La crisis de Argentina es muy vieja y todos la conocemos; los expertos han hecho siempre sus predicciones sobre su economía y su política. Ellos podrán, como técnicos calificados, seguir haciéndolas. Sin embargo, es muy difícil predecir con cierta certeza el futuro de su nuevo presidente, Javier Milei. Era más fácil proyectar su victoria electoral, que el resultado futuro de su obra de gobierno.

Sus propias ideas compulsivas y repentinas, tanto en su campaña como en los pocos días en el ejercicio de sus funciones de gobierno, son un reflejo claro de conflictos permanentes en el presente y también en el futuro no lejano.

Los argentinos superaron los horrores de una cruel dictadura; no así, del todo, de su crisis económica que ha afectado al país de manera cíclica. Los avances en materia política, no en el bienestar de la gente, han sido significativos y extraordinarios en Argentina. Si su actual gobernante ignora estos avances políticos de la sociedad argentina, caminará hacia la incertidumbre. El actual presidente está fuera de contexto político e histórico en lo nacional. Él actúa como si estuviera en la Argentina de cincuenta años atrás.

El primer problema del presidente argentino, Javier Milei, es que no ha podido todavía bajarse o desmontarse del caballo electoral. Cuando un alto dignatario pierde la percepción del contexto real en el que se encuentra, entonces sus ideas y decisiones son erráticas y lo conducen a situaciones de crisis política; sus días serán pantanosos y cortos o largos y amargos. Parecería que vamos a vivir allí una crisis ineludible. Sería mejor elegir lo primero; y no lo último.

No ha habido en la historia política, bajo una democracia, una transformación económica y política que no haya partido, por lo menos en el discurso, de la aspiración al consenso o la aceptación parcial de la propuesta, o por lo menos, de una parte de la población y de sus actores del mundo social, político y económico, con respecto a los cambios a realizar. Aunque el consenso es muy difícil de lograr, se recomienda caminar el trayecto, convocando a todos los sectores involucrados, pues es una estrategia efectiva para las alianzas necesarias y la gobernanza.

El presidente Javier Milei pretende realizar una reforma a la fuerza, sin formar una mesa de diálogo ni discusión alguna, provocando reacciones adversas en la población. Sus primeras medidas han provocado el rechazo de la Confederación General del Trabajo, que es la principal central sindical de Argentina. La lógica nos dice que en esa dirección, se moverán los sectores afectados, especialmente aquellos de menores ingresos económicos, por las medidas tomadas, sin mediación política y social.

Desde la campaña electoral en Argentina, Javier Milei y su discurso, incendiario, que aún mantiene vivo como si estuviera en el proceso electoral, era la crónica de un conflicto anunciado.