"Estoy sola; siempre estoy sola, no importa lo que pase". Marilyn Monroe
Adoro a Marilyn. Adoro sus películas. Todas ellas, incluso aquellas en las que su papel es casi insignificante. Siempre me pareció una actriz muy por encima de la imagen de mito erótico que Hollywood y el mundo construyeron para ella. Había en Marilyn algo mucho más intenso y a la vez muy alejado de la imagen frívola y vana que se vendió en un intento por fabricarla a la medida de su público. Había un nosequé que emanaba de su yo auténtico y que naufragaba, apenas oculto, tras la estrella rutilante que brillaba en pantalla. Era algo más intenso aún que su hermoso cuerpo, su mirada de niña y su enorme sonrisa, esa que no se cansaba de prodigar -al menos en apariencia- a sus legiones de seguidores. Y sin embargo yo, desde muy joven, observaba en ella una tristeza a duras penas soterrada y una tremenda vulnerabilidad. Supongo que debí ver en cualquier revista una imagen que se quedó grabada en mí para siempre. Alguna de esas fotografías en las que se detecta en ella una fragilidad que se hace incómoda, como si invadieras un territorio que solo a ella le perteneciera. Seguramente como adolescente no me planteaba este tipo de reflexiones, pero al mismo tiempo esa impresión se coló muy pronto en mí y nunca he logrado desembarazarme del todo de ella. Y es ahí precisamente, en esa tristeza radical y profunda y en el drama personal que acompañó a la actriz a lo largo de su corta existencia, dónde se centra Blonde.
Me acerqué a esta película como me gusta hacerlo, sin conocimiento previo que pueda contaminar mi particular visión y criterio. No sabía nada de ella salvo que Ana de Armas, actriz cubano-española, daba vida al personaje. Cuando lo supe no logré verla en papel sinceramente y confieso que equivoqué de medio a medio mi apreciación. Hubo momentos en los que me costó discernir si se trataba de Marilyn o de Ana recreando su papel. Su mimetización con el personaje es casi perfecta. Se me antojó al verla que este tipo de simbiosis ha de pasar sin duda factura personal. Su interpretación me pareció francamente buena. Hizo un buen, muy buen trabajo.
La película es aguerrida y valiente en su propuesta de una Marilyn muy alejada del glamour y de la gloria. Un film incómodo, abierta y deliberadamente incómodo que en ciertos momentos, te inunda y con tal fuerza de dolor que resulta muy difícil cargarlo a la espalda. No hay licencia apenas a lo largo de tan largo metraje, más de dos horas, para momentos de felicidad. No hay tregua para Marilyn ni para el espectador.
Basado en la novela de Joyce Carol Oates, el guión ficciona su lado más oscuro, en un recorrido que abarca desde su infancia hasta el fin, asentando la trama en dos ejes que pivotan alternándose hasta el delirio a lo largo de todo el film: la ausencia de referencia paterna y el deseo de una maternidad que le permita al fin afianzar raíces y crear una familia.
La imagen, en constante transición entre el blanco y negro y el color, alcanza en ocasiones enorme protagonismo lleno de belleza y lirismo. En otras sin embargo, se queda en un ejercicio delirante y en mi opinión desafortunadamente gratuito, que lastra enormemente la película. Cuando terminé de verla no voy a negar que me inundó la sensación de salir al fin de un mal sueño magníficamente interpretado y con unos cuantos momentos dignos y mucho de recordar. El regusto final es agridulce en mi paladar. He de confesar que no calificaría de redonda una película que se obsesiona en mostrar el peor lado de Marilyn Monroe, siempre hablando en términos de ficción, pero a la vez considero que el trabajo de Ana de Armas sobrepasa y con creces cualquiera de los delitos que la película y su director se empeñan en cometer y solo por eso bien merece la pena verla.
FICHA TÉCNICA
Año / País: 2022 / Estados Unidos Estados Unidos
Título original: Blonde
Duración: 166 min.
Guion: Andrew Dominik (Novela: Joyce Carol Oates)
Música: Nick Cave, Warren Ellis
Fotografía: Chayse Irvin
Productora: Plan B Entertainment (Distribuidora: Netflix)