El cambio climático es una realidad en aumento que se revela mediante la ocurrencia de fenómenos de lluvias y sequías que al ser humano y a la Inteligencia Artificial (IA) se le hará complicado controlar. El crecimiento industrial es el culpable del cambio climático y la inteligencia artificial surge de los avances tecnológicos y científicos.
En la mitad del siglo dieciocho, la revolución industrial promovía la creación de las industrias que han contaminado durante todo este tiempo. Muchas de ellas modernizadas. Hoy, en el siglo veintiuno, la inteligencia artificial pretende contribuir a disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, emisiones generadas por las grandes industrias de los países desarrolladas.
En la actualidad, nos encontramos en el auge de la ingeniería cibernética e industrialización de la robótica. Las industrias del siglo pasado crecieron en un ambiente de competencias. Esa realidad llevó a las industrias a invertir en las investigaciones científicas y tecnológicas, con el propósito de aumentar la producción y capitales.
Las academias se interesaron en la inteligencia artificial; para integrar nuevos contenidos formativos tecnológicos y ponerse a la vanguardia. Todos nos preparamos para caminar con la inteligencia artificial como redentora del presente y el futuro en materia de desarrollo.
Tal como expresa la española Nuria María Oliver Ramírez, ingeniera en telecomunicaciones, “la inteligencia artificial puede formar parte de las soluciones a los grandes problemas a los que se enfrenta la humanidad, debido a su capacidad de analizar millones de datos y de crear modelos predictivos”.
Cuando vemos el cambio climático, especialmente las emergencias climáticas y los desastres que este ocasionan, pensamos en las ventajas que representa la inteligencia artificial en este campo; al mismo tiempo, miramos hacia los países industrializados que más contaminan y los que más están invirtiendo en la Inteligencia Artificial.
En términos de emisiones de gases de efecto invernadero China, Estados Unidos, India, Rusia y Japón son los que más contaminan el planeta, según el Informe de la Brecha de Emisiones, 2019, del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
En ese mismo orden, los países que más han invertido en inteligencia artificial (IA) son Estados Unidos, China, Reino Unidos, Israel y Canadá. (ICCSI, los países líderes en inteligencia artificial: ranking y porcentaje, 2025). Cada uno de estos países están a la vanguardia de la revolución tecnológica.
Existen muchas informaciones al respecto; el mundo está viviendo el cambio acelerado del clima. Las propuestas alternativas de inteligencia artificial por el clima están ordenando una gran parte de lo que se genera como ciencia para impactar en la protección ambiental.
Se anhela alcanzar una resiliencia climática que se apoye en las tecnologías al servicio del cambio climático. Esto podría, de la mano con la inteligencia artificial, contribuir en las acciones contra el cambio climático. Con la IA se podrá predecir el tiempo, rastrear la contaminación. Tener pronósticos certeros. Absolver los gases para la descarbonización del planeta. Recoger los residuos contaminantes. Mejorar la agricultura y reducir el impacto ambiental.
La IA podrá procesar datos que servirán de ayuda a los humanos en la toma de decisiones. En esta 4ta y algo de revolución, seguirán transformándose las industrias y los retos y desafíos para controlar el cambio climático con la IA serán mayores.