Las enfermedades al igual que las guerras moldean la historia de los pueblos. Diversas patologías, como la viruela, la influenza, el sida o la tuberculosis, han tenido un gran impacto en los pueblos afectados que han debido tomar acciones para paliar sus efectos. Si agregamos a una situación de combate o enfrentamiento las enfermedades, apreciaremos con mayor claridad la importancia de la salud y su ausencia.
La fiebre amarilla ha sido decisiva en el Caribe en general y en la Isla Española en particular. Al igual que otras enfermedades que han sido epidemias y luego endemias, la fiebre amarilla ha tenido repercusiones en todos los ámbitos de la vida, desde los fallecimientos hasta el costo económico de la enfermedad. Esta enfermedad afectó sobre todo a los extranjeros que venían a la isla en expediciones o grupos y que no tenían inmunidad frente al virus.
Hay que situarse en la realidad de un barco con poco espacio y muchos soldados, municiones y alimentos, en que las condiciones de higiene eran malas y la alimentación deficiente para comprender que cuando esas tropas se enfrentaban a un nuevo y desconocido virus sus defensas no estaban en su mejor situación.
Como se conocía el hecho de que la fiebre amarilla y la malaria eran enfermedades de los trópicos, los ingleses en sus expediciones al Caribe se plantearon la posibilidad de utilizar soldados de la India, pensando que estaban más aclimatados para esas enfermedades. Esto ocurrió en el siglo XVII en las diversas campañas navales realizadas, particularmente la expedición de Penn y Venables. Así lo describe en su autobiografía Penn. De hecho diversos libros se escribieron para tratar de comprender la causa de tantas pérdidas humanas en aquellas campañas.
Otro caso tremendo ocurrido en esta nuestra isla fue la expedición de Leclerc. Leclerc, fue enviado por Napoleón para recuperar la colonia francesa que había proclamado su libertad en 1804. La expedición en cuestión fue el mayor despliegue de poderío naval francés hasta ese momento en la historia. Muchos marinos y tropas fueron desplazados hacia el Caribe. La intención era recuperar la colonia francesa de la isla Española y además recuperar otras posesiones francesas que habían sido conquistadas por las tropas inglesas. Las enfermedades, sobre todo la fiebre amarilla, atacaron con tal fuerza a esas tropas que más de la mitad fallecieron por enfermedades. El mismo Leclerc falleció por la fiebre amarilla y Francia perdió un 30% de sus tropas navales en esas acciones. El mosquito transmisor de la fiebre amarilla fue el mayor aliado de las tropas haitianas.
Los españoles, durante el periodo de la anexión, 1861 a 1865, utilizaron tropas desde Puerto Rico y Cuba que estaban aclimatadas y tenían cierta inmunidad en los primeros años del periodo en cuestión, esto es, de 1861 al 1863, pero al recrudecerse las hostilidades debieron traer tropas desde la península y por eso en enero de 1864 ya hay reportes de casos de fallecidos por diversas enfermedades como la malaria o la fiebre amarilla.
Decía el doctor Rafael Miranda en su “Historia de la medicina” que los mosquitos transmisores de enfermedades fueron el mejor aliado de nuestras tropas y que mataron 5 veces más que los enfrentamientos armados. Mario Vargas Llosa, premio Nóbel de literatura, llama al mosquito “El señor del Caribe”.
La fiebre amarilla nos ofrece un ejemplo perfecto de la importancia de la salud en una situación de combate. Las enfermedades y la previsión que tengamos para tratarlas oportunamente pueden cambiar el resultado de una campaña militar.