Los tentáculos de la dictadura de Trujillo, no fue ni a uno ni a dos, a los jóvenes que les cegaron la vida, sino una gran camada de muchachos que quedaron atrapados entre sus garras. Principalmente por el cerco de los llamados calieses-aquellos de los carros cepillos, o sea, los clásicos escarabajos Volkswagen, que merodeaban las esquinas y los barrios en el país, y que en Bonao también tuvieron presencia haciendo sus felonías.   Entre tantos, las crónicas dan cuentas de las torturas que fueron sometidos, entre otros; Egidio Velásquez Sosa, el viejo Jillo (Este porque un día de madrugada, voceó, refiriéndose a Petán, por su actitud prepotente de humillación a los ciudadanos de Bonao ¨Ahora sí, tenemos dos dictaduras. Una en la Capital y la otra en Bonao¨. Y Maminche-un señor que con el  tiempo se conoció en Bonao, como plomero del sector de la calle La Altagracia , llegando a la calle nueva-Las Mercedes-, a ellos, en especial a Maminche, fue sentado en la llamada silla eléctrica, pero, además, a ambos, les sacaron a sangre fría las uñas de los pies y las manos-según nos contara el propio viejo Jillo, y escuché también, contarlo en voz del propio Maminche, este último testimonio que oí, aun estando el suscrito un niño de unos cinco años que vivía en esa demarcación.

Por igual, entre otros tantos, de esa época negra y oprobiosa del año 1959, ya dando tumbos la dictadura, quedó atrapado el profesor Silvestre Antonio Mejía, alias, Bure, junto al otro mártir directo de la dictadura, Benito Rosario Alberto, alias, Ramoncito.  A estos mártires, no lo llegamos a conocer, pero sí que, en los corrillos pueblerinos de la villa del Bonao, siempre se oían mencionar, en especial, en cuanto a mi conocimiento, a Bure que junto a otros amigos de la época fueron fusilados ya directamente por orden del Mayor General, José Arismendi Trujillo, Petán, que llegó a hacerse dueño de la comarca. Según nos narra William Mejía, el hijo mayor del malogrado Bure, que su padre ya estaba casado con la joven Margarita Rosario Gutiérrez, nacida en el 1934, o sea, apenas con 25 años, también madre de; Kelvi Margarita y Luis Alfonso (EPD), los tres, aún muy niñitos, el día del asesinato –según refiere la fuente, -su hijo William-, que era el mayor de tres hijos, nuestro mártir, junto a su amigo, murió ahorcado en una mata del patio del cuartel de la Cumbre-Bonao, el 6 de junio del 1959. Su hijo nos recrea que ellos-su familia-, venían del hoy Distrito Municipal, Los Quemados, cuando se enteraron de la noticia.  Y junto a él, el mismo día, corrió igual suerte, -repito-, el profesor Benito Rosario Alberto, alias, Ramoncito.

En la foto aparecen, de izquierda a derecha en primer plano, Margarita Rosario Gutiérrez, su esposa, que aunque murió en 1976, reposan en la misma tumba del cementerio de Caracol Bonao. A la derecha del mismo plano, aparece Silvestre Antonio Mejía Álvarez, Bure. Y en el plano de abajo aparecen los jóvenes que fueron a la Cumbre a recoger las osamentas. Se distinguen, entre otros; al lado izquierdo de cuclillas Fausto Pérez, y en el extremo, derecho en igual posición, Soto Rosario. (Los demás no fueron identificados por quien calza este trabajo) Por igual, aparece la crónica periodística del Caribe, dando cuenta del hallazgo de los huesos de los dos jóvenes referidos)

No cabe duda que Silvestre Antonio, ya profesor a la hora de su muerte con apenas 28 años, de la escuela Manuel Aybar de Bonao, era un anti trujillista que siempre socializaba en la esquina de la Avenida Dr. Pedro A. Columna con la calle Las Mercedes, en la intersección donde está la casa de don Juan Ramón Rosario (Don Momon) y doña Adelaida Vargas Jáquez, -precisamente, hermana de padre y madre, de Aniana Ondina Vargas Jáquez, la heroína Nouelense-. Estos dos señores eran los padres de Soto, Minino, Checo, José Luis, Pepe, Raúl y otros hijos-la casa aún se mantiene como una reliquia de las viviendas victorianas de la época.

