“Si ven a uno con un arma de fuego lo respetan” “Es bueno tener armas de fuego porque así ven que uno es gente” “Yo quiero ser policía para tener un arma así la gente te trata diferente”
La población infantil de sexo masculino muestra en distintos estudios una cierta fascinación por las armas de fuego. Sus juegos integran las armas de fuego y muchos de sus regalos en navidad y reyes magos son pistolas o juegos de guerra.
Jugar a tener armas, a ser policía o ser ladrón es parte de la cotidianidad de los niños. Se mueven en el círculo de la violencia como diversión, recreación y asumen la violencia, la posesión de armas de fuego como una práctica que genera aceptación en su medio social y además le otorga cierto carácter masculino.
La formación de la masculinidad en la niñez está permeada por la lucha, la pelea, la violencia. El ejercicio de violencia desde el juego y la diversión abarca casi todos los juegos electrónicos, las series de televisión, los videos de youtube, redes sociales y juegos en celulares a los que ellos acceden. En los recreos de los centros educativos se puede observar a los niños como juegan peleando o a que tienen armas de fuego o armas blancas, y para las personas adultas, tanto padres/madres, docentes, directivos/as de centros y vecinos es solo un juego.
En el caso de la población infantil de sexo masculino el hecho de que los juegos entre sus pares sean violentos, agresivos con uso de armas “de juguete”, generan identificación del niño con la violencia desde la fascinación, apego afectivo y lúdico.
El juego en la formación de actitudes y conductas en la niñez tiene mucho peso. Niños y niñas aprenden actitudes, valores, conductas a través del juego y luego en su vida cotidiana reproducen lo que han aprendido. Investigadores/as de la conducta destacan este elemento. “El juego es una actividad de crecimiento donde se plasman y moldean conductas futuras porque le permiten al niño ir desarrollando su personalidad, gracias al proceso de socialización que el juego propicia”.Erickson (1972: 94-95)
El juego se convierte así en uno de los espacios fundamentales de aprendizaje y socialización para la niñez, actitudes, prácticas y valores que se promueven en los juegos infantiles se interiorizan con más intensidad que los que se enseñan en el aula o en el hogar. El juego tiene el contenido lúdico y afectivo necesario para generar apegos hacia los modelajes de conducta que presentan, lo que no ocurre con el aula, escenario donde muchas veces no existen espacios lúdicos ni afectivos.
En el caso de la población infantil de sexo masculino el hecho de que los juegos entre sus pares sean violentos, agresivos con uso de armas “de juguete”, generan identificación del niño con la violencia desde la fascinación, apego afectivo y lúdico.
La prevención de la violencia debe tomar en cuenta estos aspectos y erradicar en la población infantil masculina los juegos basados en peleas, violencia y uso de armas, transformándolos en juegos cooperativos con prácticas artísticas de teatro, música y danza que generen cambios en sus conductas y actitudes hacia una cultura de paz.
Este articulo fue publicado originalmente en el periódico HOY