1.- Asombra la forma tranquila cómo los grupos dominantes gobiernan a nuestro pueblo. Llama poderosamente la atención la serenidad absoluta observada.
2.- No es que guste el desasosiego, pero el ambiente nacional dominicano no es para mantenerse, así por así, como si nada ocurre en su interior. La quietud existe allí donde, se supone, no hay problemas que provocan angustia.
3.- La paz espiritual solamente es posible existir donde los miembros de la sociedad tienen resueltos sus problemas materiales y culturales.
4.- Donde está presente la bonanza, no hace acto de presencia la desesperación, porque la prosperidad viene acompañada de apacibilidad, lo que permite estar, como tal cosa, ricamente.
5.- Se explica la correlación entre bienestar y permanecer como lo más natural, sosegadamente. Lo que no cuadra es mantenerse serenamente, bienhumorado y pasando calamidades.
6.- ¿Cómo estar el pueblo dominicano, quieto, en quedo, portándose bonancible, si está privado de las cosas más indispensables para vivir?
7.- Ahí donde hay, por un lado, mucha miseria, estrechez, escasez e indigencia y, por el otro, abundancia, opulencia, muchas riquezas, es imposible la quietud.
8.- Una gran mayoría de dominicanas y dominicanos están en vilo, con el alma en un hilo, el corazón en un puño, porque comen hoy y no saben si lo pueden hacer mañana. Es un estado permanente de incertidumbre.
9.- Entonces, en un pueblo que no tiene existencia digna, lo más normal es que permanezca encolerizado, arrebatado, irritado, dao´ al pecao.
10.- Lo que se ve en nuestro país es una ausencia total de lucha social, predominando un maridaje entre oprimidos y opresores que, al parecer, decidieron vincularse para que todo siga igual, sin fecha fija, una conformidad clasista, algo nunca visto.
11.- Aparentemente, en el medio social dominicano no existe separación entre el que tiene comida segura, el insaciable, ese que siempre está harto, y aquellos que, como los famélicos, están ansiosos, ávidos de un pedazo de pan.
12.- Por más que lo quieran disimular, aquí están en falta las ciudadanas y los ciudadanos que se han echado a un lado y no motivan al pueblo que sufre para que accione contra su desgraciada vida.
13.- Formar parte de una sociedad como la dominicana, preñada de pobreza, es para el ser humano sensible tomar partida dentro de sus posibilidades.
14.- No hay que ser un profesional de la política para estar ahí, codo a codo, haciendo causa con los que son merecedores de solidaridad.
15.- Las complicaciones, los contratiempos que dañan a la gente del pueblo, deben ser asumidos en lo cívico, ciudadano y político por quienes los consideran como suyos.
16.- Aquel que por convicción se siente comprometido con las mejores causas de su pueblo, está obligado a incidir ante los problemas sociales para contribuir a solucionarlos.