La campaña no transcurre aburrida sino definida. No tanto por las simpatías que en la población suscita el gobernar de Luis Abinader, y sus esfuerzos sinceros por modificar y transparentar el Estado (algunos fallidos y otros cumplidos), sino por el pasado negativo y falta de credibilidad de quienes le adversan.

A Richard Nixon, en la campaña de 1960 contra John Kennedy, le colgaron el apodo de “Tricki Dick” (Dick el truculento), comparándolo con un pícaro vendedor de carros usados; de esos que intentan pasar por bueno lo inservible. A los opositores de aquí bien podríamos llamarles igual:  dicen y prometen esforzándose en pasar gato por liebre.

Me inquieta saber si esas organizaciones- especializadas en cronificar el subdesarrollo-están consciente de su inútil retórica; menos efectiva que mis intentos de seducir a Shakira, o de los esfuerzos de Sísifo  por  llevar la roca a la cima de la montaña (recordemos que ese personaje mitológico, rey de Corinto, fue famoso por sus artimañas y por tratar de engañar a la muerte. Por eso fue castigado por los dioses).

Nadie ignora que en la caja de herramientas del político encontraremos simulación, mentira, un “manual del sofista “, y un diccionario de eufemismos. Y, con excesiva frecuencia, numeraciones de cuentas bancarias, listado de testaferros y personal de tareas sucias.

Si bien en muchos países esas cajas parecen  una de bombones de chocolates- por aquellos de disimular y evitar ser descubierto-, en RD están hechas de un cristal transparente que muestra el contenido. Algo paradójico, pues ese desparpajo tiene algo de honestidad: “somos lo que somos y aquí están nuestras herramientas. No tenemos nada que ocultar, y menos que temer…”

Pero  tanto me fascinan esas medias verdades, que tendría por gran logró llegar a conocer hasta qué punto esos lideres opositores creen en sus discursos. Si son fabuladores conscientes o desesperados que se alimentan de fantasías narcisistas, a lo Trump (jefe absoluto de la irracionalidad norteamericana). Quizás sean maestros de falacias, esforzándose en mantener cuotas de poder e impunidad.

¡Cuanto daría por llegar a una conclusión veraz y contundente! Pero me digo: “Sueña Pilarin”, eso es imposible; te quedaras deduciendo, sopesando hechos y ateniéndote a los números.  Admito que no tengo más remedio que agarrarme de lo sabido y aguantar  mentiras conocidas.

Otra cosa, no me engaño: la incertidumbre y las dudas sobre los políticos no concluirán el día después de las elecciones. Ahí no termina el asunto. Debo recordar que los políticos-ganadores o perdedores- son los nuestros: elaborados con productos criollos en cocinas de partidos del sistema.

Si en el nuevo cuatrienio servirán un menjunje indigesto o un sabroso manjar, dependerá de la receta que utilicen los cocineros de palacio. Si vuelven al “pica pollo” mal frito que a veces cocinan los gobiernos, o sirven un tonificante filete con papas, el tiempo lo dirá. Por suerte, no repetirán los antiguos cocineros que brindaban pipián calentado con bombilla. De ellos no probaremos bocado, porque fueron despedidos.

No obstante, para evitar grandes desengaños, tengo presente esa caja de herramientas que llevan sobre sus hombros políticos y gobernantes. Que yo sepa, todavía no se deshacen de ella. Pero, dicha sea la verdad-que de la verdad esto se trata-, algunos hacen el  esfuerzo por sustituir el contenido por uno más noble.