“La Argentina es un país riquísimo que hasta ahora ha sido saqueado por propios y extranjeros”. J. D. Perón

Con vistas al balotaje del 22 de noviembre, Argentina bascula entre el ministro de Economía Sergio Messa, de la coalición peronista Unión por la Patria (UxP), y el anarcocapitalista Javier Milei, de La Libertad Avanza. Según pinta el panorama, resulta aventurado vaticinar ganador.

En agosto, los resultados de las primarias para determinar las candidaturas presidenciales y legislativas colocaron a Milei a la cabeza de la preferencia del electorado, con 29.86 %. Esto es: 2.58 % por encima de la coalición peronista, que obtuvo 27,28 %.

Con estos resultados indiciarios, numerosos comentaristas entusiasmados galoparon para situar al anarcocapitalista a la puerta de la Casa Rosada. Incluso, llegaron a agitar su convicción sobre un triunfo en primera vuelta, olvidando que las convicciones suelen tener el hándicap de estropear la amplitud de miras.

Tras la ronda del 22 de octubre, para sorpresa de sus admiradores, Milei, el “outsider prodigioso”, el “fenómeno de las redes sociales”, aparece estancado con 29.98% de los votos válidos, en tanto que Messa asciende a 36.6%.

El nerviosismo conservador se acelera, y para ayudar a Milei a rebasar su techo y mejorar su viabilidad, instan a Patricia Bullrich, candidata excluida de Juntos por el Cambio (23.8%; tercer lugar en la primera ronda de votación), a olvidar agravios y endosarle su respaldo; lo que hace al costo de desvertebrar su propia coalición, y quemar sus aspiraciones futuras.

Solo la agrupación Propuesta Republicana, del indeseable Mauricio Macri, comparte la decisión de Bullrich; los otros dos partidos (Unión Cívica Radical y Coalición Cívica) marcan distancia respecto al outsider. En la incertidumbre pre balotaje opera el dato de la abstención: once millones, de los 35 del padrón, no acudieron a las urnas, cifra que podría variar significativamente el próximo 22.

A los analistas que aplauden las excentricidades inconducentes del “fenómeno de las redes”, y lo auspician como solución, parece no importarles la magnitud del retroceso, y el desastre que incuba el sujeto.

De las soflamas de éste bien podría decirse lo que Xantias a Socias, en Las Avispas de Aristófanes: “¡Basta, basta ya, no hables! Tu sueño huele a cuero podrido”.

La basura de su discurso, repleto de insultos, no respeta ni la dignidad del sumo pontífice. La propia Bullrich, que ahora lo respalda, recibió de parte suya el “piropo” de “montonera asesina”.

En economía, el flamante aspirante se define partidario de la Escuela Austríaca, lo que significa: apego a la tiranía del “Estado mínimo”, en beneficio de la gran empresa y el capital extranjero. Conforme a esta escuela, el valor de un bien no está determinado por la fuerza de trabajo invertida en su producción, sino por la importancia que el individuo le asigna, en relación con sus objetivos.

Ello está a tono con el discurso del individuo Milei de reducir el Estado drásticamente, al cortar los subsidios; barrer hasta con el edificio del banco central; cortar el gasto social y eliminar gran parte de los ministerios….

En un mundo crecientemente sublevado contra la hegemonía del dólar, y con las expectativas puestas en los BRICS, Milei a contrapelo propugna por la dolarización de la economía argentina, y como un desquiciado, armado con una motosierra, promete no dejar títere con cabeza. En este orden, las relaciones con Brasil, China, Cuba, Rusia, etc. serán cortadas de un tajo.

Ciertamente, el naufragio al que ha sido llevada la economía argentina en las últimas décadas, la han convertido en esclava de la banca internacional, con grave perjuicio para la población…. Hoy, la inflación acumulada supera el 100%, y la cotización del dólar alcanza los 1,100 por uno en el mercado negro.  Son claros síntomas de que Argentina está en condiciones “óptimas” para dar a luz cualquier esperpento, cualquier “Morrober”, como presidente.

No es que Messa y el peronismo encarnen garantía alguna de sacar a Argentina del círculo caótico en que agoniza. No. Ellos son el gobierno, parte del problema, y cargan culpas de que hoy el país ande manga por hombro. El propio Messa es el ministro de Economía, y no sin razón lo tildan de “ministro de la inflación al 140%”.

Aunque se le considera un político competente, a la distancia parece obvio que el haz de corrientes que integran el sentimiento peronista pudo escoger a un candidato menos vulnerable.

Con todo, sus discretas ofertas programáticas de educación y trabajo, lucha contra la inseguridad, el narcotráfico y el lavado…, resultan aceptables frente al caos retardatario de un Milei entreguista, minarquista, narcocapitalista y “loco viejo”. ¡Ojalá el pueblo argentino no se equivoque!