Quiero dejar bien claro de entrada que a mí Putin siempre me ha parecido un personaje frío y resbaloso como un pez bien escamoso, pero le suponía muy inteligente y aún más taimado y astuto. Manejar a su antojo un país tan complejo como Rusia y haber sido director de la KGB bastante joven no es un rulo como decimos por aquí. Pero con esto de la invasión y guerra de Ucrania lo estoy poniendo en duda y tal vez por ser publicista y por encontrar una palabra facilona ahora me ha dado por llamarle Malo Putin y creo no estar errado por todo el daño que está causando.

Miles de muertos militares y civiles hasta el momento, millares de heridos y desplazados a otros países, estos ya por cerca de tres millones, destrucción de viviendas e infraestructuras vitales, invasiones de ciudades importantes desarmadas, generación de miedo y pánico a nivel europeo e incluso mundial, subidas en los precios de productos y servicios como la gasolina, la luz y otros en muchas naciones y más desgracias que conlleva cualquier guerra en cualquier lugar del mundo.

Con esto quiero dejar claro mi postura ante este penoso conflicto entre un gato grande con botas y un ratón bigañuelo que no lleva ni unas chancletas baratas de la Duarte.

Pero también quiero referirme a la postura de España en esta compleja situación. Tengo la sensación de que su gobierno y las derechas, que son tan amplias y la derecha extrema repartidas entre los más grandes partidos y aumentando cada vez más como lo demuestra el inquietante crecimiento de Voz, se están "desquitando" de manera indirecta y directa con un enemigo secular: Rusia. La Rusia maldita, atea, disociadora y eterna enemiga de España como la llamaba Franco y como lo siguen pensando ahora para sus adentros y no tan adentros sus herederos de ideología incrustados en los altos puestos políticos y gubernativos.

Por la manera de manipular las informaciones sobre la guerra y sus secuelas, porque están claramente manipuladas, por sus relatos lastimeros durante horas y horas, días y días, en los telediarios, día y noche, en cualquier momento de su programación, por sus cámaras lentas y músicas de fondo suavizadas para dramatizar las noticias, por sus entrevistas a los vulnerables, por la recreación con los daños producidos por las bombas, la jactancia sin reparos de enviar armas y barcos al teatro de operaciones, por mandar medicinas ropa y alimentos, por su acogida y traslado incondicional de los que huyen que más parecen estar rollizos y sobrealimentados que hambrientos y debiluchos, por las proclamas tácitas o expresas anti rusas, por todo ello y mucho más parecería que la guerra de los rusos es con España y no con Ucrania. !Por fin una excelente ocasión para darle a Rusia en la cabeza hasta con el cubo del agua!

Si por casualidad uno de los lanzagranadas españoles enviados a Ucrania destruye un tanque ruso sería un verdadero orgasmo bélico de repercusión no solo militar sino nacional, una hazaña digna del Gran Capitán o poner una docena de picas en Flandes como tanto les gusta denominar a las grandes gestas guerreras.

Lo de las ayudas nos parece muy bien, pero la manipulación mediática, no. Ojalá España fuera igual de generosa y diligente con los que saltan y tratan de saltar sus vallas fronterizas de Ceuta y Melilla llenas de cuchillas cortadoras. Esos pobres diablos sí huyen también de guerras tangibles, de tiros, bombas y granadas y de las intangibles de la miseria, el hambre, la ignorancia y la explotación secular que causan cientos de miles de víctimas reales por hambre o enfermedades cada año.

Pero esos tipos no son blancos, muy blancos, rubios muy rubios, más o menos educados y bien cebados como los del norte. Son negros bien negros, pardos bien pardos, o grises bien grises, y de mil colores más que proceden del famélico e ignorante sur. En el pregón oficial e incluso en las leyes no hay diferencias ni racismo entre las personas, pero en lo real sí existen todavía y por añadidura muy grandes, demasiado grandes para los tiempos de cambio que corren.

A los de arriba se les recibe con los brazos abiertos y eso está muy bien, y a los de abajo se les devuelve a su lugar de origen, se les dan palos como se vio en el último asalto masivo a la valla de Melilla, o se les mata a tiros, o se les deja ahogar como sucedió en la de manera tan oprobiosa en la playa ceutí del Tarajal sin que se señalaran responsables por ello, y eso está muy mal, más que mal, pésimo.

Qué mala suerte tienen los del sur de ser marroquíes, libios, senegaleses o de las tórridas zonas subsaharianas, si esos países fueran de Rusia o sus satélites, otro gallo les cantaría. Hasta con alfombra roja, banda de música, batton ballet, salmón y caviar se les recibiría. ¡Ay España, lo mucho de bueno qué aún te falta! ¡Ay Malo Putin, lo mucho de malo que aún te sobra!