La historia nacional está colmada de variadas e importantes anécdotas, cada una de las cuales sirve para edificar al país en términos de alcanzar el conocimiento necesario para aprender.

Sin embargo, la versión que ha circulado por décadas de que Joaquín Balaguer y Juan Bosch se reunieron en Cuba y que este último le propuso al primero quedarse debajo de la mata de mango a esperar la madurez del fruto, hasta caer, no es cierta.

Se dice que la respuesta de Balaguer a Bosch fue: “Prefiero regresar a mi país y esperar que el mango ‘gotee’ para comerlo”; pero el expresidente Balaguer, al conversar con el suscrito, respondió que esa versión era falsa.

Balaguer hizo una pausa, tras la cual aseguró: “Eso es falso, porque quién en su sano juicio, en Cuba o en cualquier punto del mundo, podía atreverse a emitir semejantes juicios, como no fuere a sabiendas que, una vez arribara al país, Trujillo lo fusilaría ipso facto. Por un comentario de esa naturaleza perdió la vida Ramón Marrero Aristy en el despacho de Trujillo”.

Al tratar el tema, Balaguer me dijo: “Poeta Gerón, allí no me reuní con Bosch, pues yo sabía que Trujillo tenía en Cuba espías hasta en la sopa. Luego de mi intervención intercambié algunas opiniones, única y exclusivamente con intelectuales cubanos, y me retiré temprano al hotel tomando las precauciones de lugar por si me topaba con algún compatriota”.

El diálogo con Balaguer se produjo el jueves 22 de enero del 1998, con ocasión de una de mis acostumbradas visitas a su residencia de la Máximo Gómez 25, y allí le hice referencia de la conferencia dictada por él bajo el título: Heredia, verbo de la libertad.

La conferencia de Balaguer (1939) fue dictada en la Academia Nacional de Artes y Letras, en su condición de delegado del Gobierno de la República Dominicana en los actos conmemorativos del Centenario de la Muerte del insigne poeta cubano José María Heredia (1803-1839), de esclarecida ascendencia dominicana.

El momento fue emotivo, porque le hice recordar a una de las figuras más relevantes de la literatura hispanoamericana, y me expresó que siendo redactor del periódico La Información escribió un artículo sobre Heredia que, tiempo después, le sirvió de marco de referencia para la conferencia dictada en Cuba.

Me explicó Balaguer que el discurso que pronunció con motivo del centenario de la muerte de José María Heredia, le permitió reconocer que Heredia representa una de las más grandes figuras de la literatura hispanoamericana, por su amplio conocimiento de la métrica y la poesía heroica.

Más adelante, expresó: “En 1944 fui escogido por Trujillo para representar a su gobierno en la toma de posesión de Grau San Martín y en la recepción ofrecida a jefes de Estado y de Gobierno, alcancé a ver a Bosch conversando con personalidades que ocuparían altos cargos en el gobierno de Grau, y evitamos saludarnos”.

También me explicó que el simbolismo de Heredia tiene la particularidad o tendencia de representar la idealidad trascendente de la imaginación, y que, por esa razón, resultaba fascinante estudiar sus obras a la luz de la libertad del arte y de un clima espiritual desmesurado que expresa el desarrollo de la lírica en lengua española. Por ejemplo, la importancia de sus sonetos está en la rima.

Fue, además, uno de los creadores del simbolismo y es indudable que su prosa contribuyó notablemente a realzar los valores tradicionales y modernos de la literatura hispánica, acota Balaguer. Lo ontológico y lo histórico se amalgaman para explorar los campos de la creación más singular, concluyó afirmando de esa manera sobre la vida y obra del ilustre escritor José María Heredia, en quien consideraba que sus escritos contienen también el lenguaje de la pasión.

Al despedirme ese día de Joaquín Balaguer, me expresó la satisfacción que le produjo la conversación sobre Heredia y añadió que esperaba que se repitiera por tratarse de uno de los poetas que más admiraba.