El ochenta aniversario del Banco de Reservas con ochenta parques del Distrito Nacional remozados fue la sorpresa del Coloso Bancario Público, como le bautizó Alejandro Fernández, para celebrar el penúltimo de los que se cumplen en “tá”.  De manera simultánea el año pasado, otro coloso privado, el Banco Popular, colaboraba con los trabajos del Parque Mirador Sur en un amplio programa para mejoras en las instalaciones, adecuación de áreas de esparcimiento e intervenciones en las áreas verdes.  Es la continuación de la gloriosa etapa de colaboración del sector empresarial con la alcaldía que empezó con el ejemplo de RH Mejía en los trabajos para mejorar el Parque Iberoamericano y que, afortunadamente, ha despertado el interés de ser una actividad permanente de los programas de responsabilidad social corporativa de esas y otras empresas.

Hace unas semanas tuve la oportunidad de estar en una actividad del pionero en este tipo de proyectos, el Banco Vimenca, en el mismo parque que apadrinó hace muchos años en la Abraham Lincoln con Simón Bolívar.  La entidad bancaria remozó ese parque y la isleta de la Lincoln desde la José Contreras a la 27 de Febrero en una labor de llanero solitario que destaqué en un artículo en este medio. Ahora se dispone a utilizar el espacio para erigir un monumento a nuestra diáspora, un homenaje a la solidaridad de los dominicanos de alma y corazón que residen en el extranjero con sus familiares.

Aproveché el ejemplo de VIMENCA para estimular a los bancos, empresas importantes y centros comerciales de la Winston Churchill a copiar el ejemplo con la isleta de esa avenida. El enorme valor agregado en riqueza de las empresas cercanas a esa isleta no se correspondía con un área descuidada, oscura y coto de caza para atracadores donde, para esa época, también se hacía un pinino de asentamiento informal de una familia haitiana frente a un enorme supermercado, donde estuvo por meses.

Esos eran los tiempos de la dictadura municipal de Fuiquiti-Fuiquíti caracterizada por cosas como esa y una depravación generalizada en los cementerios municipales, una estampa vergonzosa que reseñé también aquí en un artículo de opinión.  No había ambiente de que la idea prosperara porque, característico en todos los autócratas, sólo piensa una mente. Claro, hasta el glorioso día en que muerden el polvo, como ocurrió cuando los votantes se hartaron y decidieron dar una oportunidad a la decencia, esa que despejó el camino para reelegir la sensatez, cordura y buenas ideas en la conducción de los asuntos municipales.

Esta alianza con el sector privado es una muestra de esas iniciativas que apuntan a superar la barbarie, pero no son suficientes para garantizar el uso civilizado de las áreas públicas.  El ingrediente que falta, y en el que se está también trabajando, es un esquema que ponga a raya a los bárbaros quieren utilizar las áreas públicas como espacio para pernoctar, perrear a todo volumen, improvisar iglesia con estridentes pastores, caja chica para empeñar cualquier cosa de valor que puedan despegar (faroles, bancos de metal, señales); jugar fútbol, montar bicicleta o patinar donde está prohibido, vender o consumir drogas y otros excesos o delitos que terminan alejando al ciudadano decente.

Espantar a los antisociales es una tarea de la seguridad municipal, la privada que aporten juntas de vecinos, como un serrucho para vigilancia por cámara que se monta por dos pesos o, mucho mejor, aprovechando esta ocasión para revivir el coraje individual contra los forajidos, ese que ha estado inerte por estar tantos años amemaos confiados en la “garantía de la seguridad oficial” para lidiar con ellos.

No dejemos todo a la alcaldía, a defender esos ochenta parques remozados por BanReservas, el Parque Mirador Sur por Banco Popular y toda área pública contra todo depredador de profesión o de ocasión. También, que por poco se me olvida, jamás vuelvan a votar por un Salcedo como síndico. Ese espíritu chocarrero, que está promoviendo el primogénito ante el partido de gobierno como opción electoral, fue expulsado para siempre de las tres circunscripciones del Distrito Nacional, no se dejen embaucar por el más popular entre los que viven de profanar tumbas y quien gana de punta a punta una competencia de tiburones tránsfugas y podridos.