La autocrítica política fue un método esencial para el funcionamiento de los partidos marxistas hasta la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. En torno a su importancia, la brillante revolucionaria y teórica polaca, Rosa Luxemburgo, dijo: «La autocrítica, la crítica cruel e inseparable que va a la raíz misma del mal, es la vida y el aliento para el movimiento proletario».
En sentido propio, sostiene Luciano Bonet, en el Diccionario de Política, de Bobbio, Matteucci y Pasquino, la autocrítica es una práctica característica de las organizaciones históricas del movimiento obrero, en particular de los partidos comunistas marxistas-leninistas, que hunde sus raíces culturales en la propia ideología del movimiento obrero.
Además, la definición de la autocrítica supone un uso más general del término, que consiste en el método de trabajo y de reflexión del partido, y uno más específico, que se refiere a los modos de resolución de sus conflictos internos.
Sobre el método de trabajo, Lenin sostenía que la autocrítica es la práctica de reconocer abiertamente un error, descubrir sus causas, analizar la situación que lo generó y estudiar atentamente los medios para corregirlo. Sin dudas, esta práctica representa sustancialmente la aplicación amplia del método crítico dialéctico de origen marxista.
También es oportuno destacar la permanencia del método de la crítica en el Partido Comunista de China, sobre el que su líder histórico, Mao Zedong, sostuvo: “Tenemos en nuestras manos el arma marxista-leninista de la crítica y de la autocrítica. Seamos capaces de desembarazarnos de un estilo erróneo de trabajo y de conservar el bueno”. El Gran Timonel destacó, en ese mismo sentido, que la costumbre de discutir y criticar libremente y de reconocer públicamente los propios errores, es un rasgo fundamental que distingue a su partido de los demás.
Por otro lado, desde un enfoque más específico del término, la autocrítica, como lo recoge el citado autor, “es aquel acto preciso (escrito, discurso, etc.) con el que un miembro del partido o un organismo colectivo reconocen los propios errores, o culpas, de manera oficial y relativamente institucionalizada, pública en las sedes competentes, cerrando así una fase de disensión y de lucha política y reafirmando la unidad interna.
De igual manera, los marxistas valoran las implicaciones pedagógicas de la autocrítica, ya que la consideran como el método de trabajo idóneo para formar verdaderos cuadros y dirigentes del partido.
No se puede negar que la autocrítica escasea cada vez más en los partidos, incluidos los de izquierda, ni que su mención se queda en enunciados coyunturales de los líderes cuando son derrotados en las competencias electorales.
Sin embargo, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), que alguna vez se identificó como marxista, no se autocriticó después de sufrir una dura derrota en las elecciones del 2020, ni tampoco le pidió perdón a la sociedad, como actualmente lo hacen algunas organizaciones políticas.
Tanto el PLD, del expresidente Danilo Medina, como Fuerza del Pueblo, del expresidente Leonel Fernández, en lugar de autocriticarse o pedir perdón, criticaron a los electores “por haberse equivocado al votar en su contra”.
Finalmente, como un reflejo de la realidad por la que atraviesa la autocrítica tenemos la irónica frase del expresidente, Danilo Medina: “Perdimos las elecciones pasadas porque yo siento que la gente se cansó del bienestar”.