Cada semana o mejor dicho cada día me enfrento a la necesidad de armar el muñeco, organizar las ideas para escribir mi página para El Caribe y Acento.com, la misma que vengo publicando desde el lejano año de 2008. El muñeco es lo esencial, tiene pies y tiene cabeza. La cabeza debe atrapar o por lo menos interesar al lector y los pies deben picar la curiosidad, dejarlo con ganas de seguir leyendo. No es un trabajo de oficinista, no tiene horario, me ocupa horas del día y de la noche, a veces me desvela a las tres de la madrugada. Es un flagelo, como decía Truman Capote, y es la felicidad de escribir, como decía Borges.