(En ocasión de la Semana Santa)
La sociedad actual nos presenta diversas alternativas para la vida. Las nuevas tecnologías, la ciencia y el modernismo se inclinan por el materialismo, olvidando buscar a Dios, creador del universo.
Muchos buscan el dinero, otros el poder político y económico, algunos tratan de borrar a Dios en la existencia, varios tratan de suplantarlo con las nuevas tecnologías.
Algunos dicen que la ciencia se preocupa por la totalidad de la existencia. Si la ciencia no puede alcanzar a Dios, entonces…Dios no existe…!No sólo existe lo que conocemos físicamente!.
Si buscamos la existencia de Dios en el materialismo no lograremos nunca tocarlo físicamente, pero Él está presente en toda la naturaleza: la ciencia humana nunca descifrará la energía espiritual, lo sobrenatural, ni los misterios de la fe.
Dios
Dios no es un ser común. Él se sitúa fuera de éste orden, está por encima de lo físico material, siendo una voluntad divina, es una causa que se eleva por todo el ser.
Sabemos imperfectamente lo que Dios es. Sin poder aprehender su esencia en sí misma.
Dios es la esencia de la vida, misterio inaccesible a la simple razón, posee propiedad absoluta, tarde o temprano lo llegamos a conocer en su esencia misma, como Él es.
La fe, que es el conocer a Dios sin verlo, es el inicio de la vida eterna, una virtud sobrenatural.
La metafísica o «teología natural», es una ciencia que ordena lo racional o natural, parte de las cosas visibles, investigando la razón última, llega así al reconocimiento de la existencia de Dios por analogía, partiendo de la naturaleza.
La teología es la ciencia que nos conduce a los misterios revelados, arraigada en la fe, acompañada de la razón, es la ciencia de Dios: es la luz de la razón acompañada de la fe.
Dios y la ciencia
Los antiguos definían la Ciencia como el conocimiento de las cosas por sus causas (cognitio rerum per causas).
Se puede definir también que existen ciencias por el conocimiento de su demostración y por el conocimiento explicativo.
La ciencia general tiene por objeto las necesidades inmanentes a la naturaleza, a las esencias universales realizadas en los individuos, en el mundo de la existencia concreta y sensible.
La ciencia está limitada a lo necesario, va a los objetos inteligibles que el espíritu busca y desentraña dentro de la realidad, no es para tratar lo contingente, debe ser de carácter universal. Es el conocimiento de las cosas por sus principios o causas.
Existen ciencias de verificación y de explicación. Todas las ciencias tienen naturalezas o esencias universales: unas naturalezas son conocidas o manifestadas (aunque nunca se llega al conocimiento total), a éstas las llamamos ciencias deductivas o de explicación, como son las matemáticas y la filosofía.
En matemáticas se trata del dato sensible de la cantidad o edificando sobre él, que en lo real son propiedades de los cuerpos.
En filosofía el espíritu capta esencias substanciales, dependiendo del método analítico-sintético de la experiencia, del exterior al interior, así se conocen los efectos de las causas.
La esencia se conoce por analogía, por su espíritu inteligible, encierra verdades eternas, como la existencia de Dios.
Las ciencias de verificación o inductivas, como la física, donde el conocimiento de las razones o causas se dan por los efectos, son identificadas por signos o subtítulos, tienen por objeto el estudio de la materia, pero no necesariamente trascienden en el tiempo, no alcanzan las naturalezas, tienen un valor explicativo.
Ser de las cosas: «Un conocimiento en donde el espíritu constreñido por la evidencia, asigna las razones de ser de las cosas, ya que el espíritu no queda satisfecho sino cuando al aprehender una cosa, un dato cualquier, desentraña que funda ese dato en el ser y en la inteligibilidad».
Para conocer a Dios podemos partir de la naturaleza, la increíble maravilla del cuerpo humano, de las cosas que demuestran que existe un motor que se mueve, sin ser movido.
El conocimiento del científico es para ocuparse del fenómeno, de la apariencia del ser, utilizando los sentidos como instrumentos, es un conocimiento sensorial, diferente al metafísico que penetra en el ser utilizando la inteligencia, cuya capacidad es abstracta, se interesa en el ser en su esencia, en cuanto ser, sin negar el conocimiento sensible del científico.
Pruebas de la existencia de Dios de Tomás de Aquino;
Santo Tomás de Aquino explica las cinco pruebas de la existencia de Dios, comprendidas así:
- Existe un primer motor inmóvil. Todo sujeto es movido por otro, hay cosas que son movidas, otras que se mueven, pero hay algo que se mueve sin ser movido…ese es Dios.
- Causa eficiente incausada, que es la imposibilidad de un progreso infinito, es la prueba de las causas eficientes del ser.
- La última fuente de toda necesidad: es necesario no por otro. Lo que no tiene en sí la razón suficiente de su existencia debe tenerla en otro: es la contingencia. Es la prueba por la contingencia de los seres perecederos.
- Los grados del ser. Ser por esencia. Existen varias perfecciones en el mundo, pero sólo hay una fuente perfecta: Dios.
- Primera inteligencia creadora. Es el principio de la finalidad: todo tiende a su fin. Las cosas inanimadas tienden a su conclusión, es obra de alguna que está fuera de ellas. Sólo las cosas vivientes pueden tener finalidad.
Jacques Maritain, el gran filosofo francés, escribió Aproximaciones a Dios, para dar una explicación sobre las vías que permiten a la inteligencia humana descubrir a Dios, las maneras en la cual la razón humana puede tener ese conocimiento de Dios.
«La perfección del hombre es a la vez obra de Dios y del hombre, supone por parte del hombre una voluntad decidida y tenaz, heroicamente paciente y perseverante, pero hay que decir que lo perfecto viene de Dios, nada de uno mismo».
La existencia de Dios sobrepasa cualquier «prueba», «demostración», o «vía », porque la razón demuestra esa existencia, es una actitud inteligente, cuando probamos la existencia de Dios es algo que sobrepasa nuestras ideas, a todas las pruebas o demostraciones.
Punto de partida es el conocimiento previo a nosotros mismos, de la experiencia intuitiva, que pregunta: ¿He existido siempre? ¿De dónde procedemos? ¿He existido siempre, pero no en mí mismo?
La existencia de Dios es una certeza que emana de una demostración lógicamente elaborada, de una justificación metafísica racionalmente desarrollada.
Nos puede conducir al conocimiento de Dios la nostalgia que despierta en el ser humano la belleza, creada por la misma belleza.
El ser de todas las cosas derivadas de la belleza divina.
«La belleza es una trascendental, una perfección en las cosas que trasciende a las cosas y atestigua su parentesco con el infinito, las hace experimental de alegría del espíritu».
La esencia de la existencia y de la vida de Dios, es un misterio que no tiene fácil acceso a un simple razonamiento, que tiende más a la fe que a la ciencia. Cuando se haya agotado toda en la ciencia aparece el Creador.
El que no sirve a Dios donde se encuentra, no servirá a Dios en ninguna otra parte.
Para encontrarnos con Dios debemos buscarlo a Él, desear ese encuentro con el sumo Creador, como dice San Agustín:
«Busquemos con el afán de encontrar y nos encontraremos con el deseo de buscar aún más».
Aun los que no tienen certeza de Dios deben ir en su búsqueda. Así, buscando, escudriñando, investigando, lograremos encontrar el autor de la existencia: Dios.
¡Busquemos a Dios y lo encontraremos!