Bien por méritos propios o por la ausencia de alternativas, pareciera indiscutible que la reelección contundente del Presidente Abinader evidencia una sólida estrategia de campaña que se afincó sin ninguna duda en la imagen del presidente. La mayoría de los electores dominicanos fueron a votar convencidos de que el Presidente es un hombre bueno, y que tiene intenciones correctas de hacer cambios positivos para la mayoría.
Usualmente una reelección se da en términos de referendo a la gestión. Este no fue el caso. El 19 de mayo vivimos un referendo a la persona, a la imagen del presidente. Y los resultados solo pueden ser leídos en clave de que la mayoría está convencida de que el Presidente es honesto, trabajador, cercano, y consecuentemente se merece una segunda oportunidad.
En ningún momento insinúo que no hay logros para mostrar, solo insisto en que esta no era la discusión relevante. Mientras los opositores fundamentales planteaban que en sus gobiernos se vivía mejor, con un perfume de “volvamos al pasado”, la campaña reeleccionista giraba alrededor de una promesa sencilla: “Sigamos cambiando con Luis”. Nuevamente, el énfasis y la promesa no estaba en el “que” sino en el “quien”.
Esta estrategia muy bien diseñada y ejecutada ha llevado al gobierno a un éxito arrasador: El presidente ganó en primera vuelta y ademas consiguió mayoría contundente tanto en diputados como en senadores. Y ni hablar de los resultados de febrero. Ahora bien, el 21 de mayo comienza otro juego. Algunas preguntas útiles para la reflexión: todos los electores que votaron por Abinader están convencidos de que el gobierno va por buen camino? Que esperan quienes votaron (y quienes no) del Presidente en su segundo mandato? Esperan un gobierno similar o esperan se “profundicen” algunos cambios?
El desafío mayor para los gobiernos que arrasan es que los electores se dan cuenta de la falta de contrapesos y exigen ajustes a la narrativa, ya no hay villanos, ya no hay culpables, ya no hay excusas, ya no hay covid, en resumen: “confiamos en ti y te dimos todo el poder”, ahora esperamos mayores resultados.
Ya nadie discute la contundencia del triunfo de Abinader, ahora la discusión pasa por el uso que hará de ese poder. El presidente ha anunciado que impulsará una reforma constitucional. Aún con la buena imagen del presidente, el éxito de la reforma pasa por responder: Por qué y para qué una nueva reforma? Por qué ahora? En que es distinta esta reforma a las anteriores? A quienes beneficia? Hay consenso o nos imponen una mirada desde una mayoría? Cuidado que arrasar en las elecciones no es sinónimo de luna de miel perpetua.
Notas finales para discutir otro día: Cuidado con los precandidatos que piensan que el 2028 es una competencia del que arranque primero. Bien dice el refrán popular “No por mucho madrugar amanece mas temprano”.