La situación en que nos deja Fiona ya ha sido cronometrada por algunos estudiosos. El huracán era categoría 1, muy diferente al huracán David que era categoría 5. No obstante su categoría, hizo algunos destrozos importantes: el muelle turístico del este, y en la autopista Duarte, un puente seco, entre muchos otros daños.

Uno se detiene en las apreciaciones que se hacen para analizar los destrozos de los anteriores huracanes. Se tiende a comparar como un método de análisis, que debe ser permitido. Por ejemplo, sabemos bien que la tormenta Noel fue devastadora, lo mismo que el Huracán Georges. En otras partes del mundo oyeron nuestras quejas, nuestras protestas y nuestros lloros cuando estos huracanes dieron con nuestra tierra.

Es bueno entender algo: los organismos de emergencia están súper capacitados para atender estos fenómenos. El COE cuenta con un equipo capacitadísimo de personal que sabe muy bien todo lo que implica hacerle frente a uno de estos fenómenos. Tómese el caso de Georges, que fue devastador en la Mesopotamia. Las autoridades tuvieron que emplearse a fondo para enfrentar los múltiples daños.

Hoy estamos claros: los dominicanos sabemos bien lo que significa uno de estos llamados, pero lo mismo son los borinqueños, La Isla del Encanto. Conozco bien el fenómeno puertorriqueño. He oído los cuentos de gente que allá habita y que con María vio el terror. Al mismo tiempo que se hablaba de ciclón aquí, se hablaba de terremoto en México. Es bueno indicar que después de pasar por nuestra tierra, el huracán Fiona adquirió categoría 3.

Tenemos que tener en cuenta que los ciclones vienen todos los años. La pregunta que se hacen muchos es cómo reaccionaban los habitantes primigenios de la isla, los taínos que ya tenían conocimiento del huracán, nombre taíno. Es natural que uno sepa por las lluvias que ahí viene un ciclón, pero otras lluvias del año también son devastadoras. Cuando se mezcla el asunto de la lluvia con los vientos, entonces tenemos un fenómeno de potencia destructora.

Todos sabemos la leyenda en que se convirtió el huracán de San Zenón, lo mismo que David. Recuerdo que este ciclón me atrapó en una casa no en la playa pero cercana al mar. Las olas eran tan altas que llegaban a la parte atrás de la casa, y un montón de tiras cómicas –colección de una prima–, fueron mojadas por tanta lluvia. Uno recuerda la constante lluvia, como si no fuera a acabar. En nuestra memoria, no existe un huracán tan potente como lo fue David, un huracán que daría para hacer una encuesta: ¿en dónde estabas cuando entró el huracán David?

Los huracanes son espiados por aviones costosísimos que nos dan el centro y un montón de datos que nos permiten entender cuál es su fuerza. Ya los pronósticos comienzan a ser más serios, algo muy útil para mantener a la ciudadanía atenta, algo que salvará vidas.

La población tiene claro lo que debe hacer cuando se anuncia un ciclón. Tenemos el fenómeno sociológico de las compras: los supermercados se llenan, los colmados son requeridos como en ningún otro tiempo, las compras aumentan y la gente almacena agua porque ya se sabe que en los apartamentos, en algunos, puede irse el agua y también la luz. De modo que lo que se hace en tiempo de huracán es extraordinario pero se hace cada año para esta época.

Se le busca un nombre al huracán, se anuncia cuando se forma en las costas africanas y se piensa que estos atacarán las islas de Sotavento y luego a nosotros, a Puerto Rico y la Hispaniola (en los libros de historia a Puerto Rico se le conoce como isla San Juan), para luego pasar al norte donde llegará a la Florida para hacer otras devastaciones. Como dije antes, este huracán Fiona era categoría uno, es decir no tenía tanta potencia como uno categoría 4, pero aun así hizo algunos daños que ahora tendrán que ser contabilizados por las autoridades locales. Recibí la noticia de que en Higuey hizo estragos potentes, algo muy lamentable. Los portadores de esta noticia son habitantes del lugar pero hay que tener cuidado con el fenómeno de la hipérbole, que también existe.

Es un dato importante el que ha salido a la luz pública: el número de desplazados. Nos parece un número muy alto pero es seguro que así fue. De modo que fueron miles y debemos estar claros: con el correr del tiempo, la ciudadanía tiene claro que debe ponerse a resguardo. Los arroyos que eran pequeños arroyos, los ríos que eran pequeños ríos, con la llegada del huracán y tantos milímetros de lluvia, adquieren otra magnitud: se convierten en ríos profundos y caudalosos, y los arroyos toman el carácter de ríos que se llevan todo a su paso.

Estos días serán de preocupación para las autoridades porque se trata de volver a la estabilidad que se tenía antes: la gente que huyó tiene que verificar primero si puede volver, y hay que chequear que no haya un remanente de lluvias. Hace unas pocas horas, veíamos un montón de relámpagos y nublazones, lo que quiere indicar que todavía no ha pasado este tiempo pos huracán, que puede traer muchas lluvias. Al menos tenemos los modelos cartográficos meteorológicos, mapas que nos ayudan a ver en tiempo real por donde va la tormenta y lo que nos deja atrás. Aunque ya haya marchado, tenemos claro que puede haber lluvia para las siguientes horas.

Se entiende que si ya el huracán marchó, entonces será menos la lluvia. Invito al lector a espiar en los mapas meteorológicos de Weather Channel y NHC, para aclarar este asunto. Lo cierto es que las autoridades lo tienen claro: los puentes “que se fueron” deberán ser repuestos porque significa volver a conectar poblaciones y localidades. Ahora veremos a las autoridades fajadas en esos puentes y en esos muelles, para que todo vuelva a ser normal.

La lluvia que nos trajo el huracán David hace muchos años es recordada: no paraba de llover y tampoco paraba de hacer viento, pero un viento intenso que movía los carros, que parecían de juguete. Los dominicanos tenemos un máster y hasta un doctorado en huracanes desde la época lejanas de los taínos que, recurriendo a una extraña sabiduría y al auxilio de los dioses, sabían muy bien protegerse de este fenómeno de la naturaleza. Por ahora podemos decir, bye bye, Fiona. “Hasta la vista, baby”.