Hace un par de semana me referí al tema en un artículo publicado por este medio diario digital.

Varios programas de entrevistas por televisión y radio a los cuales asisto con frecuencia, y lo seguiré haciéndolo mientras me inviten, me hablan de que quieren que les exprese mi opinión sobre el caso Baninter y el nuevo capítulo que se abre con la demanda presentada de Ramón Báez Figueroa.

También he recibido muchas llamadas de periodista para que opine sobre lo mismo.

Con todo el respeto que esos programas televisivos me merecen y a los amigos periodistas que me llaman, les he respondido que no voy a hablar sobre el tema.

No se trata de una negativa que tenga que ver con la persona de Ramón Báez, con el que no tengo ningún problema personal, sino todo lo contrario, ni tampoco por los malos recuerdos de la crisis bancaria que todavía martillan mi cabeza.

El problema reside en que lo normal, cuando una persona es acusada de algo, es consultar con el abogado que elijas para defenderte.

Pero todavía no tengo a ese abogado y hasta que no reciba los consejos legales sobre este asunto, no emitiré ningún comentario.

Además, nuestra defensa será grupal porque somos varios exfuncionarios del BCRD que estamos en la lista y tenemos que ser coherentes y solidarios. Aunque en mi opinión el único que debería estar en esa lista soy yo.

Es muy común que cuando una persona es acusada de algo comienza a visitar a todos los medios negando la acusación o recusando al que lo acusó.

Pero cuando se trata de un caso que involucra a varias empresas y empresarios importantes y un banco extranjero que tiene más de 100 años operando en el país, hay que tener extremo cuidado en opinar.

La ley Monetaria y Financiera es muy estricta sobre cualquier rumor infundado sobre el sistema financiero y hay mucha gente que habla una sarta de disparate que podrían ser sometidos a la justicia de acuerdo con dicha ley.

Jamás se repetirá, ni ahora ni en el futuro, la vagabundería de cierto político que lanzo rumores infundados sobre la banca dominicana, exacerbando la crisis del 2003 y 2004. ¿SU OBJETIVO?, desestabilizar al gobierno de Hipólito Mejía y crear un efecto sistémico que arrasara con todo el sistema financiero.

Y aunque no lo logró, esos rumores hicieron tanto daño como la quiebra de los bancos. Ahora pide que olvidemos el pasado.

Pero hay algo que todos los dominicanos deben tener en cuenta. La banca dominicana es una de las más sólidas de todo el continente, incluyendo bancos de Estados Unidos y Canadá. En efecto, muchos inversionistas extranjeros prefieren invertir su dinero en nuestros bancos que hacerlo en otro país.

Son otros tiempos, donde no hay espacios para conspirar y menos para desestabilizar.