitalismo, democracia y liberación nacional (1983) es la clarificación conceptual de los términos incluidos en el título y otros que se develan en la obra. El libro recoge textos publicados entre el 1978 y el 1983 en el semanario Vanguardia del Pueblo, órgano del Partido de la Liberación Dominicana. No se le puede negar a Bosch sus grandes aportes a la teoría política en República Dominicana y la aplicación de sus ideas al análisis de la historia dominicana y del Caribe, tan temprano como desde el 1955, pero es a partir de su estancia en Benidorm y París entre 1966 y 1970, y durante el resto de su vida lúcida, que Bosch se esforzará, con gran sentido pedagógico, de sembrar en artículos y libros sus conclusiones teóricas para guiar a la sociedad dominicana a su plena liberación.

Luego de varias entregas sobre el análisis de este libro Bosch, donde él exponía su análisis sobre la democracia representativa o democracia burguesa, concluía Bosch que: “…la democracia burguesa apareció en la historia como un sistema político que operaba en beneficio exclusivo de la minoría dueña de los bienes de producción. Fue, desde su nacimiento, un régimen político al servicio de la burguesía” (Bosch, v. XIV, p. 93). Toda la visión romántica en torno a la democracia como un sistema inocuo, con una supuesta raíz humanística, es develada por Bosch como ardid ideológico que oculta su verdadera naturaleza. La democracia actual nació en el seno del ascenso de la burguesía como poder político en el siglo XVII -la revolución inglesa- y XVIII -la revolución estadounidense y la francesa-, impulsando dos modelos: el parlamentarismo y el presidencialismo.

La burguesía, y por tanto el capitalismo, no necesariamente depende de la democracia como sistema político. Tanto las burguesías criollas, como la gran burguesía internacional, ha vivido y crecido en regímenes absolutistas monárquicos, dictaduras militares y hasta sistemas fascistas. En cada caso con las adaptaciones precisas para mantener o ampliar su poder político y económico. Incluso con el ascenso de la extrema derecha en sociedades con tradición democrática, con toda su carta de integrismo religioso, racismo, misoginia y xenofobia, siempre que no afecte los intereses de la burguesía no representará un conflicto. Esto no niega que ciertos sectores burgueses están más comprometidos con la agenda democrática, el medio ambiente y la construcción de sociedades más equitativas.

Aunque en el contexto de la Guerra Fría ideológicamente se intentaba convencer a la opinión pública de que era un enfrentamiento entre la democracia y el comunismo, permitiendo a sátrapas como Trujillo presentarse como un demócrata enemigo del comunismo, de hecho la mayor parte de los aliados de Estados Unidos no eran democráticos y la potencia norteamericana patrocinó golpes de Estado a gobiernos democráticos en América Latina, África y Asia, para promover dictaduras que les fueran perrunamente leales. Del lado soviético muchos de sus aliados incluían en el nombre de sus países la palabra democracia, por ejemplo República Democrática Alemana, y todavía hoy día la dictadura más absolutista del mundo lleva en su nombre la palabra democracia: República Popular Democrática de Corea.

De la democracia es que hemos estado hablando en las pasadas entregas de esta serie, ahora Bosch aborda otro concepto muy relevante: Liberación Nacional. Aunque hoy no es de uso en la mayor parte de los discursos y teorías políticas, tiene un significado importante en la evolución de las sociedades latinoamericanas. Bosch ubica el tema en el debate dominicano de inicios de los años 80 del siglo pasado. “En la República Dominicana hay gente que confunde a los partidos de liberación nacional con los partidos comunistas, y lo que es peor, hay comunistas que propagan la tesis de que un partido de liberación nacional es reaccionario o de derechas porque no es comunista (Bosch, v. XIV, p. 95). La cuestión surge porque al abandonar Bosch el PRD y fundar un partido llamado Partido de la Liberación Dominicana, a finales del 1973, con fuertes alianzas con los países socialistas, representaba la pérdida de prestigio de parte del liderazgo de izquierdas y la transferencia del mismo a Bosch, ahora como el líder de izquierda más importante del país. Incluso la derrota de Caamaño, precisamente en el 1973, proyecto que Bosch siempre consideró como contrario a los mejores intereses de la revolución dominicana, fue el último esfuerzo significativo de alcanzar una transformación de la sociedad dominicana mediante la insurgencia.

A partir de ahora seguiremos a Bosch en su análisis de lo que es la Liberación Nacional y su diferenciación respeto al comunismo y la democracia.