Desde hace décadas la importancia al cuidado de la salud ha generado cambios sustanciales en la preferencia por el consumo de productos orgánicos principalmente en los países más avanzados, los cuales han prestado atención constante a este importante tema impulsando controles cada vez más estrictos como es el caso de la Unión Europea. Este bloque económico se ha destacado por crear normas y protocolos específicos para el control de la seguridad alimentaria de sus ciudadanos.
Los primeros avances para la regulación de agricultura orgánica en la Unión Europea datan del año 1989 con la aprobación del Reglamento de la Denominación Genérica Agricultura Ecológica, el cual estuvo vigente hasta la promulgación del Reglamento (CEE) nº 2092/91.
Más adelante la Unión Europea, con el objetivo de garantizar la calidad de los productos orgánicos, deroga el Reglamento (CEE) nº 2092/91 y establece el Reglamento (CE) 834/2007, logrando de esta manera instalar un esquema enfocado a las normas de producción, control, distribución y etiquetado de la agricultura orgánica, procurando que también los países con interés de exportar a su territorio empleen las normas de procesos y certificación que se establecieron en el referido Reglamento.
En el año 2018 el Reglamento (CE) 834/2007 fue suprimido por el Reglamento sobre Producción y Etiquetado de Productos Orgánicos (UE) 2018/848, con la finalidad de armonizar los procesos y continuar ajustando el comercio y consumo de los productos ecológicos ante la evolución incesante de este sector.
De acuerdo al Reglamento (UE) 2018/848, las autoridades de la Unión Europea plantean asegurar un esquema igualitario entre los agricultores orgánicos, además de evitar el engaño del comercio de productos que no cumplen con la calidad que rigen las normas de producción ecológica que identifica a este bloque.
Sin embargo, cabe destacar que los cambios en el Reglamento (UE) 2018/848, afectará a todos los productos orgánicos dominicanos con potencial exportable y tendrá mayor impacto en los pequeños productores organizados en asociaciones y cooperativas; esto a razón de que cataloga como pequeño productor a aquellos que poseen un terreno de cultivo hasta 5 hectáreas.
En el caso del banano orgánico dominicano esta condición incide directamente en la industria ya que por su estructura se estarían excluyendo a una gran cantidad de productores que también son pequeños.
Además, gran parte de la producción de banano de nuestro país es de característica orgánica dirigiéndose hacia la Unión Europea la mayoría de las exportaciones, razón por la cual este cambio influye.
Estos resultados forman parte de las conclusiones que arroja la investigación “Análisis de las incidencias del nuevo Reglamento sobre Producción y Etiquetado de Productos Orgánicos (UE) 2018/848 en las exportaciones del banano orgánico dominicano (2014-2020)” , realizada por la Lcda. Fior Daliza Peña como trabajo de tesis concerniente a la Maestría en Negocios y Relaciones Económicas Internacionales perteneciente a la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
De acuerdo a la investigadora, en el caso del banano orgánico dominicano la “certificación grupal” es el modelo que ha permitido que los pequeños productores puedan exportar hacia la Unión Europea, ya que a través de ella los costos de certificación, sistemas de gestión y control sobre la implementación son más accesibles, a razón de que se gestionan en conjunto.
Los productores de banano del país reciben capacitaciones constantes en los procesos que rigen las normas de agricultura orgánica que exige la Unión Europea, debido a que la mayoría no han finalizado la secundaria o no son expertos en sistemas de gestión.
Los productores que no alcancen a calificar como pequeño productor dentro del Reglamento 2018/848 tendrían que pagar un consultor de manera independiente para poder cumplir con todos los procesos.
Para llevar a cabo el trabajo de campo se realizó una entrevista a la Ing. Marike de Peña, directora ejecutiva de la Asociación de Bananos Ecológicos de la Línea Noroeste (BANELINO), la entidad dominicana más grande de pequeños productores de banano y constituida hace más de 25 años con la misión de generar progreso económico, social y ambiental para pequeños productores, trabajadores, sus familias y comunidades, mediante una producción competitiva, sostenible, sana y de calidad.
La certificación orgánica ha aportado a esta misión, con la implementación de buenas prácticas y el cumplimiento con normas internacionales que rigen la agricultura orgánica, asegurando con esto la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente.
En el caso de BANELINO, de acuerdo a la entrevistada, un 40% de sus afiliados salen afectados y algunos excluidos por los cambios anunciados y se estima un impacto considerable en los volúmenes de venta hacia la Unión Europea.
La investigación está disponible en la biblioteca de Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).