Bosch destaca de manera clara que fueron precisamente esos miembros de los puritanos los que sentaron la base de una sociedad burguesa que no tuviera traza alguna de la Europa feudal que todavía pervivía en muchos aspectos de los despotismos monárquicos.

Desde el origen del Estado las ideas y estructuras religiosas han jugado un papel de primer orden en le legitimación del poder político, social y económico. Muchos de los conflictos en el seno de los Estados y con otros Estados tenían una explicación religiosa o se argumentaba que era la voluntad divina que se fuera a la guerra. En nuestra tradición judeocristiana son ampliamente conocidos los textos del Éxodo donde se explica como se orquestó una rebelión de tribus contras el Estado egipcio y la peregrinación de dichas tribus a través del desierto buscando la tierra que su dios le había prometido.

En el surgimiento del primer Estado burgués, las conocidas trece colonias de América del Norte, Bosch señala la valoración de Marx sobre la identidad religiosa de sus fundadores. “Hoy, en cualquier historia inglesa o norteamericana de las sectas cristianas conocidas con el nombre genérico de reformistas o protestantes se dice que los que se organizaron en la llamada Iglesia Separatista de Inglaterra (que fue la que recibió la mayor influencia calvinista) formaron el ala izquierda del movimiento puritano (…) pertenecían a esa ala izquierda los puritanos ingleses que en el año 1620 se embarcaron en el buque Flor de Mayo (Mayflower) para ir a fundar en Norteamérica la primera colonia inglesa del país (la de Plymouth, en Cabo Cod, lugar del actual estado de Massachusetts) que siglo y medio después iba a ser los Estados Unidos. De los Estados Unidos dirían Marx y Engels en el 1845 ó 1846 (en Feuerbach: Oposición entre las concepciones materialistas e idealistas) que era “el ejemplo más acabado de Estado moderno”, con lo cual dejaron dicho que era el mejor ejemplo de Estado capitalista” (Bosch, v. XIV, p. 71). Y tenía que ser así, ya que al llamarlos el ala izquierda se refiere a que como movimiento religioso los puritanos se oponían a las formas absolutistas de poder, en primer lugar de la Iglesia Católica Romana y en segundo lugar a la Iglesia Anglicana.

Semejante a Moisés, que se había criado en el seno de la realeza egipcia pero que asumió el liderazgo del pueblo al que pertenecía frente a la explotación del Estado de Egipto, los puritanos no aceptaban el poder de las estructuras religiosas que estaban aliadas al poder. No es por azar que al surgir la teología de la liberación en América Latina en los años 60 del siglo XX uno de los libros más consultados era precisamente la del Éxodo. Y que Moisés, siendo parte inicialmente de la estructura de poder de Egipto se haya decantado por el monoteísmo, ya que si existía un solo dios el Faraón no podía ser divino. No fue Moisés quien primero lo planteó, anterior a él, por cerca de un siglo, el emperador Akenatón y su esposa Nefertiti habían intentado implementar el monoteísmo en torno a Atón, el dios sol. Eso provocó una revolución de tal magnitud que a duras penas hoy tenemos noticias de ellos porque se desarrolló un proceso radical de extirpación de su recuerdo en las crónicas egipcias. El problema, vestido de tema religioso, era el poder, era intolerable que se le quitara al Faraón su condición de dios y para eso era necesario el politeísmo.

La fundación de las colonias de América del Norte no solo fue burguesa por las creencias religiosas, sino también por quienes organizaron el viaje. “Esos puritanos que fueron a Virginia viajaron contratados por una compañía comercial que era una empresa capitalista dedicada a producir tabaco (la Virginia Company), y en el impulso que los llevó a contratarse con la Virginia Company se hallaba presente la fuerza de la religión” (Bosch, v. XIV, p. 72). El otro aspecto importante es que ese proyecto colonizador integró la tolerancia a los diversos credos religiosos y cuando se fundó el Estado de Estados Unidos se asumió, no de manera formal, la separación del Estado de cualquier religión particular. Una cuestión que todavía es motivo de conflicto en dicho país y que es una de las armas ideológicas de la extrema derecha. Llama la atención de que el Papa Francisco recientemente condenara el atraso de algunos conservadores en la Iglesia Católica de Estados Unidos, afirmando que han reemplazado la fe con la ideología y que una interpretación correcta de la doctrina católica demuestra que sí permite el cambio con el paso del tiempo.

Bosch destaca de manera clara que fueron precisamente esos miembros de los puritanos los que sentaron la base de una sociedad burguesa que no tuviera traza alguna de la Europa feudal que todavía pervivía en muchos aspectos de los despotismos monárquicos. “Los puritanos ingleses que huían de Inglaterra al comenzar el siglo XVII querían, tal vez sin que llegaran a hacerse totalmente conscientes de ello, empezar en una tierra virgen un tipo de vida nuevo, que no tuviera trazas del pasado, y en ese caso el pasado era el feudalismo. Tuvo, pues, razón Federico Engels cuando dijo (en Del socialismo utópico al socialismo científico) que la América del Norte no conoció nunca el feudalismo y que la sociedad norteamericana “se ha construido desde el primer momento sobre una base burguesa”, y cuando en una carta fechada en Londres el 17 de octubre de 1893 escribió que “los Estados Unidos son… un país moderno y burgués y que ha sido fundado por pequeños burgueses y por campesinos que habían huido de la Europa feudal para establecer una sociedad puramente burguesa”. (Bosch, v. XIV, p. 72). Si en la América meridional España y Portugal implantaron el mismo sistema religioso que les justificaba como potencia, en América del Norte se establecieron colonias de puritanos que rompían con esos sistemas y fundaron un nuevo tipo de sociedad.

Por tanto, Bosch establece la importancia de esas ideas religiosas en el nacimiento de un modelo político que sería la democracia representativa al lograr su independencia los Estados Unidos entre 1775 y 1783, menos de una década antes de la Revolución Francesa. “Como vemos, había una serie de razones históricas para que el tipo de gobierno llamado democracia representativa naciera en los Estados Unidos, y entre ellas la más importante es que desde el primer momento el país donde surgiría el Estado que llevaría ese nombre fue poblado por personas que “habían huido de la Europa feudal para establecer una sociedad puramente burguesa”. (Bosch, v. XIV, p. 72). Más de un siglo después, en 1905, Max Weber publicaría su famosa obra La ética protestante y el espíritu del capitalismo donde vincula protestantismo y capitalismo.