La Interrelación del Organismo con el Entorno, el Confort en los Espacios Habitables y la Eficiencia o Aprovechamiento Energético, tanto en la captación como en el uso, son en resumen los aspectos fundamentales que definen la arquitectura bioclimática.

 

El análisis del entorno (y de los factores que forman parte del mismo), es la acción primaria que determina muchos de los pasos a dar posteriormente para conseguir el bienestar y el equilibrio energético deseado. Es a partir de un estudio de las condicionantes climáticas y medioambientales que se plantean las estrategias bioclimáticas de diseño; tomando en cuenta aspectos tales como la situación geográfica, el régimen de viento, los niveles de humedad, la incidencia del  sol en las estaciones del año, la topografía, etc.

 

Confort

 

Cuando hablamos de Confort, nos referimos a 1) buena  iluminación, 2) equilibrio acústico/sonoro, 3) kinestesia   y  ritmos biológicos del individuo favorecidos, 4) agradable sensación olfativa, 5) factores higrotérmicos adecuados.

 

Aprovechamiento energético

 

La arquitectura bioclimática, es lo opuesto a la práctica generalizada de exportación de modelos predeterminados, a lugares con características climáticas y ambientales distintas, siendo esto causante de gastos excesivos de energía, por compensar las deficiencias de diseño. Para que un organismo sea cómodo y a la vez con un consumo moderado, debe estar pensado y construido a favor de la naturaleza y no en contra. Como todo proceso bioclimático, las condicionantes climáticas han de tomarse en consideración para el planteamiento de una buena solución.

 

Los términos Ahorro, Aprovechamiento y Eficiencia, aun no siendo sinónimos, responden a un solo concepto de optimización de la energía y sobre todo al uso de renovables, que en lo concerniente a la arquitectura se podrían dividir en solar, eólica biomasa y R.S.U.

 

La Captación, la Acumulación y la Distribución son conceptos claves para alcanzar la eficiencia.

 

La piel del edificio

 

La envolvente, cuya misión principal es la de proteger de los factores climáticos, garantizar el bienestar interior, permitir y graduar la entrada de luz natural y el contacto con el exterior; es uno de los elementos arquitectónicos más importantes a la hora de evaluar la eficiencia energética del edificio. Debe considerarse como una estructura dinámica, al ser el punto medio entre lo interno y lo externo; que reacciona ante las exigencias del usuario, las variaciones del tiempo y la radiación solar.

 

Además de su función protectora, con el aislamiento adecuado cuando hace falta para evitar las pérdidas de las condiciones imperantes en el interior; las fachadas, cubiertas, y elementos de cierre -por medios pasivos y activos- pueden captar, almacenar y distribuir energía solar; por ejemplo: Muros Trombe, Invernaderos, Cubiertas Ecológicas, etc.

 

En determinadas situaciones los cerramientos pueden ser parte de sistemas de transformación de energía: cubiertas fotovoltaicas, captadores solares.