Desearía hoy no haber escrito, como una predicción dolorosa, hace cerca de treinta años, aquel trabajo en el Listín Diario y que titulé "Nos arropa la delincuencia". Es cierto que era muy temprano para vislumbrar lo que sólo era un simple celaje en el horizonte. Una premonición que me duele en el alma cada vez que la pienso.
El país está al grito con el uso de la burundanga, utilizada para realizar acciones delictivas. Sin embargo, la denuncia de esas perversas acciones que afectan al país, son más de lo que pudiéramos imaginarnos, se producen más en el silencio, la tristeza y en la propia amargura de las víctimas impotentes y sus familiares, que lo que se publica en los espacios sociales y los casos procesados en los tribunales de la República Dominicana.
En el centro de salud más importante del país, a plena luz del mediodía, y con la presencia de un público de decenas de personas de clase media alta, y yo estaba allí, un sujeto trató de suministrar burundanga contra un joven paciente que esperaba, junto a su esposa, un servicio de salud en dicho lugar.
La acción malhechora fue frustrada gracias a la suspicacia e inteligencia de su compañera esposa, quien reaccionó como sabe reaccionar una mujer de su extirpe.
Es bueno que el país conozca que en los grandes centros comerciales se producen diariamente acciones como la que describimos; sin embargo, muy pocas salen en los medios de comunicación. La burundanga es una droga muy peligrosa, especialmente la escopolamina, contra los ciudadanos de todas las clases sociales.
La burundanga es una droga hipnótica usada para abusar de las personas y robarles, violarlas o asesinarlas. Esta sustancia se asocia a los violadores. Su consumo provoca una parálisis mental. La persona que toma o está afectada por ésta, se hace sumisa ante cualquier orden que reciba de parte de otro individuo.
Las autoridades policiales y judiciales deben prestar atención a este caso que estamos comentando, pues afecta a la ciudadanía. Se debe actuar drásticamente contra estos delincuentes que producen daños a tantas personas inocentes.