El fraude ha existido desde el surgimiento mismo del comercio electrónico. Sin embargo, ha sido el auge de las compras y ventas en línea como resultado de la crisis de la COVID-19 el que ha ofrecido a los estafadores una nueva ventana de oportunidad.
Una encuesta de 2021 evidenció el impacto que la pandemia tuvo (y tiene) en el fraude del comercio electrónico, con tres cuartas partes de los comerciantes en línea en todo el mundo informando un aumento neto en los intentos de fraude desde su inicio el año anterior.
En nuestro país los casos de estafas de comercio electrónico son el tipo de ciberdelitos más habituales (52%), seguido por los casos de extorsión (17%), phishing (11%), robo de identidad (5%), acceso ilícito (4%) y skimming (2%).
De acuerdo con un informe de la Asociación de Bancos Múltiples de la República Dominicana (ABA) compartidos en 2021, más de la mitad de los ciberdelitos perpetrados en el país se llevan a cabo a través de la mentira y el engaño con ánimo de lucro.
Las brechas de seguridad cobraron un alto precio en la industria, cuyas pérdidas por fraude de pagos en línea se estimaron en 20 mil millones de dólares estadounidenses a nivel global en el mismo año.
A la luz de esta situación, se prevé que el mercado de detección y prevención de fraudes en el comercio electrónico crezca más del doble entre 2021 y 2025, acercándose a los 70 mil millones de dólares estadounidenses.
El segmento de entradas para eventos en la República Dominicana incluye la venta de boletas para actividades deportivas y artísticas compradas en línea, incluyendo también las salas de cine.
Aquí se incluyen las reservas pagas y los boletos digitales que se pueden escanear a través de códigos QR. Los "usuarios" de entradas se cuentan como compradores activos de las boletas del evento, independientemente del número de entradas compradas. De este segmento se excluyen los tickets para museos, teatros, cabarets o clubs de comedia.
Para el mercado dominicano se prevé que los ingresos en el segmento mencionado cierren con un total de 14.79 millones de dólares estadounidenses en 2022, según el reporte de Economía Digital de la firma Tabuga.
También se espera que el comportamiento de dichos ingresos muestre una tasa de crecimiento anual (CAGR 2022-2027) de 5.23 %, lo que resulta en un volumen de mercado proyectado de 19,08 millones de dólares estadounidenses para 2027.
En el segmento de entradas para eventos específicamente, se espera que el número de usuarios ascienda a 800 mil usuarios para 2023, mientras que la penetración de usuarios en el segmento será del 6.1 por ciento en 2022 y registrará un crecimiento de ingresos del en 2023.
Estamos hablando de alrededor 700 mil usuarios que comprarán boletas digitales para 2022, siendo potenciales víctimas del ciberdelito. La vulnerabilidad presentada por la cadena de valor asusta.
Los acontecimientos producidos alrededor del concierto de Bad Bunny el fin de semana pasado, donde se pudieron observar varios componentes -especulación, transferencia, duplicación y distribución de códigos de acceso o boletas digitales- que demuestran la reducida protección que tenemos a nivel de políticas de protección al consumidor en el país.
Las autoridades deben asistir preventivamente al consumidor con tecnología –igual que como se ha hecho en otros lares- habilitando un sistema de validación que permita demostrar la trazabilidad del cambio de propiedad de la boleta digital.
Mecanismos como las billeteras digitales pueden presentarse como alternativa para mitigar la informalidad y uso de efectivo, el cual es caldo de cultivo para las estafas. La industria Fintech nacional debe presentar alternativas.
Esto garantizará la confianza del consumidor en el instrumento y al mismo tiempo, evitará la erosión del encadenamiento digital en el país. ¡Cuidemos la economía digital!