La Constitución dominicana define en su Art. 49 la Libertad de expresión e información como: "Toda persona tiene derecho a expresar libremente sus pensamientos, ideas y opiniones, por cualquier medio, sin que pueda establecerse censura previa¨. Quizá sea preciso recordar que la Constitución de cualquier país es la norma suprema que fundamenta todo en el ordenamiento jurídico y que además la libertad de expresión, en todas sus formas y manifestaciones, es un Derecho Fundamental, inalienable e inherente a todas las personas. Es, por si fuera poco, un requisito indispensable para la existencia misma de una sociedad democrática.
Sin embargo, vivimos en un país donde la libertad de expresión no es más que tinta en el papel de una Constitución a la que solo se hacen referencias, premeditadamente tergiversadas, desde sectores ultraconservadores o patriarcales cuando necesitan justificar lo injustificable. El día a día transcurre entre la censura institucional, la social y la autocensura (por eso de evitar ser objeto de hostigamiento y acoso).
Estamos cada vez más acostumbrados no solo a censurar y coartar la libertad de expresión, sino que, en ese frágil y superficial equilibrio moral que la sociedad quiere mostrarse a sí misma para dormir en paz, hemos decidido hacer juicios de valor y determinar quién cabe en la sociedad y quién no. En los márgenes silenciosos de nuestro país quieren que sobrevivan (como mucho) todas las personas que aman desde la libertad y la diversidad, las personas que luchan por los Derechos Humanos de todos y todas, pero de manera particular de los y las migrantes, descendientes y apátridas; las personas que dan voz a las niñas, adolescentes y mujeres víctimas de la violencia sexual más atroz porque se comente con la complicidad social que culpabiliza a la víctima.
La Feria Internacional del Libro de Santo Domingo 2022 no ha sido una excepción en materia de censura: "La muñeca de Dieula", cuento infantil de Ana Belique, de acuerdo a las denuncias del colectivo Anticanon, por presiones de grupos nacionalistas no pudo ser presentado; el artista Inka reivindicó en el escenario de la Fortaleza Osama el respeto a la diversidad mientras ondeaba la bandera LGBTIQ+ y en directo su concierto fue suspendido; una escritora y activista se atrevió en un evento de poesía a reivindicar la "revolución trans" y durante días la censura social, la que dicta lo que está bien y lo que no, incendió las redes y medios de comunicación con adjetivos y descalificativos que en cualquier país con estándares democráticos básicos hubiera supuesto la inmediata intervención de las autoridades.
Cuando la censura se realiza desde o con el silencio de las instancias del Estado que están llamadas a garantizar Derechos los daños son irreparables, ya que dan a esa sociedad que dicta las supuestas normas morales una falsa, pero poderosa sensación de victoria del bien sobre el mal, y en ese peligroso escenario todas las violaciones de Derechos Fundamentales son posibles.
Censurar*: "Examinar una obra destinada al público para decidir si se ajusta a determinados planteamientos políticos, morales o religiosos y si se puede o no publicar o exhibir". "Suprimir o modificar el censor en una obra destinada al público la parte que no se ajusta a determinados planteamientos políticos, morales o religiosos".