Una aproximación a Joe Biden y Donald Trump, hasta ahora los dos aspirantes presidenciales más connotados para las venideras elecciones en Estados Unidos (noviembre, 2024), conduce a la conclusión de que los dos son peores, aunque hay matices a tomar en cuenta.
Si bien, en la maquinaria del imperio USA, el papel (atribuciones) del presidente está limitado, es supina su responsabilidad en una amplia gama de decisiones de alcance planetario. De ahí la pertinencia de reflexionar sobre el particular.
No es cuestión de buscar, en tan señeros señores, paralelismos morales, ni virtudes de héroes, cual lo hizo Plutarco (Vidas Paralelas) en la antigüedad grecorromana ¡Nemo potest dare quod non habent! (¡Nadie puede dar lo que no tiene!)
Tampoco se trata de crear ilusiones en torno al relevo de ambos aspirantes. No. La hegemonía de Estados Unidos, cual que sea el capitoste, destila guerra y saqueo por todos los poros,
Veamos pues: Biden se presenta como un político profesional con amplia experiencia: seis veces senador (36 años); dos períodos como vicepresidente, y presidente actualmente. Miembro del Partido Demócrata. Trump, en cambio, llega a la presidencia sin experiencia política, próximo al outsider, respaldado por el Partido Republicano. Su sorprendente triunfo sobre Hillary Clinton (2016), generó protestas en todo el país.
A diferencia de Biden, Trump es un bípedo del mundo de los negocios, donde ha amasado una impresionante fortuna. Tras un período presidencial (2017-2921), aspiró a un segundo, y Perdió. Siete millones de votos menos que su rival. Se negó a reconocer la derrota, e incitó a sus seguidores a vandalizar el Capitolio (edificio del congreso), en rechazo al alegado fraude en su contra. El hecho produjo 5 muertos y numerosos heridos.
Ambos aspirantes son ancianos: hoy Biden tiene 81 años, y Trump con 77. Uno y otro arrastra acusaciones de acoso sexual y toques inapropiados a mujeres. En este ámbito, Biden se lleva la palma al incluir niñas en su repertorio. Éste profesa la religión católica, en tanto que Trump dice ser presbiteriano. Los dos militan en una agresiva política de sanciones en materia comercial.
Biden es un guerrerista que no se siente cómodo sin los estallidos en los campos de batalla. En las guerras que han contado, y cuentan, con su respaldo -ya como senador, vicepresidente o presidente- se ha derramado tanta sangre que da para un charco que podría ahogarlo de pie: guerras de agresión en Yugoslavia, Libia, Irak, Siria…, con el saldo de cientos de miles de muertos.
Apoyó la expansión de la OTAN al Este de Europa, por lo que tiene culpa en la guerra que se libra en Ucrania, la que subvenciona con cargo al presupuesto del Estado, a costa de arrojar al pueblo llano al borde de la subsistencia. Se denuncia que desde la vicepresidencia encubrió los delitos de su hijo Hunter en Ucrania….Pese a todo, en asuntos internos: salud, educación, inmigración y otros, es más flexible que su rival.
Por su parte, Trump incrementó las tensiones en Oriente Próximo al reconocer Jerusalén como capital de Israel (diciembre, 2017). Ordenó bombardear Siria (abril, 2018); y en enero, 2020, en un acto terrorista concretó el asesinato, en el Aeropuerto Internacional de Bagdad, Irak, del teniente general Qasem Soleimani, comandante de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria de Irán.
Fiel a su política de sanciones, hostigó a Venezuela, Cuba, Irán… y disparó la guerra comercial contra China…. Tiene a su favor el mérito de no haber iniciado conflictos bélicos durante su mandato. Incluso, en un esfuerzo por restringir la proliferación nuclear, realizó una histórica visita al territorio de la Corea de Kim Jung-un, y redujo los gastos del país en la OTAN.
No obstante, Trump es un mitómano retrógrado, que no teme orinar contra el viento. Decenas de procesos judiciales lo atosigan. El periódico The Washington Post le atribuye más de 20 mil declaraciones falsas.
Al irrumpir en la política, recuperó y actualizó el viejo mantra de “America First”, y al socaire de este slogan, desde la presidencia promovió una política discriminatoria en materia migratoria; se empleó a fondo en la ampliación del muro fronterizo con México; accionó contra los acuerdos relativos al cambio climático. También invalidó conquistas caras a la mujer (aborto…), y fue desastroso su manejo de la pandemia de COVID-19.
Para el próximo período 2025-2029, las expectativas de Estados Unidos, con cualquiera de estos dos sujetos en la presidencia, resultan borrascosas. Cierto que, desde el punto de vista biológico, Trump proyecta mejor salud que su posible rival.
Por su parte, Biden luce físicamente arruinado; de ganar la reelección, en 4 años más podría perder la lucidez que le queda, y un buen día creerse extraterrestre, chamán, etc…, y comenzar a saludar a supuestos marcianos, o invocar espíritus de difuntos, etc.. Un verdadero peligro, si se tiene presente que el presidente de EEUU tiene el maletín con el que se puede dar inicio a un ataque nuclear.