En la Biblia hay un mandato de Jesús y es bendecir a todos incluso a los enemigos: Lucas 6,28, en el texto griego se utiliza el verbo ´´proseuchomai´´: orar, suplicar; el cual Lucas toma de la fuente Q la cual comparte con el evangelista Mateo, y la Biblia de Jerusalén traduce bendecir, pues precisamente eso es una bendición: una oración de petición o súplica a Dios por quien o quienes la piden o en tal o cual ocasión ya sea ritual, litúrgica o espontánea.

Creo que por ahí hay que entender la Declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe ´´Fiducia supplicans´´ sobre el sentido pastoral de las bendiciones. Ya en el 2021, el mismo Dicasterio se había pronunciado sobre este punto pero concretamente en cuanto a las uniones de los homosexuales, y por inquietudes de algunos, bajo la batuta del cardenal Luis Ladaria, y recientemente el papa mismo respondía en este sentido de estas uniones a las famosas ´´Dubbia´´ que en su momento le presentaron un grupo de cardenales, entonces como bien dice la Declaración lo que se quiere es ahondar más y hacerla extensiva, no en vista a bendiciones rituales o litúrgicas, sino a esas bendiciones espontánea que la gente pide en cualquier lugar y momento, llámese santuario, celebraciones familiares, personales, en la calle, dentro o fuera de la Iglesia, hasta en un carro de concho (transporte público), si alguien nos la pide; el problema se ha presentado en cuanto al punto que trata sobre las persona en situación irregular, como en una relación de pareja que no está casada sacramentalmente o una unión gay, como le llaman, que es lo que ha encendido la chispa de la discusión y desaprobación, aunque también hay otras cosas.

En lo formal, ritual, litúrgico, la anterior declaración dejaba claro, y esta lo confirma, claramente, de que no procede, pues hay elementos doctrinales y morales en juego muy serios, y por ahora no hay elementos teológicos que ayuden a un cambio de ese tipo, el asunto es que si alguien envuelto en esta situación pide una bendición ´´descendente´´, que es una oración y súplica a Dios se le conceda. Las objeciones han venido de todas partes incluso hasta de los beneficiados, podríamos decir, clarificaciones viene y van, desaprobación y apoyo por aquí, por allá, desde fuera y desde dentro de la Iglesia, me parece que ningún documento del Dicasterio, en mi vida de Iglesia, no ha dado tanta agua de beber, ni siquiera la instrucción condenatoria sobre algunos aspecto de la teología de la liberación en el 1984 y en tiempos del cardenal Ratzinger.

La cuestión es que en esta etapa de la democratización de  las comunicaciones, todos personas o grupos, a través de los medios de comunicación de masa, hoy día sobre todo las redes sociales, somos comunicadores, personas o grupos y las opiniones en pro o en contra abundan más a partir del poder económico y mediático que se tenga, y quienes lo sufren son nuestra gente sencilla, la víctima que se sacrifica, ya que se le utiliza y confunde.

Para nadie es un secreto que la elección de un papa del tercer mundo, jesuita y que prefería celebrar en un barrio pobre de Buenos Aires las fiestas y solemnidades en vez de en la catedral, que se desplazaba en metro y que no era un famosos luchador contra el aborto, y que exponía que en el mundo no solo habían periferias territoriales, sino existenciales, tarde o temprano no caería bien, y ciertos grupos poderosos en medios y dinero comenzarían a llevarle la contraria y a dar la fama de que Francisco quiere cambiar la doctrina en cuanto a ciertos temas de frontera silenciados por mucho tiempo en la Iglesia, y súmele a eso sus ataques al capitalismo salvaje, al clericalismo en la Iglesia y el nombramiento en la curia de lo impensable, en el puesto más grande después de la secretaría de Estado (me parece), un teólogo del tercer mundo, latino, de la Argentina, llamado Víctor Manuel Fernández, hoy cardenal, de apodo ´´Tucho´´, fueron muchas las diatribas contra su nombramiento y lo puesto en entredicho sobre su trabajo teológico y hasta sobre su capacidad.

En una ambiente así, una declaración como esta, pastoral y evangélicamente necesaria, desde mi punto de vista, tal vez no era su momento, tal vez lo más propio hubiese sido responder personalmente a los inquietos que se dirigieron al Dicasterio, para no darle caldo de cultivo a los opositores o en término del evangelio de Lucas: los enemigos, a los cuáles también hay que bendecir.