El campo de estudio de una sociología de las imágenes abarca y a la vez permite establecer relaciones variadas y dominios metodológicos de las ciencias sociales y culturales donde aparecen también los entronques con una sociología crítica del arte. Esta búsqueda se expresa en el campo epistémico de estudio de las imágenes originarias, modernas y contemporáneas. Forma, contexto, objetividad van construyendo caminos y territorios imaginarios, donde aflora el enmarque de tradiciones, tanto occidentales como orientales.

Como campo de lectura y análisis, la sociedad permite entender, mediante el concepto de relación los diversos actos sociales y artísticos que se materializan en un contexto productivo y agentivo; todo lo cual influye directa o indirectamente en el sujeto social, colectivo e individual.

De hecho, la industria de las imágenes se materializa mediante un contrato o negocio organizado por el sujeto individual o colectivo, de tal manera que cuando el concepto de imagen o de imágenes se utiliza para explicar mundos sociales y culturales, se va creando también un campo de fuerzas expresivas, cuyos resultados hemos podido constatar en la teoría del arte y la historia del arte; en la crítica cultural y la crítica del arte, así como en la diversidad de modelos de creación que inciden en las relaciones sociales de producción de bienes artísticos y culturales.

De ahí que el campo de estudio de la sociología de las imágenes públicas o privadas, artísticas o políticas, antropológicas o religiosas y otras, produzca formas socioartisticas, las mismas producen efectos determinados por una práctica y un concepto de movilidad imaginaria incidente en una determinada formación sociocultural. Muchos historiadores y sociólogos del arte (Belting, Francastel, Hadjinicolau, Vovelle, Huyghe, Sarah Carr-Gomm y otros),   han posicionado una instrucción en torno a campos instruidos sobre la base de un desarrollo que ha cobrado valor en las mismas industrias reproductoras que hacen legible una cultura y una sociología de las imágenes en la era del capitalismo avanzado.

De todos modos la sociología de las imágenes parte de una crítica social de las imágenes portadoras de memoria y significado, de valores y mundos imaginarios; lo que implica a su vez un estudio de las formas artísticas y sociales en contexto y productividad.

Sociología de la memoria artística

Los usos y modos de creación en la modernidad tardía involucran relaciones sociales, comunicativas y productivas entre sujetos dinámicos y antropológicos. Todo lo cual implica una práctica y un saber sociocultural de los objetos de arte, en contexto y en significación. La sociología de los diversos vocabularios artísticos está sujeta a las diversas productividades artísticas. Pero dicho proceso involucra la problemática  de una dialéctica productiva e histórica del sentido cultural e imaginario. De esta

manera, encontramos parámetros de creación en las prácticas sociológicas y antropológicas de Mauss, Durkheim, Weber. Marx, Claude Levi-Strauss, Malinowski, Gruner, Burucúa, Mauricio Tenorio Grillo, Stoichita y muchos otros hitoriadores, sociólogos y antropólogos de la memoria y del arte.

Las diversas sociologías históricas de la creación analizan estratégicamente los contenidos y registros de experiencias artístico-culturales. Las mismas han producido ideas sobre la praxis del arte en tiempo, espacio, lenguaje y voluntad de trabajo. Como dominio de análisis e investigación artística, la sociología de la memoria y de la producción imaginaria supone lecturas orientacionales de la praxis artística, a partir de una matriz social  antropológica. El arte y sus significados constituyen los marcos de creación basados en estéticas generales, testimonios de creación y memorias particulares propias de situaciones humanas y culturales.

Una pintura de caballete o mural, así como también una escultura monumental celebratoria del arte público, inducen a distribuir mensajes y significados visuales, híbridos y socio-artísticos. Los ejemplos están en el espacio público, fronterizo, geográfico y comunitario, tal y como lo ha propuesto y desarrollado Carlos Severo en El sendero y la voz.. Una Antropología de la memoria, Eds. SB, Buenos Aires 2008.

Las diversas iconografías que han incidido en sujetos de respuestas, han producido también efectos socioestéticos en contexto y expresión y testimonio. Lo que dará lugar a una búsqueda critica de la memoria sociopolítica de las imágenes.

Desde esa perspectiva la memoria dinamiza las imágenes de mundo y lenguaje. Las memorias históricas, individuales y colectivas representadas en el arte latinoamericano y caribeño conforman una estética de lo real y la subjetividad como imaginario sociocultural.

En el caso de una sociología de la memoria creadora aparece el sujeto, el espacio, las formas, los pliegues cognitivos y la iconicidad ordenada como cuerpo, signo y cultura de las huellas de lo social. También los objetos conforman estados de sentido y expresiones legibles que los artistas divulgan desde sus talleres y productividades estéticas.

Aby Warburg y Gertrudis Bing dialogan a partir de su estancia en Roma (ver, Diario romano Ed. Siruela, Madrid, 2016), sobre el imaginario simbólico visible en las imágenes ortodoxas y heterodoxas de la Roma que seduce por el encuentro de generaciones de artistas que han incidido en el arte occidental clásico, barroco, manierista. Esto es, la orientación sociológica y psicológica vinculante.

La obra como fenómeno creacional, evento perceptivo y estético enuncia formas y sentidos socio-simbólicos y culturales.