Nos cuenta la fuente, que, en esa intersección referenciada, existía una parada que transportaba pasajeros hacia Los Quemados y que también había una llave publica-se estilaba esa fuente de abastecimiento de agua ¨potable¨, para llenar las tinajas de las casas-, y en efecto, se convirtió en un sitio donde discutían temas-aunque discreto-, los jóvenes de la resistencia y cargados de emociones, manifestaban sus posiciones anti trujillistas en dicho lugar y en cuyo sitio, un día apareció en la base de cemento de la referida llave publica, un letrero que decía, ¨abajo Trujillo¨, o sea, 8 días antes del desembarco de Constanza,  Maimón y Estero Hondo, de la llamada raza inmortal, que precisamente, en ella vino Mayovanex Vargas , sobreviviente de la gesta.  Es decir, como se sabe, ya unos días, el Trujillato conocía de la expedición en el sentido, que la historia da cuenta que cuando llegaron, los que venían por avión, ya las áreas estaban aradas con el fin de evitar su aterrizaje, pero además, ya el régimen los estaba prácticamente esperando, lo que implicaba que el sátrapa en Bonao estaba barriéndolo todo, lo que no se puede dudar que esta muertes fue producto de la intolerancia exacerbada de los Trujillo por tener la información de la expedición que ya conocían que vendría, como se decía.

Pero, bien, al margen de esa capsula, al volver a Bure y a Ramoncito, -también la fuente da cuenta, que, además, apresaron al joven-hoy señor, Osvaldo Almánzar, el padre de Botello-el de la agencia Moparinsa, quien salvó la vida milagrosamente. Cabe decir, que el apresamiento, principalmente de Bure, se registró en la calle Duarte, precisamente, frente a frente a donde está hoy el Busto del Dr. Pedro A. Columna, de la hoy avenida que lleva su nombre. Y para ser más preciso, al lado del eterno recordado, Simón Pueblo, que aún se conservan las casas, aunque un poco reformadas.   Las comidillas del momento, dio al traste que un grupo de jóvenes-según la fuente-, todo de la misma línea de pensamientos, se apersonaron a la cumbre y precisamente, descubrieron las osamentas de Bure y Ramoncito, metidas en sacos, que según los jóvenes que se atrevieron a tal aventura, los conocieron por los colores de sus vestimentas.  Pero bien, la historia ha seguido su curso. Por lo menos, tenemos conocimientos, que, a sendos mártires, sus nombres se han inmortalizados en dos centros educativos. La escuela de Los Quemados, lleva el nombre de Silvestre Antonio Mejía, Bure, y una escuela de la calle dominicana, lleva el nombre de Benito Rosario Alberto, Ramoncito.

Ahora lo crítico es que en la intersección de la calle Duarte con esquina Aniana Vargas, se construyó un monumento a los héroes de Bonao, y cuando se quiere ver cualquier imagen, señal, foto o tarja, nada de eso, al día de hoy, se aprecia. Y es verdad, se ve una construcción con la imagen de la heroína Aniana Vargas, y fíjense ustedes, según el mural muy bien elaborado por el joven pintor Elvin Tolentino, la alegoría pictórica, no recrean la gloria patriótica de esta gloria de la Revolución de Abril del 1965, y en efecto, su inmensa labor en defensa de su patria, se ha reducido a exaltarla como centinela de las aguas. Pero al propio tiempo, cualquier persona que se interese ver lo que guarnece dicho monumento, lo que encuentra es una garita sin placa y carente de solemnidad, de bandera, y sobre todo de tarja. Y no lo quisiera imaginar, que, si la había, se la robaron para vender el bronce como chatarra. Porque lo que se avista es una pequeña mole de cemento sin ninguna lista de los caídos en honor a la patria-de la cosecha revolucionaria de Bonao-, que les dan razón de ser a ese monumento.

Y más, su verdugo, que según la historia, lo fue el  teniente Brador Gómez, quien sabe si vive el sueño eterno en un panteón digno.  Porque así son las paradojas de quisqueya. Los héroes los sepultan en el polvo del olvido y los esbirros los enaltecen para que quede latente que la rebelión de las masas, como dice Ortega y Gasset, están sugestionadas por el exterminio y las aberraciones culturales que ha sepultado el recuerdo de la raza inmortal. Por lo tanto, junio que es el verdadero mes de la raza que entonó el himno libertario, que ha de recibir el canto patriótico de todos los Bures y los Ramoncitos, que aun,  tapado por la indiferencia, son faros de luces que iluminan la conciencia nacional. Y quienes olvidan sus héroes, son más verdugos que quienes los asesinan. ¡Que vivan Bure y Ramoncito, en ellos, todos los caidos!

William Mejía Rosario de visita al monumento. Se muestra que la tarja que disponía de los héroes de dicho espacio, ya no está colocada en su base. Tampoco se dispone de ninguna otra ilustración en todo el monumento. Es decir, una mole de cemento es lo que hay.