Portada del libro de memorias del militar hispano-cubano Alberto Bayo

Introducción

Por estos días en el Museo de Historia y  Geografía, bajo la sabia conducción  del competente arqueólogo e historiador José Guerrero, se presenta una valiosa exposición alusiva al 75 aniversario de la expedición de Luperón en cuya concepción y montaje ha tenido un papel fundamental el destacado escritor y empresario puertoplateño Manuel Andrés  Brugal Kundhart, quien la aperturó con una interesante conferencia y quien por años ha dedicado encomiables empeños a investigar las incidencias de la referida gesta expedicionaria.

Gracias a esfuerzos como los de Manuel Andrés y el de otros estudiosos de dicha gesta es posible conocer hoy aspectos fundamentales sobre la forma en que la misma fue concebida y organizada y los aprestos internos e internacionales que le fueron dando cohesión  en su dimensión logística y operativa.

Pero hubo hasta hace pocos años un aspecto cuya comprensión se nos escapaba en torno a la gesta expedicionaria de  Luperón y es el que refiere a la compleja trama política y diplomática  mediante la cual la misma fue desvertebrada por la terrible maquinaria trujillista.

Gracias a los interesantes trabajos de historiadores como  Bernardo Vega, José del Castillo- véase, por ejemplo,  su interesante trabajo de ayer “Bayo y Juancito” en su columna semanal de Diario Libre- y el historiador norteamericano Aaron Coy Moulton, entre otros, se han ido develando muchas e interesantes aristas de esta importante dimensión en el estudio del fenómeno.

Estos destacados aportes históricos han permitido, por ejemplo, conocer más sobre la vida y papel de un destacado militar aviador de ascendencia cubana y española, combatiente en el bando republicano durante la guerra civil española y luego  exiliado en México a partir de 1939, el Teniente Coronel Alberto Bayo Giroud, luego ascendido a General combatiendo en Nicaragua, muy cercano por aquellos días al general Juan Rodríguez García (Juancito) y su hijo José Horacio Rodríguez y que unos años después sería instructor militar de Fidel y el Che Guevara y los principales líderes iniciales de la revolución cubana.

Las referidas memorias fueron publicadas en México, en mayo de 1950, con un prólogo del también exiliado militar y médico español Capitán Dr. José Antonio Palóps Palma, quien testifica en el referido prólogo haber sido “oficial de enlace y ayudante personal del viejo león y puntal de la libertad Hispanoamericana general Juan Rodríguez García, fundador de la Legión del Caribe, que se obstina en derrocar a Trujillo”.  Vega publicó de ellas hace unos años unas 50 páginas en la revista Clio.

Bayo y Palóps Palma se rencontraron, posteriormente, al lado de Juancito y José Horacio.

Bayo terminaría enemistado con Juancito y José Horacio ofreciendo su versión de la ruptura en las referidas memorias. Seis años después de las de Bayo, Horacio Julio Ornes, expedicionario sobreviviente de Luperón y yerno de Juancito, en su interesante libro “Desembarco  en Luperón”, publicado también en México en  1956 bajo el sello de  “Ediciones HUMANISMO” con un prólogo del ex. presidente, educador y líder democrático guatemalteco Juan José Arévalo ofreció importantes revelaciones sobre aquel desencuentro y la expedición en general.

Otro personaje de no poca importancia en los hechos que estamos analizando y  que ha puesto de relieve Bernardo Vega es el caso del también también  exiliado español en México, ingeniero Máximo Muñoz, quien asumió papel visible en la delación de la trama conspirativa.

Coy Moulton, ya citado,  publicó en el número 200 de la revista Clío, órgano de la Academia Dominicana de la Historia (junio-diciembre del 2020) un trabajo titulado  “Los exiliados españoles y la traición de la expedición de Luperón en 1949” en el cual se pone de relieve con apego al rigor documental el discreto como efectivo papel jugado por Joaquín Balaguer, entonces embajador en México,  en la articulación y ejecución de la operación política y diplomática que frustó la expedición de Luperón. Esto, por supuesto, además de las delaciones e incluso azares de la naturaleza que conspiraron para abortar aquella aventura libertaria.

El entramado fue complejo, pero a juzgar por el trabajo de Moulton,  todo apunta a que Muñoz y Palóps Palma, en connivencia con Bayo? ofrecieron a Balaguer la información privilegiada sobre la expedición. Este, a su vez, la trasladó a Trujillo y Anselmo Paulino y este último cumpliendo instrucciones del tirano se trasladó a México para entenderse con los informantes, lo cual explica que Muñoz tres días antes de la expedición se encontrara en el país.

