Parecería ilógico comparar a República Dominicana y Canadá; el primero, un pequeño país con recursos muy limitados; el segundo, el más grande del planeta, después de Rusia, con inmensos recursos (incluyendo el 20% de toda el agua dulce del planeta) y un alto desarrollo económico y social. Pese a esta enorme disparidad, ahora que los diputados acaban de aprobar un proyecto ley para la creación de una nueva provincia, considero que no deja de tener una cierta pertinencia hacer el ejercicio de comparar las razones o sinrazones que en estos dos países han dado lugar a la formación de sus provincias.
En el caso de República Dominicana, de las 32 provincias existentes más otra que se pretende agregar, no pasan de cinco o seis las que son construcciones históricas, poblaciones con fuertes vínculos a un territorio y características geográficas, económicas, políticas, sociales y culturales que le son propias; el resto, son puros inventos, movilizaciones de grupos de arribistas para apropiarse de un pedazo de ese codiciado pastel que en nuestro contexto es el presupuesto nacional, a través de la creación de nuevos cargos, senador, diputados (con sus respectivos barrilitos), gobernador, síndicos, regidores, fiscales, jueces, directores de ministerios y otras oficinas del gobierno central, con toda la abultada empleomanía que gira en torno a esos puestos.
Inventos que tienen un terrible costo social y comprometen nuestro desarrollo, porque se traducen en falta de médicos, enfermeras y otros profesionales de la salud, precarios servicios en los hospitales, incapacidad para mejorar la calidad de la enseñanza, un problema de suministro energía eléctrica que tiene más de medio siglo sin resolverse, déficit de agua potable, una policía sin la profesionalidad ni los equipos necesarios para proteger a la población. En fin, falta de recursos para elevar la calidad de vida de los dominicanos.
En el lado opuesto, Canadá, con un territorio de casi 10 millones de kilómetros cuadrados, tres océanos (Pacífico, Atlántico y Ártico), tiene tan solo cinco regiones geográficas (la costa atlántica, el centro, las praderas, el oeste y los territorios del norte), diez provincias y tres territorios. Todas estas provincias tienen un fundamento geográfico, económico, político, social, cultural.
En la región atlántica están las provincias de Terre-Neuve-et-Labrador, Île-du-Prince-Édouard, Nouvelle-Écosse y Nouveu-Brunswick; la primera (Terre-Neuve-et-Labrador), en el extremo este de América del Norte, tiene como sello distintivo su estrecha vinculación con el mar. Es la más antigua colonia del imperio británico y ha sido una de los grandes activos estratégicos del país en sus inicios, reconocida por sus recursos pesqueros y su cultura ligada a esta actividad. La explotación de petróleo y gas marítimo también han contribuido enormemente a su desarrollo económico; la segunda (Île-du-Prince-Édouard), reconocida por su desarrollada agricultura, particularmente la producción de papas, es la cuna de la Confederación canadiense; la tercera (Nouvelle-Écosse), ha sido históricamente la puerta de entrada del Canadá por su bahía de Fundy y reconocida por su producción naviera, pesca y marina mercante. Allí se encuentran las principales bases navales del país; la curta (Nouveu-Brunswick), su origen está vinculado a los loyalistes (unionistas), colonos americanos fieles a la corona británica que se pasaron a Canadá durante la Revolución Americana (1775-1783), los recursos forestales, minería, pesca, agricultura, agroindustria y turismo son la base de su economía.
En la región central, cerca de los grandes lagos y el río San Lorenzo, se encuentran las provincias de Ontario y Quebec, donde vive más de la mitad de la población del país. Son su centro industrial y manufacturero, juntas producen más de las tres cuartas partes de todos los bienes fabricados en el país. Ontario es el mayor polo industrial y financiero, con una pujante industria automovilística. Allí se produce un considerable porcentaje de las exportaciones canadienses. Y Quebec, donde más de tres cuarto de la población es de lengua y cultura francesa, tiene también una industria bastante desarrollada, principalmente en el área forestal (principal productor de pasta de papel), producción de hidroelectricidad y explotación minera. Cuenta también con una pujante industria farmacéutica y aeronáutica.
En la región de las praderas, una inmensa planicie donde se encuentran unas de las tierras agrícolas más fértiles del planeta, están Manitoba, Saskatchewan y Alberta; la primera, tiene una economía basada en la agricultura, la explotación minera e hidroelectricidad; la segunda, es uno de los grandes graneros del mundo, la provincia del trigo. Posee además uno de los mayores yacimientos de uranio y potasio (utilizado en los fertilizantes) del mundo; la tercera, que debe su nombre a la princesa Luisa Carolina Alberta, cuarta hija de la reina Victoria, alberga cinco grandes parques nacionales, algunos de los más ricos yacimientos de fósiles prehistóricos y restos de dinosauros del mundo. Es también el centro de la producción de petróleo y gas del país.
La región de la costa oeste, donde está la provincia de Colombie-Britanique, es la puerta de entrada del Canadá en el Pacífico, millares de dólares de mercancía transitan anualmente por el puerto de Vancouver. La provincia cuenta también con enormes recursos forestales y una pujante industria de papel y productos de pasta de papel.
Los territorios del norte, donde está el Territorio del Noreste, Nunavut y el Yukon, pese a que ocupan una tercera parte del territorio nacional y en ellos caben más de 70 República Dominicana, no tienen rango de provincia; su escasa población, un poco más de 100 000 habitantes y ausencia de razones económicas, políticas, sociales y culturares, lo han impedido.
Canadá es pues una muestra fehaciente de que los argumentos de nuestros legisladores para crear una nueva provincia no tienen ningún asidero; es falso, totalmente falso, que con ello se mejorarían los servicios a los habitantes del Santo Domingo Norte y Oeste. El citado país norteamericano, con un inmenso territorio y una población más de tres veces superior a la nuestra funciona muy bien con tan solo diez provincias, porque todas ellas tienen más de una razón de ser. Con esas pocas provincias, todas enormemente grandes (solo Quebec es casi tres veces más grande que Francia, el país más grande de la Unión Europea), ha podido desarrollarse como una gran nación y permanecer años tras años entre los diez países con mejor calidad de vida en el mundo.