El asistencialismo es indispensable para la celebración de las festividades de Navidad, a tal extremo de que no obstante tratarse de una actividad propia del gobierno, la practican también los partidos políticos de oposición, los senadores, los diputados, los alcaldes, los regidores y los candidatos a cargo de elección popular.

Se trata de una obligación que recae sobre los gobiernos, quienes están en el deber de asistir a los ciudadanos necesitados en la solución de sus principales necesidades.

Las acciones propias del asistencialismo son realizadas por las instituciones estatales a fin de ayudar, de manera temporal o permanente, a los individuos o grupos de individuos en condiciones de vulnerabilidad.

Por tanto, no se debe confundir el asistencialismo con el clientelismo, que, como sostiene Alfio Mastropaolo en el Diccionario de Política, de Bobbio, Matteucci y Pasquino,  se entendía en Roma como una relación entre sujetos de estatus diversos que se entablaba al margen de la comunidad familiar, aunque dentro de su órbita; relación de dependencia económica y política, al mismo tiempo, que llegaba a estar sancionada en el mismo campo religioso, entre un individuo de rango más elevado (patronus) que protegía a sus propios clientes, los defendía en los juicios, testificada en su favor, les asignaba una tierra de su propiedad para cultivo y un ganado para que lo criaran, y uno o varios clientes que eran individuos que gozaban de estatus libertatis, en general siervos libertos o extranjeros inmigrantes, que a cambio no solo se mostraban sumisos y deferentes sino que obedecían y ayudaban de diversas maneras al patronus, defendiendolo con las armas, testificando en su favor en los tribunales y prestándole ayuda aun en el nivel financiero cuando así lo requerían las circunstancias.

En su Enciclopedia de la Política, Rodrigo Borja, define el clientelismo, de nuestro tiempo, como “un estilo de hacer política que consiste en generar fidelidades y gratitudes en grupos de la población a cambio de favores que les dispensan u ofrecen los políticos. Es la formación o fomento de esos grupos para respaldo de las acciones políticas, electorales o de gobierno. Algunos la han definido como el cambio de votos por bienes o servicios”.

Uno de los ejemplos más notorios de asistencialismo con fines políticos fue el que desarrolló, durante la mayor parte del régimen de Los Doce Años de Balaguer, la Cruzada del Amor, bajo la dirección de doña Emma, hermana del presidente Joaquín Balaguer.

La Cruzada del Amor fue un mecanismo creado por el presidente Balaguer con fines electorales, para hacer supuestas campañas de ayuda a las familias más pobres. Fue así que se crearon los programas de repartición de las funditas navideñas, la cena navideña, los electrodomésticos y los juguetes para los niños, en las fiestas de los Reyes Magos.

A través de esta organización, el doctor Joaquín Balaguer instituyó la entrega de fundas en Navidad y de juguetes a los niños, con un fin marcadamente político.

Desde entonces, cada gobierno utilizó envases distintos, tales como cajas y cubetas, las cuales entregaban en largas filas, hasta que, en el primer gobierno del presidente Luis Abinader, en el 2020, las fundas y cajas fueron sustituidas por bonos que dejaron atrás las vergonzosas y humillantes filas que, hasta entonces, llenaron de indignación a la ciudadanía.

Finalmente, el asistencialismo se ha consolidado de tal modo que los bonos ahora están siendo reclamados como un derecho adquirido de Navidad.