Pero el papel de Balaguer no terminó ahí. A pocos días de frustrada la expedición, se reunió con el presidente de México Miguel Alemán Valdés (1900-1983) y posteriormente con su Secretario de Relaciones Exteriores interino Manuel Tello(1898-1971), con el propósito de asegurarse, poniendo en acción su reconocida sagacidad diplomática, de que los aviones incautados a los expedicionarios en territorio mexicano no le serían devueltos y, además, procurando la reiteración de la tradicional neutralidad de México ante futuras asechanzas conspirativas que pudieran fraguarse desde su territorio y en la labor de inteligencia para dar seguimiento a connotados exiliados, entre los que cita a Juan Bosch, Bonilla Atiles y José Horacio Rodríguez .

De dichas gestiones diplomáticas, dio cuenta Balaguer a Trujillo y al entonces Secretario de Estado de la Presidencia Telésforo Calderón en sendas misivas, cuyo contenido se publica a continuación.

México, D.F,                                                                  6 de julio de 1949

No. 601                       

Generalísimo

Dr. Rafael L. Trujillo Molina

Honorable Señor Presidente de la República

Ciudad Trujillo, República Dominicana

 Ilustre y querido Jefe:

Tengo a honra ampliarle los términos del cablegrama que le dirigí en fecha de ayer con el tenor siguiente: “Acabo celebrar cordial entrevista con Excelentísimo Presidente Alemán. Infórmele aéreo”.

El Presidente Alemán me recibió con extraordinaria cordialidad y siguió con visible atención las consideraciones que le hice en relación con el movimiento dirigido desde Guatemala contra el Gobierno dominicano. Expuse al Primer Magistrado suscintamente los hechos que culminaron con el fracaso de la intentona que abortó en Luperón, y solicité su elevada intervención para que, en lo que respecta a México, se tomaran las providencias siguientes:

 1.- que la investigación abierta, contra los que violaron la neutralidad mexicana, se realizara con el espíritu de imparcialidad que inspira la política de este país en sus relaciones internacionales.

 2.- para que se adoptaran las medidas del caso a fin de que los aviones y pertrechos de guerra que se encontraron en poder de los revolucionarios, sean sometidos a un control estricto con el fin de evitar que en el futuro puedan ser nuevamente utilizados en actos subversivos contra la República Dominicana.

 3.- para que se suministrara a esta Embajada un informe con los nombres de las personas que hayan sido consignadas a la justicia por violación de la neutralidad de México, y para que se adoptaran contra los culpables las sanciones de lugar de acuerdo con las leyes de este pais.

 4.-  para que en lo sucesivo no se permita  a los revolucionarios dominicanos tales como los señores Juan Bosch, J.A. Bonilla Atiles, Horacio Rodríguez, etc, realizar en territorio mexicano actividades contrarias a las autoridades legítimas de la República Dominicana; y

 5.- para que, en lo adelante, en vista de que ya el Gobierno de México dispone de pruebas incontrovertibles acerca de las actividades revolucionarias que en el exterior se  realizan contra la República Dominicana, se autorice a esta misión diplomática a requerir a las autoridades competentes cualquier investigación destinada a impedir en México actividades de tal naturaleza.

 El Señor Presidente Alemán me ratificó, en términos concluyentes, la disposición de su gobierno de mantener la política tradicional de México en cuanto a la no intervención en los asuntos internos de otros países, y se extendió en consideraciones acerca de la conveniencia de mantener esa línea de conducta que, a su juicio, de ella depende que esta nación pueda seguir disfrutando del aprecio de los demás pueblos del Continente, siendo un factor de primer orden en la vida internacional americana.

Después de hacer estas manifestaciones, con un tono de sinceridad y de energía que subrayó elocuentemente en sentido de sus palabras, el Presidente Alemán me manifestó que había tomado las disposiciones necesarias para que los aviones y las armas que se hallaron en manos de los revolucionarios en Cozumel y el Cuyo pasen al control de la Secretaría de la Defensa Nacional, y para que en ningún caso puedan ser nuevamente utilizadas contra ningún país de América. Asimismo, me significó que daría instrucciones a la Secretaría de Gobernación para que suministre a esta Embajada, una vez terminada las investigaciones, un informe con todos los datos recogidos en el curso de las diligencias de carácter legal que se están practicando, y que daría este paso para que esta Misión Diplomática no tenga que perder tiempo haciendo las gestiones de lugar por los conductos diplomáticos ordinarios.

Recalcó el Presidente Alemán, en el curso de esta entrevista, al dar respuesta a una pregunta que me permití hacerle, que su Gobierno, una vez concluidas las investigaciones, daría los pasos necesarios para la expulsión de los revolucionarios de nacionalidad extranjera que resulten complicados en estos sucesos y para que en lo sucesivo no se les permita entrar de nuevo en territorio mexicano.

