Nuestra vida pareciera estar regida únicamente por los eventos materiales. Inspirado en eso, se propuso y se adoptó una ley que permite regular los días feriados en el almanaque nacional: se trata de la ley 139-97, mediante la cual los días feriados del calendario que coincidan con los días martes y miércoles, jueves o viernes serán trasladados de fecha, promulgada el 19 de junio del 1997, bajo el gobierno de Dr. Leonel Fernández. Esta ley tiene como motivación esencial la producción material – “es de alto interés nacional el incremento de los índices de producción y productividad de la Nación Dominicana”.

Se parte del hecho de que “los días feriados son un problema”, como lo plantea el CONSIDERANDO: “Que la vigente disposición de los días feriados tiende a desorganizar el ritmo laboral, con las consiguientes pérdidas en la producción y comercialización de bienes y servicios, y especialmente afecta el proceso productivo en las industrias de ciclo continuo.”

Este es uno de los desmontajes de las tradiciones históricas y culturales más dañinos que se le haya hecho a esta sociedad, que poco le queda de referente con el pasado glorioso, y que tiene un presente incierto, basado en la inmediatez más burda, copiando, imitando e identificándose con pautas y eventos socio culturales que poco o nada tienen que ver con nuestra sociedad, dejando de lado sus valores y riquezas culturales y espirituales, por desconocerlas.

Aquí se pretende partir de la nada, sin referentes de predecesores. Se acaba con el ritual de prepararse para honrar, respetando la memoria del que fué. Se “cualquieriza” la imagen, la producción moral, la estela de grandeza que deja el pensamiento del prócer Juan Pablo Duarte, 210 años después de su nacimiento. El natalicio de Duarte (26 de enero) es celebrado este año el 30 de enero, donde todos nos iremos a la playa a consumir algo que nos haga olvidar lo que no somos, postergando todo lo que nos permita pensar o reflexionar en torno a Duarte y la patria.

Se arranca del imaginario colectivo toda traza del pasado, de los referentes importantes y necesarios para concretizar una identidad históricamente sustentable, respaldada por hombres y mujeres ejemplares, que dieron sus vidas para la construcción de una dominicanidad, fragilizada. Si bien la ley se adelanta en el considerando: “Que una de las mejores formas de honrar la memoria de nuestros próceres fundadores y de sus gestas patrióticas, la constituye realizar jornadas de trabajo que incrementen las riquezas nacionales y con ello, las posibilidades de lograr mayor prosperidad y libertad para los dominicanos.”

Cuánto cinismo, cuánta mentira… Eso no es cierto. Es todo lo contrario lo que se ha obtenido – como resultado, es la anomia ¿Saben las nuevas generaciones de la grandeza del pensamiento de Juan Pablo Duarte?

Igual ha pasado con el 1° de Mayo, Día Internacional de los trabajadores, celebrado desde 1889 a nivel mundial, para honrar la lucha del movimiento obrero, con los mártires de Chicago. Pero, en este país, se celebra cualquier día, el día del trabajo, con la complicidad de los grupos “sindicalistas empresarios”, que poco interés tienen sobre la fuerza que arrastra esta fecha histórica a nivel de las luchas y los logros de los trabajadores del mundo.

No son sólo las fechas del calendario religioso las que deben ser respetadas; la historia, nuestra historia debe ser cuidadosamente transmitida y recreada bajo la responsabilidad del Estado, como parte de la construcción ciudadana y de la identidad nacional.

No aparece alguien que explique lo absurdo y lo dañino de dicha ley a fin de que sea derogada… ¿Quién ha medido el supuesto beneficio de la misma? A parte de permitir el puente para que la gente llegue más cansada a sus trabajos, tras un fin de semana de juerga. Si el empleado no se integra a su trabajo o llega poco motivado tras un día feriado, es sancionado; pero acomodar el calendario al ocio y al “dolce far niente” (el dulce hacer nada) como dicen los italianos, es ser cómplices de la mediocridad y la falta de responsabilidad que debe primar en la formación de los individuos.

Artículo 4. La ley nos dice: “En los días 6 de enero, día de Reyes; 26 de enero, día de Duarte; 1° de mayo, día del Trabajo; 16 de agosto, día de la Restauración; y 6 de noviembre, día de la Constitución, que coincidan con los días martes, miércoles, jueves y viernes de la semana de que se trate, según el caso, se celebrarán en los centros de trabajo y estudio, actividades destinadas a exaltar la significación de la fecha”.

Cuando el asueto debe estar destinado a festejar la fecha, si se festeja en los centros de trabajo, la actividad laboral es interrumpida y ni se trabaja ni se celebra debidamente.

No hay que ser un gran especialista para darse cuenta como el Papá Noel / Santa Claus se comió los tres Reyes Magos… Ya el 6 de enero, no se observa la algarabía de la “víspera de Reyes, llenos de contento”, y lo que representa en la mente de un niño creer en los Reyes Magos. Recuerdo salir a recoger la hierba para ponerla junta al agua, para cuando llegaran los camellos sedientos, sin saber que mis padres hacían magia para conseguir los juguetes. Hasta el Presidente Luis Abinader observó que habría que volver a recuperar el día de los Reyes, tras 26 años de incoherencia legislativa.

La Ley 139-97 es un verdadero ejemplo de la falta de respeto y desinterés que tiene el legislador por la ciudadanía, la ausencia de conocimientos de los problemas sociales, la falta de empatía con el pueblo. Aquí no se legisla para el bien común; se legisla para grupos, para el beneficio de algunos sectores e individuos, y aquellas leyes que podrían ser determinantes para la evolución y desarrollo del país, son retenidas, entretenidas y deformadas en el congreso.