Somos lo que sabemos y todo lo que sabemos se encuentra en nuestra memoria:  tus datos personales, recuerdos de la infancia, personas conocidas, orientaciones geográficas, informaciones culturales, profesión u ocupación, identificación del peligro, etc. Realmente perder la memoria equivale a dejar de existir, aunque los demás te sigan viendo.

Siendo nuestra memoria tan importante es indiscutible el valor de conocerla mejor y contribuir a mantenerla en las mejores condiciones posibles. Hay innumerables estudios neurológicos en curso para entenderla mejor, estas reflexiones simplemente explican un poco del funcionamiento de nuestra memoria. El término memoria hace alusión a la codificación, almacenamiento y recuperación de datos.

Entre las principales zonas cerebrales vinculadas a la memoria tenemos: el hipocampo (que tiene forma de caballito de mar), la amígdala cerebral y la corteza prefrontal. No es casual que el área del cerebro que tiene que ver con las emociones también se relacione con el aprendizaje y la memoria. Por eso los expertos en educación procuran siempre hacer del aprendizaje una experiencia agradable y entretenida. Dicho en otras palabras, difícilmente memorizas lo que no te emociona.

La amígdala registra las experiencias emocionalmente negativas, se relaciona con el miedo o la ira, su función es ayudar a protegerte de vivencias desagradables. La corteza prefrontal es la gerente de tu cerebro, donde tomarás las decisiones en base a tus conocimientos previos. Las zonas cerebrales se interconectan como una especie de red para poder hacer correctamente su trabajo. Actividades que conllevan coordinación motora, como bailar o montar bicicleta, se memorizan vinculando áreas relacionadas con el movimiento (núcleos basales y el cerebelo). La principal función cerebral consiste en interrelacionar las diferentes áreas cerebrales con todas las células del organismo.

Se han descrito diversos tipos de memoria, pero mencionaremos las más importantes.

La memoria a corto plazo, de fijación o anterógrada, se ocupa del ingreso de informaciones nuevas. También nombrada memoria operacional, que sería similar a la memoria caché de nuestras computadoras. Nuestro nivel de motivación influye directamente en nuestra capacidad de percepción, la decisión de registrar informaciones y en el esfuerzo empleado para recuperar recuerdos. Como vemos, nuestras emociones influyen en nuestro aprendizaje, por lo que estar desanimado o apático, afecta al aprendizaje y la inteligencia. La memoria a largo plazo, retrógrada o evocativa, son los recuerdos que nos definen, la información que registramos a lo largo de la vida.

Por otro lado, se habla de memoria declarativa, no declarativa o procedimental.

Llamamos amnesia a la pérdida de la memoria, que podría ser anterógrada, retrógrada o global (retroanterógrada). La amnesia puede deberse a múltiples causas: de tipo degenerativo o vinculadas a la edad, déficits nutricionales, infecciones, neurosis, traumas, accidentes cerebrovasculares, deshidratación. El Alzheimer es uno de los casos más graves de disfuncionamiento de la memoria. Una vida saludable es la mejor protección contra nuestros fallos mentales.

Es muy común ver en alguna película, algún caso de amnesia parcial o temporal, ya que tienen un impacto muy dramático en la vida de las personas; sin embargo, podrías no conocer ningún caso en la vida diaria.

Existen reglas mnemotécnicas que son estrategias para ayudarnos a memorizar, a menudo son frases que integran los elementos que queremos recordar, pero pueden tener muchas variantes dependiendo del tipo de dato. Por ejemplo, para recordar un nombre: lo primero es querer recordarlo, luego escucharlo bien, repetirlo mentalmente, integrarlo a datos ya aprendidos y puede ser útil relacionarlo a algo simpático (por ejemplo, el apellido Delgado en alguien obeso o el apellido Veloz en un atleta). Cuando queremos mejorar nuestra memoria, existen innumerables técnicas para lograrlo y hay personas quienes han mostrado una impresionante capacidad de recordar, por ejemplo, algunos autistas. Puntos que podríamos mejorar son: nuestra percepción, nivel motivacional e interés en aprender. Es importante saber que aumentar nuestros conocimientos no solamente mejora nuestra inteligencia, sino que favorece que vivamos más y con mejor calidad de vida.

En ocasiones, lo que no recuerdas se debe a que sencillamente no quieres recordarlo, porque ciertamente algunos recuerdos tienen un efecto negativo sobre ti, pero en la medida en que corriges el impacto que te hacen, eliminas bloqueos que limitan tu amplitud de consciencia. En ocasiones, una enfermedad física desaparece cuando logras superar el impacto negativo de un recuerdo (estrés postraumático).

Algunas substancias estimulan o favorecen la memoria como: anfetaminas, cafeína, vitaminas (B, C, D), Ginseng, tratamientos contra el Alzheimer, Zinc, buena hidratación, entre otros. Pero su importancia es relativa. Dormir lo suficiente es esencial, ya que mientras dormimos es que consolidamos nuestra memoria a largo plazo.

Mediante la hipnosis, se han podido recuperar recuerdos que se consideraban imposibles de recordar y durante la meditación, una persona puede “bucear” en las profundidades de su mente y recuperar recuerdos que pueden serle de mucha utilidad para su superación. Los recuerdos se pueden hacer muy difíciles de recuperar, pero no desaparecen, aunque a veces no regresan hasta que no tengamos la capacidad necesaria para manejarlos o hasta que podamos modificar nuestros estados de consciencia.