La designación de un nuevo ministro de educación ha traído una luz de esperanza en el panorama tan pesimista que estábamos viviendo en relación a la educación pública. Además de ser bien conocido por su preparación, experiencia, buen juicio y firme carácter, Angel Hernández se ha hecho acompañar por un equipo de viceministros muy respetados, entre los cuales, debo celebrar, se encuentran por primera vez dos sociólogos, dedicados a la educación desde hace décadas.

El Ministerio de Educación es muy complejo, pero no lo es tanto por aspectos científicos o tecnológicos, no creo que haya que traer expertos de fuera para que nos digan que hacer, porque eso está suficientemente estudiado, diagnosticado y recomendado. Los dos nudos principales de la problemática de la educación pública en el país, son precisamente los que no tienen las escuelas privadas exitosas: un ministerio politizado, con un débil liderazgo y excesivos compromisos con intereses particulares que nada tienen que ver con la educación; y un personal docente atrincherado en sus demandas gremiales, cuyo ascenso económico y profesional no depende de sus resultados en el aprendizaje de los alumnos.

En este inicio de clases el miércoles 21, lo menos que podemos esperar, porque eso si que se puede resolver, es no pasar por el espectáculo vergonzoso de que las escuelas sigan vacías hasta una semana después del inicio del año escolar. Las autoridades no deben permitir que ese mal ejemplo se mantenga, sin que haya ninguna consecuencia para quienes la promueven.

Los problemas que cada año se presentan en muchas escuelas públicas en cuanto a retrasos en reparaciones, material, libros, uniformes, hablan muy mal de un ministerio que tiene 10 años manejando el mayor presupuesto jamás visto. En este momento no podemos culpar a quienes asumieron hace un mes, pero de ahora en adelante esas deficiencias inexplicables deberían salir de los titulares de los periódicos, no por ocultamiento, sino porque pasen a ser cosas del pasado. El personal encargado de tener todo listo a tiempo, debería ser removido si no lo hace, no importa a cuál partido pertenece.

En esta época, los esfuerzos del ministerio no deberían consumirse en asuntos logísticos que cualquier funcionario medio tendría resolver, sino en lograr que se alfabetice bien a los niños, asunto que, en la antigua educación tradicional se resolvía fácilmente, con cartillas que eran sumamente eficaces.

El país ha elaborado planes educativos, de manera continua, desde hace tres décadas. Prácticamente los mismos problemas, objetivos y metas han estado presentes en todos los planes, acuerdos y pactos. Quienes conocimos el estado de la educación pública al final de los años 80, no podríamos afirmar que no se ha avanzado en nada. Ciertamente que aquellos niveles de extrema pobreza y desorden han sido superados en buena medida, al menos en aspectos materiales.

El análisis de los indicadores de educación de la República Dominicana en los últimos 30 años, desde el primer Plan Decenal de Educación en 1992, presenta un panorama donde se mezclan avances, estancamientos y fracasos.  Veamos algunos indicadores fundamentales.

  1. Se ha avanzado en la cobertura, con logros importantes en los niveles preescolar y medio. Sin embargo, en el nivel primario no se ha podido alcanzar la meta de cobertura total de la población de 7 a 14 años que todos los paises del mundo acordaron a principios de los años 90, en la Primera Conferencia Mundial, celebrada en Jomtien, Tailandia.

Todavía, al 2022, una importante cantidad de niños y jóvenes dominicanos se quedan todos los años fuera de la escuela. Aunque el preescolar ha aumentado, hoy en día, ya estamos atrasados, puesto que los niños de las clases acomodadas están siendo escolarizados antes de los dos años. Por tanto, la meta de escolaridad de los niños pobres a los 5, reproduce la desigualdad. Los centros de atención a la primera infancia han sido insuficientes.

  1. En alfabetización total de la población se ha avanzado, pero todavía tenemos alrededor del 5% de la población de mas de 15 años analfabeta, lo cual equivale a más de 700 mil personas, eso sin contar el analfabetismo funcional. El nivel educativo promedio de la población también ha avanzado, aunque todavía estamos por debajo de la media de la región.
  2. En infraestructura y equipamiento escolar también se ha avanzado, parece mentira que el Ministerio no presente estadísticas actualizadas y objetivas sobre esta situación. El panorama de las escuelas públicas ya no es el mismo, la mayoría son edificaciones bien dotadas, con laboratorios, canchas, salones y hasta limpias. En el 2013 se estableció la meta de construir 29,000 aulas hasta el 2020. Se construyeron 16,837, para un 58% de cumplimiento, con una inversión mayor a los 100 mil millones de pesos. Sin embargo, las denuncias de escuelas en mal estado y falta de equipamiento llenan los periódicos constantemente. Son vergonzosas las cifras de escuelas que, habiendo sido contratadas y en parte pagadas, se quedaron sin terminar y ahora se encuentran en litigios, con una enorme inversión que ha sido sustraída o desperdiciada.

El creciente cambio en la distribución urbano-rural impone una frecuente actualización de las necesidades para asegurarse de que la inversión se realice justamente en los lugares necesarios. Existen indicadores de que muchas edificaciones escolares se están quedando vacías, ya sea por los cambios poblacionales, como también porque fueron construidas en lugares inadecuados o innecesarios.

  1. En todos los planes educativos se incluye el objetivo de mejorar la eficiencia interna. En los indicadores más relevantes de eficiencia se ha avanzado, aunque esto no significa que se imparta mejor educación. A principios de los 90, la repitencia en el primer grado rondaba el 50%. Entonces se dijo que era por falta del preescolar, ya que los niños entraban a la escuela pública tarde y en un año no había tiempo de alfabetizarlos. Con el aumento del preescolar se reduce la repitencia y la sobreedad, ayudado por la decisión de promover automáticamente en los primeros tres grados. La repitencia en primaria se encontraba en 4.8% en el 2019, la sobreedad en 5.9% y el abandono en el 2%. No hay que celebrar mucho estos indicadores porque los niños son promovidos de curso sin haber aprendido.
  2. Otro aspecto en el que se ha avanzado grandemente es la alimentación escolar. En los 90s, miles de niños estaban hambrientos y a eso se atribuía su bajo rendimiento. Después de establecida la jornada extendida, un sustancial presupuesto se invierte en ofrecer desayunos, almuerzo y meriendas, de manera que ahora no se puede decir que no aprenden porque tienen hambre.
  3. Otro aspecto que ha consumido grandes cantidades de recursos en los últimos años es el equipamiento, sobre todo de tecnología, que ha sido proporcionado a escuelas, docentes y hasta alumnos, antes y durante la pandemia, así como la cantidad de módulos que han sido elaborados y proporcionados para la integración de tecnologías en la enseñanza. No sabemos cual ha sido el destino de esos equipamientos y si esa inversión ha servido para algo, por tanto, no podemos afirmar que se ha avanzado, pero podríamos suponer que deberíamos estar mejor que en los años 90.