Viniendo de la nada, la baba se hizo cuerpo, se hizo presente, dándole sustancia a la tierra y vida a la vida, creando su sistema de escape y su transparencia viscosa, convirtiéndose en la Realidad, sumergiéndose más adelante, tristemente, en la electricidad de la política, en la discursiva del letrado espantoso, protector de la mentira, de las historias oscuras, las malas compañías que, olvidando su linaje evolutivo, su trabajo puntual, su “inocencia salvaje”, se envolvió, culebra líquida, en los cuerpos excitados, convirtiéndose, baba descarriada, cargada de maravillas, en figura oportuna, en la ramera favorita, llenando los espacios de palabras maliciosas, tornándose entonces cruel y a la vez, certera, indisputable fruta exótica, familiar, erótica, que no puede ser apartada, que no puede andar a solas.