Porque: Los partidos condenan la espada, en vez de quien la empuña.
La decepción es peor que el enojo, porque estando decepcionado no vuelves a mirar igual a esa persona ni a quererla igual.
Comienzan a escucharse esas vibrantes peroratas cuneiformes, enaltecedoras que arrancan vítores, no solo de esas masas amorfas, sino hasta de los más escépticos observadores. Voces que pregonan la llegada de las ansiadas justicias sociales que nunca acaban de aparecer. Empleos por doquier, sueldos decentes que les permitan a la gente retirarse sin tener que salir a pedir limosnas, es decir, prometen de todo y para todos, solo eso, prometen y prometen como si ya el pueblo no los conociera a ellos y sus discursos.
Las groserías de cuando han estado en el poder y la sarta de invectivas para evitar codearse con el pueblo, todo esto se les ha olvidado y ya se presentan como redimidos por los dioses para volver de nuevo a estrujarnos en la cara su desprecio por el hedor a pobre que proviene del pueblo genérico, que solo les ha servido como medio o tontos útiles para apropiarse del erario, donde ahora, todos, están protegidos bajo una cornucopia de pesos y dólares.
Si, vienen con lo mismo y por lo mismo, utilizando una irrespetuosa y engañosa pantomima para penetrar en las mentes y hogares de los más necesitados. Pero, muy por encima de esto, es bien sabido que solo en una democracia, poder es influencia, ya que solo en las dictaduras, es que existe un poder absoluto que procesa y condena “legalmente”. Y es entonces, cuando al exponer esto, se produjo un lóbrego silencio, porque todos conocen que simplemente, cosa como esta última es hasta impensable, razón por la cual por encima de todo esto, tenemos que continuar por el camino que ya hemos trazado y desandado, aunque sin muchas cosas por las cuales enorgullecernos.
Y, ¿cuál es quid de la cuestión? Muy simple, sencillo y fácil de comprender y es que, desde siempre, todos los pueblos han necesitado de “algo”, ya sea un símbolo o un icono, algo que le dé un sentido de identidad, de pertenencia, como antes sucedía con nuestros militares, pero, al parecer, este pueblo necesita de ese algo para poder comprender lo que significa en realidad vivir en democracia, vivir dentro del derecho que le corresponde a cada quien para que no vuelva a suceder lo que hicieron los que mal nos gobernaron blindados bajo una supuesta democracia. Si, necesitamos ese “algo” que nos inspire y nos guíe, porque al parecer, los que teníamos se han cubierto con una pátina de polvo estival que los hace difícil de ver, comprender y adherirse al camino que ilumine esa luz.
A todo esto, reitero, que este presidente es la antítesis del pichón acomplejado, rencoroso y permisivo que nos mal gobernó, pero, en cuanto a los demás, parece que el cáncer de la ineptitud, prepotencia e ineficiencia ha dejado sus secuelas y semillas de corrupción, aunque semi-controladas, es decir, que no todo es color de rosa, pero, por igual, tampoco se asemeja a la asociación de malhechores y desfalcadores que poco les faltó para robarnos hasta el buen pensar.
Y no puede haber olvido, porque la maldad fue tal que poco les importaron las consecuencias de sus acciones, como esa de autorizar a un supuesto ex honorable para establecer unos aserraderos en la misma Sierra de San José de las Matas y zonas aledañas, donde no solo se ha cometido un crimen -tal y como denunció la periodista Altagracia Salazar- sino que, junto a otros que ejercen la ganadería han depredado toda la zona, siendo los segundos tan criminales, que tumban los pinos y además fumigan la zona para evitar que estos vuelvan a surgir.
Podría decir fácilmente que estoy viejo, retirado y buscar la comodidad del silencio, pero no, porque como dijo el bardo; sin carrera que correr ni pasión que derrochar, solo me queda dar todo lo que me queda, para que todos veamos la luz y todos los que mal nos hicieron, no tengan perdón o cualquier otra bachatearía política. ¡Sí señor!