La arquitectura bioclimática cuyo objetivo es optimizar el uso de los recursos naturales para mejorar la eficiencia energética y el confort interior de los edificios, minimizando el impacto ambiental, también busca integrar la edificación al contexto natural y cultural del lugar. Esto último es parte de los postulados de la arquitectura de Frank Lloyd Wright.
En la obra de Frank Lloyd Wright, uno de los arquitectos más influyentes en el siglo XX, y probablemente “El” arquitecto americano, podemos identificar varios principios que reflejan los fundamentos de esa arquitectura bioclimática.
Wright fue un gran exponente, en sus obras, de la integración del paisaje con su arquitectura, y que usando elementos del entorno, concibiera un diseño acorde con ese entorno.
Wright abogó por la integración de su obra con el paisaje circundante, de manera que la misma no se observara como una intervención ajena, sino como una extensión natural de su lugar de emplazamiento.
La muy famosa Casa de la Cascada (Fallingwater House) puede ser el ejemplo más destacado y supone uno de los hitos de la arquitectura del siglo pasado y de la obra del genio de Taliesin West.
El uso de los materiales locales como piedra, madera y ladrillo, hacía que esos edificios se fundieran con su entorno y aprovechar al máximo los recursos naturales locales.
Los grandes ventanales han sido parte de la obra residencial de Wright, así los tragaluces y amplios muros de vidrio, para el paso de esa luz natural hacia el espacio interior, reduciendo la necesidad de iluminación artificial y conectando a los ocupantes con el exterior.
Este enfoque de iluminación natural, incluye aspectos como la orientación del sol en cada proyecto, lo que le permitía controlar la cantidad de luz y calor solar que ingresaba a los espacios interiores, y en algunos casos aprovechando la energía solar para calefacción pasiva en invierno y protegiendo del calor excesivo en verano mediante voladizos o terrazas.
Wright tomaba en cuenta la ventilación natural, utilizando la disposición de las aberturas, ventanales y elementos de forma para fomentar el flujo de aire. Esto no solo mejoraba la calidad del aire interior, sino que también regula la temperatura sin necesidad de sistemas de climatización adicional.
A través de la orientación del edificio y la ubicación de las ventanas y tragaluces, Wright aprovechaba la ventilación cruzada y la circulación natural del aire para mantener temperaturas agradables sin depender de energía eléctrica.
Seguiremos la próxima semana. Animamos al lector a descubrir en la obra de este arquitecto, los aspectos bioclimáticos que integró en cada trazo de sus diseños. Hasta la próxima.