Finalmente, el Presidente Alemán me encargó transmitir al gobierno dominicano, particularmente al Excelentísimo Presidente Trujillo, las seguridades de que el Gobierno de México mantiene sus sentimientos de inalterable amistad hacia la República Dominicana y que en ningún caso permitirá que en su territorio se organicen actos de conspiración contra naciones amigas.

 Manifesté, antes de despedirme, al Presidente Alemán que tenía instrucciones de mi Gobierno de mostrarle importantes documentos que habían sido encontrados en el avión que se derribó en el puerto de Luperón, y que tan pronto los recibiera me permitiría molestar nuevamente su atención para mostrarle tales pruebas documentales que sin duda alguna serían del mayor interés para el Gobierno de México que tanto empeño tiene en mantener su política de neutralidad y de buena convivencia en las relaciones interamericanas.

De mi entrevista con el Señor Presidente Alemán, hemos obtenido los siguientes resultados:

1.- la entrega de un informe de carácter oficial con los nombres de las personas detenidas por haber violado la neutralidad mexicana, y las cuales, naturalmente, aparecen también señaladas, por vía de consecuencias, como culpables de actos de sedición contra la República Dominicana.

2.- la autorización del Señor Presidente de la República para que esta Misión, en lo sucesivo, pueda pedir investigaciones concretas acerca de las actividades revolucionarias que en territorio de México se desarrollen contra las instituciones dominicanas; y

3.- la imposibilidad de que en lo sucesivo los comunistas dominicanos puedan adquirir en México armas y  pertrechos de guerra, disfrazando, como en el caso de los aviones, esa operación bajo la apariencia de empresas comerciales.

Me mantendré en contacto con la Secretaria de Gobernación, de acuerdo con las recomendaciones que me fueron hechas por el Presidente Alemán, y me apresuraré a transmitirle todas las informaciones que se me suministren, en esa fuente oficial, acerca de este asunto.

Le saluda con sentimientos de la más respetuosa consideración, su muy adicto servidor y amigo,

Joaquín Balaguer

Posteriormente, en fecha 24 de agosto de 1949, el entonces Embajador Joaquín Balaguer dirige la siguiente misiva a Telésforo Calderón, entonces Secretario de Estado de la Presidencia dando cuenta de la entrevista sostenida con el  Secretario de Estado de Relaciones Exteriores interino Manuel Tello.

Embajada de la República Dominicana                     México, D.F, 24 de agosto de 1949

No. 755

 Señor Don Telésforo Calderón

Secretario de Estado de la Presidencia

Ciudad Trujillo, República Dominicana.-

 Señor Secretario y distinguido amigo:

 Me apresuro a informarle que visité ayer al Secretario de Relaciones Exteriores interino, señor don Manuel Tello, a quien informé acerca de la versión transmitida a esa Superioridad por esta Embajada y según la cual se están realizando en esta ciudad gestiones para que los aviones detenidos en Cozumel y Cuyo sean devueltos a los dirigentes de la Legión del Caribe.

 Expuse al Canciller Tello que el Señor Presidente de la República, Lic. Miguel Alemán, durante la entrevista que tuve con él acerca de este asunto, me había manifestado de la manera más categórica que tanto las armas como los aviones encontrados en Cozumel pasarían a ser propiedad del Gobierno de México y se tomarían todas las medidas necesarias para impedir que pudieran ser en alguna forma utilizados nuevamente por los organizadores de la expedición frustrada de Luperón.

 El Canciller Tello me ratificó las palabras del Excelentísimo Señor Presidente de la República, y calificó la versión aludida de fantástica.

 La versión transmitida a la Presidencia por esta Embajada fue recogida en fuentes interesadas.

 Le saluda con la mayor consideración,

 Joaquín Balaguer

Embajador Extraordinario y Plenipotenciario

Balaguer retornó al país a principios de 1950, tras culminar sus labores diplomáticas en México, siendo designado mediante el decreto 637 del 10 de febrero del mismo año Secretario de Estado de Educación junto a Enrique de Marchena, designado Secretario de Estado de Relaciones Exteriores. Tras un tenso momento motivado por la caída de su amigo y protector Anselmo Paulino Álvarez, posteriormente, sería designado Secretario de Estado de Relaciones Exteriores, Secretario de la Presidencia y alcanzó la Vicepresidencia tras fracasar los designios primigenios del tirano de preparar a Ramfis como su sucesor. El resto de la historia es sobradamente conocido.