De los argentinos se dice que son duchos en futbol e ignorantes en política. Tal aserto entra en el ámbito de los estereotipos que, en el mejor de los casos, parten de una observación limitada de la realidad para compartir asiento con los prejuicios.
En todo caso, que los argentinos hayan elegido a Javier Milei, con el 56% de los votos válidos, parece sugerir que en la patria de José de San Martín campea la “boludez”, incapaz de percibir la gravedad del salto al vacío. Ello en razón de que ya en la campaña electoral se hizo más que evidente la catadura del elegido.
Para despejar posibles dudas, el “temple libertario” del nuevo presidente emitió destellos inconfundibles en el rostro de los invitados a su acto de juramentación: Volodímir Zelensky, Jair Bolsonaro, el rey Felipe IV de España, Santiago Abascal Conde (de Vox)…. Ausentes: Gustavo Petro, Luiz Inácio Lula da Silva….
Ha sido un triunfo -el de Milei- amarrado al desastre creado por la clase política tradicional argentina. Un proceso sin opciones válidas, acribillado por la manipulación enajenante de los grandes medios y las redes sociales.
Hasta el cansancio y el absurdo, Milei fue presentado como un “fenómeno fuera de serie”, un “gurú libertario”, una especie de “guerrero de la luz” capaz de redimir a su martirizado pueblo. La confesión de que recibía consejos de Conan, su perro muerto, pasó como parte de su singularidad redentora.
Llevado en hombros a la Casa Rosada por la entente ultraderecha/clase media, Argentina comienza ya a “disfrutar” las ejecutorias de un presidente reptiliano de la Escuela de Praga, anarcocapitalista, orientado por su perro muerto. ¡El futuro no puede ser más luminoso y prometedor! Ante el fracaso de “la casta”, bien vale el consejo espiritual de un perro!
La presidencia de Milei, salga pato o gallareta, es la decisión respetable de la mayoría de los votantes argentinos. El elegido tiene hoy carta blanca para comenzar a hacer realidad su vasto programa de gobierno, cuya culminación salvadora -ha dicho- requerirá tan solo 35 años de gobierno.
Para comenzar el rescate y transformación prometidas, el flamante cuenta con la experiencia del expresidente y aliado Mauricio Macri, adalid que en el período 2015-2019 aumentó la deuda argentina en 54,000 millones de dólares, igual al 80.7 % del PBI, chilata que no incluye el endeudamiento de 2016, para pagar a los acreedores holdouts (fondos buitres), equivalente a 9,300 millones de dólares, y salir del default…. El insípido Alberto Fernández siguió un curso parecido, aunque menos agresivo; recolocó la deuda en 403 mil millones de dólares, 88.4% del PBI.” Es el legado…el baño de rosas que recibe Milei.
Nada que temer, apreciados electores: orientado por Macri y el espíritu de Conan, y, desde luego, armado con su motosierra, Milei saldrá adelante; se sobrepondrá al pesado lastre heredado de “la casta”. Es más, ya comenzó a resolver, con el “valiente” nombramiento de Luis Caputo, como ministro de Economía, mismo que lo fue de Macrí. También tiene en nómina a Nicolás Dujovne, ex ministro de Hacienda del mismo Macri. Son funcionarios curtidos en el arte desastroso de endeudar inmisericordemente el país.
Sin titubeos ni complacencias, el binomio Milei y Macri, dos bípedos ex aequo, ya comenzaron a cumplir acuerdos y promesas de campaña: acaban de duplicar el precio del dólar, de 400 a 800, y sin blandenguerías ante los lamentos de los despedidos, ya redujeron drásticamente los ministerios, los subsidios, etc.. ¡Ita Diis placuit! (¡Así agradó a los dioses!)
En serio: Argentina va a necesitar de la paciencia de Job y un asistencialismo desbordante para evitar el cóctel de los estallidos sociales y la represión policial.