La Resolución Final de la Conferencia Mundial de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de Naciones Unidas en 1978, definió la Atención Primaria de Salud (APS) como una estrategia para “la asistencia sanitaria esencial, basada en métodos basados científicamente y aceptados socialmente, puestos al alcance de todas las comunidades, con activa participación social; y a un costo que la comunidad, los pueblos y los países puedan sostener”. En República Dominicana es una tarea pendiente que debemos resolver.

Cientos de millones de dólares de bancos internacionales invertidos en las pasadas reformas, sirvieron para crear sistemas de salud y seguridad social disfuncionales. Cambios que beneficiaron poco a la gente, pero produjeron una gran masa monetaria. A 25 años de crearse la Comisión de Reforma del Sector Salud, las mortalidades evitables, no mejoraron como esperábamos.

Las pasadas reformas del sector salud gestaron la separación de funciones entre rectoría, financiamiento y provisión de servicios. Este distanciamiento de competencias, tuvo sus virtudes en materia de desconcentración del gasto, sin embargo, la ley 123-15 y decreto 379-14, empequeñecieron la estrategia de atención primaria, y extendieron el mercado del aseguramiento en salud.

Una nueva reforma permitirá la gestión racional del presupuesto de salud de 123 mil millones, sumados a los recursos que podrían obtenerse de un pacto nacional que reoriente una parte del lucro de las ARS, hacia la estrategia pública de atención primaria.

En la práctica, la separación de funciones reforzó las ARS como dispositivos para facilitar el mercado. Generar en cada intermediación, márgenes de lucro, produciendo rentabilidades cuyo fin, más que salvar vidas, es acumular capital financiero.

Lo sensato es que la atención primaria y gestión del primer nivel, regresen al Ministerio de Salud. El SNS que asuma los hospitales que consumen más del 50% del presupuesto. Si República Dominicana se convirtió en referente mundial del buen manejo de la pandemia, el éxito se debió a que el este ministerio, agarró la atención primaria por los cuernos.

Contó con el sostén gerencial del gabinete de salud y el soporte financiero de la presidencia, órgano que realizó una inversión financiera que debiera sostenerse.

La atención primaria que anhelamos necesita al menos la mitad de los 28 mil millones de pesos invertidos en vacunación y pruebas del Covid-19.  Quién puede aplicar esta estrategia como se debe, si sólo 5 de cada 100 pesos del sector público, se invierten en el primer nivel. Relanzar la atención primaria podría impactar 80% de los casos que demandan servicios en hospitales terciarios especializados y de segundo nivel.

Subrayamos, que la separación de funciones y creación de organismos espurios, terminaron de complejizar, gestiones que debieron ser básicas y elementales para salvar vidas. Por ejemplo, para proteger parte clave de los 46,786 dominicanos que anualmente mueren de infartos, derrames cerebrales, cánceres y diabetes.

Una buena atención primaria impone reorganizar el gasto en salud. Aportar programas innovadores y garantizar recursos humanos de calidad. Gestores para diagnosticar y resolver problemas mortales. Determinarlos a tiempo, en los tres niveles de atención. En las unidades de atención primaria (UNAP) y en los centros de primer nivel, también en hospitales nivel 2 y centros especializados.

Los antecedentes indican que Antonio Guzmán se juramenta el 16 de agosto de 1978 como presidente de la República Dominicana y 20 días después se aprueba en la Organización Mundial de la Salud, la Atención Primaria (APS) como estrategia central de todos los Estados miembros de Naciones Unidas (ONU).

Esta concertación y aquiescencia mundial fue lograda en la ciudad de Alma Ata de la entonces la República Socialista de Kazajistán, territorio miembro de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), hoy República independiente de Asia Central.

La Conferencia Mundial que contó con el aval de los ministros y presidentes de todos los países miembros de Naciones Unidas, ordenó que “todos los gobiernos debían formular políticas, estrategias y planes de acción nacionales, con objeto de iniciar y mantener la Atención Primaria de Salud (APS) como parte de un sistema nacional de salud completo y en coordinación con otros sectores. Para ello, será preciso ejercer la voluntad política para movilizar los recursos de los países y utilizar racionalmente los recursos externos disponibles”.

La atención Primaria de salud como estrategia implementada en el Primer Nivel de Atención del modelo de atención de salud de República Dominicana y en todos los niveles es una necesidad imperiosa para contrarrestar los siguientes problemas de fragmentación y segmentación del sistema de salud, utilización ineficiente e ineficaz de los recursos y talentos humanos, pobres resultados en materia de salud, inequidad de acceso a servicios de calidad, disminución de productividad y calidad de vida de la población.

La APS comprende tres componentes interrelacionados y sinérgicos: servicios de salud coordinados y completos, en los que se incluyen, como piezas centrales, la atención primaria y funciones y bienes de salud pública; acciones y políticas multisectoriales en el ámbito de los determinantes de la salud más extendidos y de carácter general, y el establecimiento de un diálogo con personas, familias y comunidades, y su empoderamiento, para aumentar la participación social y mejorar la autoasistencia y la autosuficiencia en la salud.

Algunos objetivos del proceso de reforma del sector salud para garantizar la renovación de la atención primaria en salud en República Dominicana debieran ser: lograr el compromiso del liderazgo político; actualización del modelo de atención; renovar los marcos de gobernanza y políticas; lograr financiación y asignación de recursos incluyente; garantizar la participación de la comunidad en los servicios; gestar un personal de salud competente, permanente y bien pago; endosar una infraestructura física mínima; lograr la buena disponibilidad de medicamentos, tecnología y otros productos sanitarios; basarse en la colaboración público-privada-comunitaria; impulsar la inclusión de la tecnología digital; gestar sistemas de mejora continua; promover la investigación y búsqueda activa de casos y vigilancia y evaluación. ¡Estamos en eso!