Durante los últimos días se ha estado celebrando en Montreal una nueva conferencia a favor de la biodiversidad biológica, llevada a cabo en el marco de las actividades de la Organización de las Naciones Unidas, que hace más de cincuenta años empezó a empujar la carreta de la motivación en torno al cuido del medio ambiente y que ha venido logrando, junto a otros actores, una cierta toma de conciencia en este sentido, particularmente a partir de la Cumbre de Río del año 1992.
Dado que el terreno de la protección del medio ambiente tiene muchas aristas, desde hace más de quince años se vienen realizando reuniones específicamente sobre el tema de la biodiversidad, terreno que es especialmente acuciante, sobre todo si tenemos en cuenta que factores de incidencia en la desaparición de especies son el uso de pesticidas y la intensidad de la producción, ambos muy necesarios para la alimentación a bajo costo.
También existe la depredación deliberada, como ocurrió con la caoba de Ocoa en República Dominicana hace tantos años o como sucedió en todo el Caribe con respecto a las tortugas carey. La superabundancia de estos reptiles era tal que existen varias islas con este nombre y no solo la que sirvió de asiento para bucaneros y piratas franceses que luego conformaron la colonia de Saint-Domingue. Muchas tortugas, ciertamente, pero muchos más seres humanos y hoy día la tortuga carey es una especie en peligro de extinción.
Si bien la atención a la protección de la diversidad se ha visto sobre todo desde los organismos multinacionales, la edición del año 2022 de esta conferencia contó con la participación de muchas más empresas privadas que nunca antes, algunas de ellas acusadas de estar haciéndolo sobre todo motivadas por la creación de una buena imagen y no de una buena realidad o, lo que es lo mismo, usar Photoshop en vez de arreglar la realidad. Recuerdo la queja de un fotógrafo en una sesión fotográfica sobre decoración navideña y los colaboradores no querían encender las velas para no gastarlas. Absurdo y tristemente real.
Afortunadamente, también conozco al menos dos casos de involucramiento real en la atención a la biodiversidad, concretamente en el terreno de la flora. En la década de los setenta, alertados por los efectos de la desertificación de la isla, miembros del clero, de la empresa privada y del sector público actuaron conjuntamente en la creación del Plan Sierra que sigue contando con mucho apoyo del Banco Popular. Pocos años después y aquí específicamente para salvar a la especie del ébano verde, autóctona, se creó la reserva nacional del mismo nombre. Funciona con características similares a las de un área protegida, pero sus impulsores y continuadores pertenecen al sector privado. Nuestras felicitaciones a ellos y el deseo de que su ejemplo sirva de incentivo a los demás.